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La Compañía Teatro de los Andes viaja en busca de la costa perdida

Llega este sábado a la ciudad la prestigiosa compañía boliviana con una única función de su obra “Mar”, propuesta que conjuga lo poético con lo político, bajo la dirección del creador argentino, radicado en Ecuador, Arístides Vargas

Llevar a cuestas a la Madre Patria para cumplirle un sueño. La madre real y la que reconstruye el imaginario colectivo, los hijos y un largo recorrido a través del cual se tejen una serie de tramas y subtramas que desnudan pasajes de la historia boliviana actual con el conocido bagaje poético-político de la prestigiosa compañía Teatro de los Andes, que este sábado llega a Rosario con una única e imperdible función de Mar, trabajo estrenado en 2014.

Luego de que en 2010 dejara la compañía el argentino César Brie, quien la creó en 1991, esta vez el director convocado fue otro argentino, Arístides Vargas, quien vive en Ecuador desde su exilio en 1975, circunstancia que marcó desde aquellos años toda su propuesta dramática y tiñe también la producción de Teatro de los Andes.
Se trata en principio de un material que surgió al calor de la necesidad de hablar de un tema muy presente en el alma de todos los bolivianos, vinculado al dolor de haber perdido su costa.

La obra, interpretada por el actor y escenógrafo Gonzalo Callejas (ver aparte) junto a Freddy Chipana y Alice Guimaraes habla también, metafóricamente, de los “mares íntimos”, de los sueños y anhelos perdidos.

A fines del siglo XIX Chile invadió el territorio que conformaba el litoral boliviano y parte del litoral peruano. Este hecho desencadenó la Guerra del Pacífico, luego de la cual Bolivia perdió su acceso al mar, volviéndose un país mediterráneo. Mar cuenta la historia de tres hermanos: Juana, Miguel y Segundo, que deciden emprender un viaje para cumplir el último deseo de su madre moribunda: ser abandonada en las olas del mar, algo desconocido para ella.

“Esta es una obra que nace de un deseo nuestro de hablar de este tema que es muy sensible para el alma de los bolivianos que es la pérdida del mar; más que la pérdida en sí misma es ese sentimiento de ausencia-presencia que existe en Bolivia de un mar que no vemos pero que está; es un mar siempre anhelado, siempre deseado que no se olvida”, adelantó a El Ciudadano la actriz brasileña Alice Guimaraes quien reside en Bolivia hace más de dos décadas, a poco de su arribo a Rosario luego de presentarse en Buenos Aires en el marco de Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano donde también hicieron funciones de Un buen morir, su último trabajo.

“Es algo que este pueblo arrastra desde la Guerra del Pacífico –continuó la actriz– como una deuda histórica y muy injusta. Más allá de este planteo del tema, nosotros no hacemos una reconstrucción histórica. Sí hacemos una referencia, más que nada, a los mitos de la Guerra del Pacífico que hay en Bolivia: esos héroes que se han vuelto míticos pero que no sabemos cuánto de verdad y cuánto de fantasía hay alrededor del tema. También algo muy simbólico: cuando se declaró la guerra era Carnaval; todas cosas que están dentro de la obra”.

—Más allá del eje central de la historia de estos tres hermanos, la obra trasciende esa problemática para hablar de otras más profundas.

—El eje central es la historia de tres hermanos que emprenden un viaje hacia el mar que no conocen, para cumplir el último deseo de su madre moribunda. Son tres hermanos de esta madre que, al mismo tiempo, es la Madre Patria, y esos tres hermanos, de algún modo representan las tres bolivias. Bolivia tiene un territorio extenso, con regiones muy específicas, y también con una cultura y una manera de relacionarse con la Patria diferente. Esto último representa una segunda lectura en la obra: las tres bolivias que cargan con esa Madre Patria, donde cada uno es dueño de un “pedazo” de esa madre que al mismo tiempo es un todo. Se trata de un viaje en el que se manifiestan todas esas diferencias.

—Como es habitual en Teatro de los Andes, en el material conviven lo poético con lo político.

—La obra tiene la forma de un cuento: en medio de ese viaje, estos hermanos tocan la puerta que arrastran, y por la magia del teatro, detrás de esa puerta aparecen otros personajes que cuentan otra historia, aportando esa otra información acerca de los mitos, los lugares comunes, que a veces son muy cómicos y en otros casos muy trágicos que tiene Bolivia respecto a todo este tema del mar, la guerra con Chile y las demandas políticas e históricas que encierra el tema. En este sentido, Arístides Vargas, el director, fue muy sensible en percibir lo que pasa en Bolivia: estar muy atento a esta cuestión boliviana que en algunos momentos se vuelve un poco surrealista respecto de la problemática del mar y al mismo tiempo concretar una obra que encierra mucho humor, en medio de momentos poéticos muy bellos y otros más dramáticos, más allá de que tratamos de reírnos de nosotros mismos.

—Cómo fue el proceso de trabajo con el actor, dramaturgo y director Arístides Vargas, un creador cuyo lenguaje a través de su grupo Malayerba de Ecuador tiene puntos en común en términos poéticos con Teatro de los Andes.

—Trabajar con Arístides fue algo novedoso. Si bien por un lado nos integramos rápidamente, por otro, Arístides junto a Charo Francés (actriz, directora, mujer y compañera de escenarios de Vargas), que es quien ha trabajado en la dirección de actores, nos han propuesto en el proceso de trabajo algunos retos, desafíos para nosotros como artistas, buscando hacer una obra desde un lugar desde el cual aún no habíamos trabajado. Fue un proceso muy bonito, de mucho aprendizaje: el resultado tiene la característica de esa prosa poética que propone Arístides en sus textos, esa especie de cuento de fantasía que tiene la obra y al mismo tiempo todo un trabajo desde las imágenes, algo muy visual, que es muy característico del Teatro de los Andes. Logramos una linda mezcla entre las poéticas de estos dos grupos emblemáticos en la historia del teatro latinoamericano.

—¿Cómo influyó en estos años la realidad boliviana en la producción del grupo?

—Es algo tan fuerte lo que nos pasa como sociedad que es imposible eludirlo: buscamos en nuestro entorno, en lo que tenemos alrededor, los temas y las inquietudes del público que están ahí presentes. Hacemos un teatro que si bien tiene un carácter político, es político pero es artístico; nosotros defendemos una manera de pensar el teatro como un instrumento que nos sirve para hacernos preguntas más que dar respuestas; dejamos las inquietudes en el aire para que las tomen los espectadores.

—Bolivia vive un momento muy particular; es un país al que el resto de Latinoamérica mira muy atentamente y con respeto.

—Bolivia ha vivido un cambio muy significativo en los últimos años desde que Evo Morales es elegido presidente, realmente el país ha cambiado; hemos visto y vivido este cambio a través de los años. Muchas cosas han mejorado muchísimo, cambiado para bien, como la revalorización de la cuestión indígena y sentir orgullo de las propias costumbres y tradiciones, que es algo radicalmente distinto a lo que pasaba antes. Sin embargo, infelizmente, una de las grandes fallas del gobierno es en términos de política cultural, como también cuestiones vinculadas a casos de corrupción que lamentablemente son un lugar común en América latina.

—¿Cuáles son los problemas en relación con la política cultural?

—Tiene que ver con que no se ha encontrado una manera de crear una política cultural, tampoco existe una ley de culturas y no existen apoyos y ayudas económicas para el arte en general y menos aún para el teatro en particular. Ha habido sólo un par de cosas: un premio nacional para las artes, pero es un premio para algo que ya fue hecho y no hay fondos concursables. Con Teatro de los Andes nos autofinanciamos, no recibimos apoyo de ningún lado y no es que no lo queremos, pero no tenemos ni siquiera dónde ir a pedirlo. Nuestros sucesivos viajes a festivales internacionales o invitaciones para hacer funciones en otros países no nos habilitan ni siquiera a pedir el dinero de los pasajes como suele pasar con compañías de otros países.

TALLER DE ESCENOGRAFÍA


En el marco de la visita a la ciudad de los integrantes del colectivo Teatro de los Andes, de lunes a miércoles de 17 a 21, se desarrollará en el Parque de España, con un costo general de 800 pesos, un taller de introducción a la creación escenográfica a cargo de Gonzalo Callejas, actor y escenógrafo de la compañía. En Teatro de Los Andes la escenografía nace de manera orgánica junto a la creación de la puesta en escena. Es un elemento vivo dentro de la obra teatral que, además de ser manipulado y relacionarse directamente con los actores, participa activamente de la acción dramática. El objetivo del taller es compartir la idea de la realización escenográfica desde la creación de metáforas o imágenes escénicas que sean capaces de sintetizar y profundizar una idea o un tema.

Para agendar 

Mar se presenta este sábado, a partir de las 21, en la sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España, de Sarmiento y el río, con una entrada general de 250 pesos, que se vende en la boletería de la sala

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