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Estreno teatro

La dimensión trágica de Lorca

Oscar Medina vuelve a la dirección con una versión de “Bodas de sangre”. Esta noche y mañana, a las 21, en La Comedia.


El inagotable universo poético de Federico García Lorca (1898-1936) encuentra en las metáforas que encierran sus tragedias aquello que él no pudo decir. Son esas mismas metáforas acerca del amor no correspondido y del deseo que impregnan sus textos las que materializan un universo de contradicciones humanas posible, vigente y atemporal. Gran conocedor de la obra del granadino, el talentoso maestro y director teatral local Oscar Medina vuelve al ruedo con una versión de Bodas de sangre, una de sus tres tragedias, que se conocerá esta noche y mañana, a las 21, en el teatro La Comedia (Mitre y Ricardone), donde volverá a presentarse los domingos 4 y 11 de octubre.

Para presentar la obra, Medina utiliza un texto del hispanista y acérrimo lorquiano Ian Gibson, quien escribió: “En Bodas de sangre, Lorca supo crear una obra que le diera la posibilidad de expresar lo más profundo de su persona: su sentido trágico de la vida, su angustia por el amor que no puede ser, su innata capacidad musical, su visión mítica del mundo, su identificación con el pueblo en cuyo seno había nacido, con su cultura oral y sus hondas raíces históricas”.

Con esas referencias, el creador del emblemático taller Losdemedina se abismó a Lorca, un autor que lo convoca desde hace mucho tiempo, en particular dentro de su valioso espacio de formación de actores. “Son muchos años de no dirigir y este es el colofón de un largo proceso de catorce meses de trabajo. Es, en realidad, un encuentro con Bodas de sangre, que es una de las tres tragedias de Lorca, y conformamos un lindo equipo de nueve actores con el que de una manera muy intensa nos fuimos acercando al texto”, adelantó Medina acerca de este trabajo en el que dirige a Sandra Bazano, Manuel Melgar, Karina Piñeiro, Paula Sánchez, David Giménez, Yanina Dituro, Matías Patiño Specter, Leonela Frezzotti y Lara Todeschini, con un importante equipo técnico donde se destaca el talentoso vestuarista Ramiro Sorrequieta.

En Bodas de sangre hay un casamiento, el amor es lo primero que se ve. Sin embargo, una serie de hechos presagian la tragedia, porque si bien hay un novio y una novia “hay otro hombre para la novia y demasiados deseos reprimidos”, según sostiene Medina.

Respecto de eso nuevo que siempre ofrece Lorca y que invita a redescubrirlo en cada tiempo y lugar, Medina expresó: “Lo pasional en Lorca, lo pasional de la tierra, lo pasional a través de lo cual hizo visibles a hombres y mujeres de su tiempo, que eran de provincia, del campo, con todo eso logró narrar al ser humano, sus deseos y contradicciones. Pero todos tenemos un sentido de pertenencia, que yo tengo con Rosario, por lo tanto la obra no tiene impronta española ni acento castizo. Aquí planteamos una mirada local de ese texto: esos personajes con sus amores, sus odios y sus deseos tienen otro sentido de pertenencia, porque además son sentimientos que están en todos los seres humanos”.

“Me llevó mucho tiempo madurar y comprender a este hombre que murió muy joven, en realidad lo mataron –continuó Medina–; es compleja su talla para semejante dimensión de lo trágico, y no hablo de tragedia por la densidad o por la cosa apestada, sino de tragedia a través de la dimensión más lúdica del ser humano, donde, claramente, alguien va a morir, como en toda tragedia, pero pasan otras cosas. Creo que Lorca tiene una enorme capacidad para contar el cuentito bien contado tanto en Yerma como en La casa de Bernarda Alba, dos de las tres tragedias, pero en Bodas de sangre hay una boda, están los preparativos, hay una iglesia y una fiesta; lo tremendo viene después. Pareciera que la obra desemboca en una plaza de toros, con escena de duelo incluida. Pero, en primera instancia, hay un relato que es casi de telenovela, que sirve de antesala para luego poder dimensionar lo trágico. La tragedia, con esa antesala, tiene otro efecto”.

Respecto de las complejidades de la poética lorquiana, Medina expresó: “Lo complejo en Lorca es el lenguaje, la metáfora, el símbolo, la elaboración de las imágenes sensoriales y que el director en cuestión no pretenda ser más poeta que el autor. Hay que tener en claro que no se puede poner a competir el sistema de imágenes con la palabra, porque siempre se sale perdiendo. Creo que abordamos una puesta muy bella, de gran austeridad visual, donde los nueve cuerpos son los protagonistas, dándole dimensión y profundidad a la palabra”. Y concluyó: “Lorca es deseo en estado puro, por eso siempre digo que de haber estado vivo hubiera amado a Almodóvar, porque de alguna manera fue como el Almodóvar de su tiempo”.

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