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La lengua peligrosa

Por Carlos Duclos.- Los dichos de Del Sel sobre la presidenta alarman, porque no provienen de un adolescente desconocido, sino de un hombre público que fue candidato, que según parece volverá a serlo y que deja un regusto amargo en la sociedad por su pensamiento en ciertas cuestiones.


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Están aquellos que creen que las Sagradas Escrituras son sólo un código que, cumplido, tiene el poder de abrir las puertas del Cielo. Una religión oscurantista, que basó su acción en el miedo a Dios, pero no en el amor de Dios, puso de moda esta patraña cuyas reminiscencias aún retumban en ciertos templos. Las Escrituras son mucho más que eso, son un completo tratado de cómo actuar para que al ser humano le vaya bien en este orden temporal. Algunos aspirantes a liderar masas deberían leerlas.

Si el señor cómico Miguel del Sel, devenido político, hubiera reflexionado, por ejemplo, sobre aquella cita del Nuevo Testamento que dice que “es lo que sale de la boca del hombre lo que contamina”; o hubiera tenido en cuenta el consejo del rey Salomón (“en las muchas palabras no falta pecado, mas el que refrena sus labios es prudente”), no hubiera cometido la fatalidad que lo ha arrojado al precipicio adonde van a parar aquellos que transgreden los límites del respeto.

Con la señora Cristina se puede estar de acuerdo o no, pero hay algo más importante que la propia señora en todo esto, y es el respeto hacia la institución presidencial, la investidura, tantas veces insultada en este país, tantas veces menoscabada, como lo hizo el señor Tinelli, una y otra vez, cuando De la Rúa era presidente.

Pero la insensatez de Del Sel no concluye con esto. Hay otra mayúscula. Según los medios, el cómico ha dicho algo tanto o más grave: “Pagué por sexo y no hace mucho. Soy normal, como cualquiera. Creés que te quieren y después tenés que poner 400 pesos”.

Entiéndase bien, no se trata de caer en una estúpida y absurda moralina, más hipócrita que otra cosa, pero en circunstancias como la actual, en donde una ola enriquecedora y esperanzadora se indigna por la trata de personas, por la humillación a la que es sometida la mujer, degradada al mero trato de mercancía desechable, al estado de cosa, estas palabras duelen, preocupan y alarman.

Alarman porque no provienen de un adolescente deseoso y desconocido, sino de un hombre público que ha sido candidato, que según parece volverá a serlo y que deja un regusto amargo en la sociedad por su pensamiento en ciertas cuestiones.

La nieta de Susana Trimarco, hija de Marita Verón, filmó un video con el conocido eslogan: “Sin clientes no hay trata de personas”. Al menos los asesores de Del Sel deberían haberle advertido que este eslogan está dando vueltas por el país.

La excusa sostenida de que todo este suceso fue en el marco de su profesión de humorista no lo exime de responsabilidad, por cuanto no puede sustraerse a su condición, ya, de hombre político (o al menos aspirante). A su favor, el pedido de disculpas que realizó y que sin dudas es válido y cumple el cometido de reparación. De reparación del error humano, porque de los errores políticos muy pocas veces se retorna.

Y mientras Del Sel ha sufrido la herida por abrir la boca, por darle rienda a la lengua, las huestes del Frente Progresista y del peronismo o Frente para la Victoria, también tienen lo suyo y sufrirán por eso, seguramente. Ellos están arrobados, también, en el patético ejercicio de liberar lenguas sin límites. En una batalla dialéctica, compenetrados en un cruce absurdo, en una confrontación hasta grotesca, el delito crece virulentamente y la sociedad padece. Andan por la vida echándose culpas y repartiéndose responsabilidades, como si la tarea de combatir el terrible flagelo no fuera responsabilidad de todos.

En este marco, si apareciese hoy un Fantasma Benito, apenas con sentido común e interés genuino por el destino de cada santafesino, y que no hablara tanto, se haría de la provincia. Bueno, uno que conoce de la peligrosidad de la lengua y el beneficio del silencio existe; no sea que retorne.

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