La Cazadora

Mamma mía!

Las maternidades reales e imperfectas que hoy el cine se anima a mostrar

La cuarta ola del feminismo y el sacudón que el movimiento MeToo generó en la industria cinematográfica trajeron nuevos relatos sobre las formas posibles de ser madre. Acá, algunas películas que desromantizan este rol y se atreven a objetar lo que parecía incuestionable


En el mundo ideal, la maternidad sólo es fuente de emociones positivas. El deseo de maternar es firme e indudable. El embarazo y el parto son experiencias colmadas de armonía. La paciencia, ecuánime. La crianza, impoluta. El estado anímico, estable. El amor, incuestionable. En el cine, este imaginario sólo sirve para seguir reforzando el estereotipo sobre cómo deben ser las madres.

Hacer películas que hablen de maternidad es un tema bastante filoso para desarrollar, puesto que el contenido audiovisual que consumimos tiende a ser un reflejo de la sociedad y el cine actualmente intenta empatizar con el público de modo feroz. Un público que cada vez es más y más exigente con lo que elige ver, siempre buscando realismo y autenticidad. Esto no quiere decir que todo tenga que ser verdad, pero sí que como espectadores sintamos que puede pasar, o llegar a pasar. Es lo que se llama “verismo”.

Entonces, ¿acaso existe sólo una forma, estereotipada desde percepciones androcéntricas, heteronormadas, monógamas y neocapitalistas, de ser madres?

Con la cuarta ola del feminismo y el movimiento Me Too que atravesó a Hollywood, esto pareciera haber cambiado: por fin la gran pantalla ofrece imágenes de madres dolientes y frustradas, madres que dudan y lloran, madres imperfectas, madres que se replantean las diferentes maternidades y madres que tienen voz.

El aumento de la presencia femenina tras las cámaras también ha dado lugar a un buen puñado de películas que en los últimos años han abordado la maternidad desde una perspectiva nueva: la de las propias madres. Por increíble que parezca, hasta no hace mucho hablaba de maternidad cualquiera menos las madres. El discurso social, incluso en lo relativo a la maternidad, ha estado configurado a través de perspectivas masculinas. El cambio radical en los estilos de vida y la organización familiar ha propiciado no solo que más mujeres estén detrás de las historias, sino que se instaure una perspectiva nueva, hablamos de cine de género presentándonos historias cargadas de legítimos conflictos que conlleva la maternidad para las mujeres en la sociedad actual. Con esto me refiero a que no son “nuevas maternidades”, sino reales.

Películas recomendadas

En esta ocasión hice una selección de películas que abordan el tema con crudeza, realismo y veracidad. Situaciones tangibles, algunas llevadas al extremo, pero que intentan dar respuestas, con la intención de añadir alguna que otra pregunta más. Son historias que pueden hacer replantear el tema de la maternidad a más de une (el enfoque, no el hecho en sí). Pero que, por lo menos en ellas, se encontrarán situaciones que pueden vivir si deciden transitar la maternidad.

 

Los chicos están bien (Lisa Cholodenko, 2010, EEUU)

Nic y Jules son una pareja de lesbianas que viven con sus dos hijos adolescentes: Joni y Laser, ambos fruto de la inseminación artificial. Lo que obsesiona a los dos chicos es conocer a su padre biológico, un tal Paul, que donó su semen a una clínica cuando era joven. Recién cumplidos los 18 años, Joni se acoge al derecho de solicitar información sobre su padre y decide llamarle. Una peli sobre maternidades lésbicas, con cierta mirada pop y de una familia acomodada, hegemónica y estadounidense, pero valiosa por mostrar cómo puede maternar sin problema un matrimonio de lesbianas.

 

 

Little girl (Sébastien Lifshitz, 2020, Francia) 

Cuando crezca, será una mujer. Esto es algo con lo que Sasha sueña desde su niñez. Además de varias entrevistas con su madre y padre, quienes hablan claramente de Sasha como su niña, este documental muestra la lucha incansable de la familia contra un entorno hostil. Vemos a Sasha jugando, yendo a clases de ballet y durante una visita a un terapeuta especializado en identidades de género. En la escuela, a Sasha no se le permite vestir “como una niña”, debe usar ropa “de niños”. En varias ocasiones, Sasha no entiende por qué los adultos lo hacen todo tan complicado y no la dejan simplemente ser quien es y vestir lo que le apetezca. La historia gira entorno a Sasha, pero pero también a su madre apoyándola y maternando a su hija, una niña trans.

 

 

Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011, Reino Unido) 

Un drama psicológico profundamente crudo e incómodo. La maternidad aquí tiene una esencia problemática y dolorosa que traspasa los límites de lo saludable. Tenemos que hablar de Kevin es la adaptación de la novela homónima de Lionel Shriver que aborda el vínculo disfuncional entre una madre que no ama a su hijo, y un hijo que parece haber desarrollado una personalidad manipuladora y sociópata desde pequeño, quizás al sentir esa ausencia de apego.

 

 

 

La hija oscura (Maggie Gyllenhaal, 2022, EEUU) 

La hija oscura propone desmitificar la romantización de la maternidad y dar a conocer historias más crudas, pero no por ello menos probables o imposibles. Leda es una mujer de 48 años que viaja sola, aunque los recuerdos del pasado la atormentan y se intensifican al establecer un lazo con una joven madre, con quien comparte balneario en una playa paradisíaca. En la protagonista reina la culpa por no haber ejercido el rol de madre tal como la sociedad espera: cariñosa, incondicional y dispuesta a entregarlo todo.

 

 

Madres paralelas (Pedro Almodovar, 2021, España) 

La última película de Almodóvar cuenta con dos personajes complejos que viven la maternidad de formas muy diferentes. Es cierto que se les presenta en situaciones y contextos muy didistintos, pero en cualquier caso se desviven por sus hijas y el amor que les profesan. Una cinta que también habla sobre la pérdida y los distintos roles que caben en este mundo que es la maternidad. Mujeres que se sacrifican y parecen estar siempre en lucha. En definitiva, nos habla sobre una incisiva mirada al hecho de ser madre.

 

 

 

La Patota (Paulina), (Santiago Mitre, 2015, Argentina) 

El amor de los padres hacia sus hijos es indiscutible. Casi un axioma. Parece un tabú ser tan obstinado de opinar si no eres padre o madre. Pero las circunstancias de los progenitores también pueden llevar a daños colaterales. ¿Qué pasa si las circunstancias de la concepción del niño no es la más adecuada? ¿Se puede querer a un bebé fruto de una situación desgraciada? Seguir o no adelante con un embarazo fruto de una situación no deseada puede llegar a ser comprensible. Otro debate es la implicación del entorno en ese debate. Y lo que es más grave, en la decisión final.

 

 

 

Babadook (Jennifer Kent, 2014, Australia) 

La película de terror icónica sobre esta cuestión. Amelia vive sola con su hijo Sam, completamente dedicada a atender sus necesidades y su trabajo, también relacionado con los cuidados. Amelia está atrapada en ese trabajo por la necesidad de mantener a Sam tras la muerte de su pareja, impidiendo que pueda desarrollar su interés creativo en la escritura. Que Babadook sea un monstruo salido de un cuento no hace más que vincularlo con todas las aspiraciones que la maternidad ha frustrado en la vida de Amelia. Plantea las renuncias que implica hacerse cargo sola del cuidado de los hijos y que constituyen legítimos conflictos en la vida de la mujer, que no se resuelven por ser silenciados.

 

Fragmentos de una mujer (Kornél Mundruczó, 2020, Canadá) 

Una película no apta para todas las sensibilidades. Un plano secuencia de veinte minutos que sirven para reflejar y trasmitir todo el sufrimiento de un parto en casa que no termina de la mejor manera por la negligencia cometida por una matrona a la que luego denuncian ante la Justicia. Comienza entonces un largo vía crucis para Martha, que además de tener que superar el dolor por la pérdida de su hija tiene que hacer frente a su compleja relación tanto con su pareja como con su madre, una mujer dominante por naturaleza.

 

 

 

La noche de las dos lunas (Miguel Ferrari, 2018, Venezuela) 

El planteamiento es claro en esta película: ¿qué es ser madre? A veces la vida nos pone en situaciones límite, pero posibles. El querer ser padre o madre no basta. Son muchos los factores que tienen que darse. Y a pesar de cumplirse, la protagonista tiene que hacer frente a un dilema entre la razón y el corazón. No es solo un acto físico el de ser madre. Es también un acto sentimental, legal y moral.

 

 

 

 

Volverte a ver (Carolina Corral Paredes, 2019, México) 

¿Qué esconde un gobierno que, sin investigar, entierra a más de doscientas personas? En México, las madres y familiares buscan a sus desaparecidos esperando volverlos a ver en la forma que sea, aunque sea sólo su cuerpo, aunque haya que sacarlos de una fosa oculta.

 

 

 

 

Ema (Pablo Larraín, 2020, Chile) 

Ema narra el drama de una joven bailarina que decide separarse de su novio cuando ambos entregan al hijo que habían adoptado, después de ser incapaces de criarlo. La pareja vive una tormenta, acrecentada por la diferencia de edad entre ambos, bailarina y coreógrafo, y su diferente visión de la vida: Ema es más acerada y honesta, Gastón es más atolondrado.

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