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La potencialidad política de la Región Centro

Por David Narciso

La Región Centro, desde sus primeros pasos institucionales en el período 1995-1999, tuvo una historia de altibajos. Visto desde Santa Fe, la mayor actividad se registró durante las dos gestiones de Jorge Obeid; desde Córdoba, durante los mandatos de Ramón Mestre y José de la Sota. Este último recién vuelto a la gobernación cordobesa, recibió a Antonio Bonfatti la semana pasada con el objetivo de resucitar una agenda común de temas.
Entre ellas lo que ambos gobiernos definen como “armonización tributaria”, que implica poner cada vez en mayor sintonía a sus sistemas tributarios. Esta tarea implica una complejidad enorme que no la pueden resolver por sí solos dos gobernadores sin acuerdos, no ya con una Legislatura sino con ambas. De esto se habló el jueves a la mañana en la capital cordobesa, pero se aclaró que en ningún momento de la reunión se analizó qué medidas debía tomar cada provincia.
El otro aspecto central de la integración son las obras de infraestructura. Córdoba necesita asegurarse una fuente de agua segura y estable y puso sus ojos en el río Paraná. La Casa Gris, en tanto, pretende traer al territorio santafesino la red de gas que por tierra cordobesa llega hasta el límite interprovincial. De esa manera podría abastecer con menores costos de infraestructura a las localidades de la cuenca lechera que tiene su epicentro en Sunchales y Rafaela y que al norte se extiende hasta el flanco oeste del departamento San Cristóbal.
¿Sólo eso? Ni Bonfatti ni De la Sota han dicho una sola palabra más allá de armonización tributaria y obras de infraestructura.
El radar de la Casa Rosada está atento a movidas como la que protagonizaron los dos mandatarios, y no es justamente simpatía el sentimiento que despierta.
En los tiempos de Obeid y Mestre se hablaba de la Región Centro para equilibrar el peso de provincia de Buenos Aires. Sobre el final de sus mandatos habían logrado sumar al entrerriano Jorge Busti (en alguna oportunidad participó San Juan).
Para el gobernador Antonio Bonfatti –que gobierna una Santa Fe que parece el jamón del sánguche– es toda una oportunidad que su par José Manuel de la Sota acepte jugar a la Región Centro, en principio al menos, sin medir (o por lo menos temer) reproches o represalias de la Casa Rosada por darle alas a un gobierno de otro signo político y a la vez constituir un potencial polo desde donde tensionar por recursos y política con la Nación.

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