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Crónica recital

La Vela Puerca, de estreno y balance

La formación uruguaya se presentó anteanoche en el Anfiteatro, donde llegó para inaugurar “Érase”, su último disco y, repasar todos sus clásicos.


Tres generaciones vibraron el viernes en el Anfiteatro con el regreso de La Vela Puerca a Rosario. La formación uruguaya se encuentra girando por Argentina mostrando Érase, su sexto y último material de estudio, y en ese contexto llegó a la ciudad para reencontrarse con sus seguidores en una noche donde todos –músicos y público– lograron una aproximación perfecta que configuró una celebración inolvidable.

La cercanía con el público que favorece el escenario del Anfiteatro del Parque Urquiza nutrió de energía un recital que, como acostumbra la formación oriunda de Montevideo, invita a sumergirse en distintos momentos pero que, siempre, termina generando un clima para bailar, saltar y festejar.

Pasadas las 22 las luces se apagaron; esa fue la contraseña para que unas 4 mil personas cesaran su arengue insistente. Sin mediar palabra, el viaje emprendió con un set de potentísimos estrenos: “La calle adicción”, “El soldado de plomo”, “El Primero” y “Buenas mascotas”.

“Buenas noches Rosario. Quiero dedicarle este concierto a Adrián Rodríguez de Raras Bestias que murió en un escenario. Esto es para ti”, dijo Sebastián Teysera, líder de la formación. Y tras un aplauso encendido continuó con clásicos de otros discos de su autoría como: “Sobre la sien”, “La Teoría”, “Polidoro” y “De atar”.

La escenografía propuso un acercamiento a la intimidad de la banda. Es que Érase es el disco más autorreferencial e introspectivo del octeto uruguayo que, por estos días, está cumpliendo veinte años de carrera. Escrito en primera persona no trata sólo de reflexionar sobre el mundo sino de hacerlo a partir de sus propios pasos, volviendo sobre sí, para contar qué pasó en estas dos décadas de viajes, descubrimientos y canciones.

Plasmado en un álbum que tiene el concepto de un libro musical, la puesta se ajustó a esa idea resaltando la intimidad con un escenario transformado de un living donde fabulosas bibliotecas repletas de libros permitían imaginar una ventana por la que observar al interior de ese sitio donde las canciones toman su primera forma.

“Nunca me voy a olvidar de esta noche”, disparó Teysera, no habiendo aún llegado a la mitad de un show que tuvo un corpus de más de veinte canciones y que, en ese tránsito, revisó varios discos: Desde Deskarado (1998) hasta Piel y hueso (2011) pasando por el exitoso A contraluz (2004).

En una suerte de segundo capítulo, la noche continuó con canciones que, bajo su rock característico, se permitió ciertas licencias como jugar con el pop en “Ves” o planchar la potencia con la despojada y calma “Habeo”. Pero a la vez mixturando nuevos temas con los clásicos que todos querían cantar como “Todo el karma” (Piel y hueso), “Respira” (Normalmente Anormal), “Un frasco” y “Va a escampar” (A contraluz) que, por momentos, lograron convertir al público en la voz principal de la noche.

El grupo también regaló un momento más sosegado dentro del estreno y llegó con “Canción para uno” y “La vuelta al sol”, “Mi tensión” y “Su ley”. Pero las gargantas querían y pedían más. A pesar de que se acercaba la medianoche también llegaba la hora más potente con el ska de “Por la ciudad”, “Haciéndose pasar por luz”, “Rebuscado”, “Llenos de magia”, “Soy de la ciudad” y “El Profeta”, con que cerró la velada.

“Una vez más me sentí como en casa; nos estamos yendo. ¡Gracias Rosario!”, exclamó el líder de la banda, antes de despedirse y pedir a todos que levantaran sus brazos para tomar una fotografía final que, seguramente, recorrerá el mundo.

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