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En primera persona

La orfandad marica: sentirse “viejas a los 30”

Con la urgencia de dos generaciones heridas por la dictadura y el neoliberalismo, la Malé ensaya un puente con las viejas maricas y la nueva pibada LGTBI en la recuperación del concepto de familia elegida, hermandad y comunidad


Revista La Tetera – Especial para El Ciudadano

Por Jose Malé Franch – @jmalefranch

Este es un texto urgente, porque las maricas somos huérfanas y hace un tiempo que me vengo sintiendo más viejo. Pasados los 30, hablamos con mis amigxs/hermanxs acerca de que nos sentimos en una edad intergeneracional bisagra.

Intergeneracional porque hoy día ya nos planteamos que hay una new generation marica detrás nuestro, que tiene nuevos códigos (superadores desde mi opinión), nuevos modos de ser en el mundo, nueva hambre y nuevos sueños. Y ahí, en un momento de lucidez tremendo, como si te mease la Perlongher desde el cielo ó te pegase el porro en el mood “entendí todo”, me pregunto, ¿por qué nos sentimos maricas viejas apenas habiendo pasado los 30?

La respuesta vino rápido, pero sin demasiada explicación. Como muchas de las cosas de la vida, está definida por la ausencia: no tenemos vínculos con generaciones anteriores de maricas. No hay amigas gays de 50/60 años, ni de más. Así que sí, en nuestro registro somos viejas, porque no hay ningún punto de referencia más arriba.

Y ahí comienzo a preguntarme: ¿por qué pasa esto?, ¿qué impedimento intergeneracional se está jugando, que no permite que podamos tener vínculo con generaciones anteriores de putos? Y quizá la más perturbadora… ¿dónde están esos putos? Se siente una “orfandad marica” y hay dos series que me dieron algunas pistas para pensar todo esto.

La primera serie que voy a traer es POSE (la serie LGBTIQ de Fox). Ella nos deja ver cómo es esto de “la familia elegida”, la “fagmily”. Es cierto que las travas tienen esto un poco más claro que nosotros. A las maricas nos cuesta más naturalizar este modo de armar redes de cariño que vienen a subsanar los rechazos, incomprensiones y heridas de la familia biológica.

Las maricas tenemos un doble desencantamiento. Por un lado, la que vivimos en nuestras infancias con la no aceptación de las familias biológicas (en mayor o menor medida), por no ser heterosexuales. Por el otro, en el momento de empezar a transitar la mariconería, no tenemos ningún tipo de apadrinamiento/amadrinamiento/guía, de las generaciones anteriores de maricas.

Esa red de amor incondicional, la hermandad elegida, la familia marica que realmente es la que contiene, acompaña, apoya y demarca nuestro modo de ser en el mundo. Un mundo cada vez más sin rumbo, esquivando balas en las ruinas del capitalismo heteropatriarcal global que lo único que construye es dolor. ¿Será quizás que lxs LGBT mantenemos realmente vivo el concepto de comunidad?

Nos deben una vida

Otra escena que me hizo reventar en llanto y me dió algunas posibles pistas acerca de esta orfandad marica fue de “Historias de San Francisco”. Serie LGTBIQ clásica, que tiene una nueva versión disponible en Netflix. En ella, Michael un puto divino y hot daddy, está en pareja con Ben, un puto divino de 28 años.

Esta escena se da luego de que Ben conoce a las maricas amigas de Michael en una cena. En un momento una de las maricas se refiere despectivamente a una trava y Ben le sale al cruce argumentando que no la nombre de esa manera, porque era ofensivo para el colectivo travesti/trans. Esto desencadena una escena mítica donde la marica le hace un jaque mate a Ben y le espeta:

A tu edad me la pasaba yendo a 3 velorios por semana de amigxs que morían de SIDA. Si estás viviendo esta libertad hoy es gracias al horror que tuvimos que vivir nosotros.

A lo que Ben se levanta y se va de la mesa sin poder decir nada.

Acto seguido, Michael tiene un diálogo a solas con Ben donde se quiebra y le explica que el rechazo que se tiene a las nuevas generaciones de maricas es porque la pandemia de VIH de los 80/90, la NO respuesta del estado, la muerte de sus amigxs, les robó la juventud.

El diálogo final entre Ben y Michael es una explicación sincera de por qué hay un rechazo de la old school marica hacia las nuevas generaciones:

“Pero es más que eso. La sensación de libertad, de diversión. La sensación de que el futuro era nuestro, porque eso es lo que nos quitaron. Y creo que la ira viene de ahí. Porque éramos muy jóvenes, y nos creíamos invencibles… pero no lo éramos.”

Y sí, hermana, les quitaron el futuro.

Entonces grito desde mis tripas que esto es urgente. Porque siento que ya no hay más tiempo para meter el freno de mano y decir: abracémonos hermana. Porque tenemos la responsabilidad histórica de subsanar esa herida. Que el terror, el recelo, la desconfianza, la rabia o vaya a saber qué carajo será… pero ya no podemos tener lugar para esa miseria.

Por nosotrxs y por lxs que vienen detrás, que otra vez están siendo y están sin guía como lo seguimos estando nosotrxs. Si nos pudimos enfrentar a la heteronorma y construirnos de la forma más amorosa que pudimos, en el mundo decadente que nos dejaron, miren si no vamos a tener el coraje de abrazarnos para ser más, ser mejores y ser más fuertes. Ya no podemos esperar más por darnos ese abrazo partido, desde la niña marica que todas fuimos y nos invitemos a jugar juntas, para hacer que los días venideros sean un poquito más justos.

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