Ciudad

La noche rosarina, con poco control y leyes que no se aplican

Por Pablo Moscatello.- Patovicas que en un 90% trabajan en negro y empresarios que no pueden calcular público completan un mapa muy complejo.


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En el marco de la discusión que se está dando en el Concejo Municipal con el fin de modificar la ordenanza que regula la actividad nocturna de la ciudad, representantes de algunos sectores involucrados en la cuestión volvieron a poner el ojo en la necesidad de tener en marcha normativas ya sancionadas. Desde el Sindicato Único de Trabajadores de Control, Admisión y Permanencia (Sutcapra) insistieron en que el 90 por ciento de los llamados patovicas de la ciudad sigue trabajando en negro y que casi no se respeta el número de personal de seguridad mínimo exigible en cada lugar en relación a los concurrentes. En tanto, sólo 30 inspectores salen cada fin de semana a controlar una movida que atrae a unos 40 mil jóvenes.

A par del debate por la modificación de la norma que busca reordenar la actividad nocturna en la ciudad (ver aparte), desde la agrupación que representa los intereses de los patovicas salieron nuevamente a cuestionar a municipio, la provincia y, lógicamente, a los propietarios de los boliches.

En primer término, los gremialistas refirieron el no cumplimiento de la ordenanza local 8.522 (que se sancionó en 2010 y en gran parte actualizó el contenido que ya tenía la 6.456) que obliga a la creación del Registro de trabajadores del rubro y el desarrollo de cursos de capacitación en primeros auxilios y derechos humanos. Y también hicieron eje en la ley provincial 13.205, aún no reglamentada, que establece pautas de habilitación para el personal.

En diálogo con El Ciudadano, el delegado provincial del Sutcapra, Juan Quinteros, señaló que al no ponerse en marcha la normativa local se favorece las contrataciones irregulares. Al respecto el gremialista recordó que alrededor de 1.200 personas trabajan como patovicas en Rosario, y que de ese total “más del 90 por ciento está en negro”.

El convenio colectivo establece una jornada laboral diurna de siete horas, y de seis en horario nocturno. La paga debe ser de 200 pesos por jornada. “En general a los que se desempeñan de modo irregular se les abona un monto un poco más bajo”, sostuvo el dirigente.

Con respecto a los cursos de capacitación, Quinteros recordó que al primero –y según él, el único– que se realizó en la ciudad, el año pasado, sólo asistieron 172 controladores de los 1.200. “Eso fue una experiencia piloto. Luego la Municipalidad se desinteresó y no hubo más”, señaló el dirigente.

En tanto, el delegado provincial del Sutcapra marcó que al no reglamentarse la ley provincial 13.205, los patovicas santafesinos tampoco están realizando una capacitación que brinda el Consejo Federal de Educación. de unas 240 horas cátedra.

De igual modo aclaró que no sólo en Santa Fe esos talleres instructivos no se aplican: en realidad actualmente sólo se dictan en la provincia de Salta y en Capital Federal.

Menos seguridad

Con todo, los patovicas también advirtieron que la falta de aplicación de la ordenanza 8.522  trae sus consecuencias en la seguridad que se brinda a los asistentes. Esa disposición además establece que en cada lugar nocturno debe haber un controlador por cada 80 asistentes, tomando como eje la capacidad máxima admitida para cada local. “En algunos lugares puede haber ese excedente. Pero en la mayoría no se cumple”, denuncio Quinteros.

Al respecto, el propio subsecretario de Seguridad Ciudadana de la ciudad, Luis Baita, sostuvo que para los empresarios de la noche es dificultoso cumplir esa ordenanza. “Muchas veces es complicado. Al controlador hay que contratarlo previamente, y eso de alguna manera distorsiona la ordenanza. Por ejemplo, los viernes, en general, los bares y boliches nocturnos funcionan con un 30 por ciento del público que tienen los sábados. Y el número hace variar el factor ocupacional”, explica Baita.

El funcionario da a entender que si bien la variación de un viernes a un sábado puede ser previsible, en otros casos resulta más difícil hacer estimaciones. Y que hay boliches en la ciudad en que la cantidad de público puede variar en mil personas de un sábado a otro, lo cual complica todo cálculo previo de la cantidad de personal necesaria. “De todas formas cuando salimos a controlar auditamos la cantidad de patovicas que hay”, completó Baita.

Pocos inspectores

Precisamente, otro eje conflictivo está vinculado con la cantidad de inspectores que salen cada fin de semana a controlar la noche de Rosario.

Según registros municipales, la ciudad tiene habilitados actualmente 32 boliches, 65 bares con amenización (se puede pasar música pero no bailar), 11 peñas (se puede comer, pasar música y bailar) y 14 cantinas (también se puede pasar música y bailar) 4 cabarets y un boliche para menores. Sólo las confiterías bailables cuentan con una capacidad estimada en 26 mil personas.

Además, Baita sostuvo que con la llegada de la primavera y en días ya del verano el movimiento de gente crece y son entre 30 y 40 mil los jóvenes que salen a divertirse cada fin de semana.

El contraste de esos números con la cantidad de inspectores que salen a fiscalizar es notorio. Según información que se brinda el municipio (corroborada en la página web) sólo 30 inspectores trabajan en la Dirección General de Inspección, Comercio e Industria. El crecimiento de la movida superó ampliamente los niveles de fiscalización. En las últimas semanas ediles opositores del PJ y también del radicalismo pidieron informes al Ejecutivo en el Concejo para saber un poco más sobre esta cuestión, dadas las permanentes quejas y denuncias de vecinos por distintas cuestiones relacionas con la activad nocturna.

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