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La clásica y la alternativa, juntas por el paciente

Cada vez son más los profesionales médicos que se unen a la medicina alternativa como complemento de la tradicional. Cuerpo, mente y espíritu son las nuevas vías de exploración de las ciencias médicas.

“La mayoría de las visitas al médico no tienen relación con una enfermedad real”, sostuvo el doctor y escritor Carlos Presman. El autor del libro Letra de médico mencionó a El Ciudadano la importancia de la relación entre la medicina clásica y la alternativa, además de humanizar la tradicional.

Paralelamente, cada vez son más los profesionales que se especializan en homeopatía u otras ramas de la denominada “medicina no tradicional”. Uno de ellos, Mariano Tocchettón, fundó en Capital Federal el primer centro unificador de medicina occidental y alternativa donde se trabaja sobre la importancia de tratar todos los aspectos de la persona: cuerpo, mente y espíritu. Por su parte, la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la Universidad Católica Argentina (UCA) dictaron un posgrado de comunicación médica centrada en los pacientes cuyo fin es desarrollar habilidades comunicacionales en los profesionales de la salud. La necesidad de humanizar y ampliar la medicina a nuevas vías de tratamiento es necesaria.

En diálogo con los medios nacionales, Tocchettón explicó: “Empecé a advertir que había muchas cosas que desde la clínica no podía resolver”.

Tocchetón enumeró desde problemas de piel, como eczemas o dermatitis, hasta enfermedades crónicas como psoriasis o depresión de larga data, entre algunos de las dificultades a las que la medicina alternativa logra dar respuesta.

Y aseguró que “el abordaje de la clínica médica tradicional no permitía acercarse a las causas profundas e históricas de un mal”. “En medicina tradicional la consulta no supera los 15 minutos y así es imposible llegar a las causas”, aseveró el especialista, quien remarcó que “en homeopatía la primera consulta dura dos horas y ahí se hace un análisis profundo del contexto que rodea al paciente”.

Acerca de cómo fue recibida su iniciativa entre sus colegas –aún bastante reticentes a este tipo de “innovaciones”– el doctor destacó que “tan bien que a la inauguración del centro asistieron representantes de industria farmacéutica”.

“Hay cada vez más médicos que derivan a profesionales de medicinas no tradicionales, pero aún hay un poco de resistencia”, dijo el profesional, que prefiere no hablar de una especialidad u otra.

De hecho –contó– si un paciente necesita antibióticos, él se los suministra, aunque resaltó que los pacientes llegan a su consultorio “polimedicados, con tratamientos de larga data que no pueden dejarse de un día para el otro. No se puede hacer el cambio bruscamente”.

“La idea es trabajar en concordancia con los colegas que medicaron inicialmente al paciente y a veces ellos mismos modifican la medicación”, destacó. 

Perfil de potenciales “usuarios”

Tocchetón explicó que este tipo de tratamiento es ideal para “pacientes crónicos que pasaron por varios tratamientos y no encontraron solución a sus problemas” y destacó que “al tiempo de iniciar mejoran francamente los síntomas”.

Generalmente, se trata de personas que llegan a la consulta “multiderivados”: el médico clínico lo derivó al cardiólogo, el cardiólogo al gastroenterólogo y terminan agotados de no hallar respuestas.

El éxito de este tipo de abordajes está marcado por el estado anímico del paciente, que marca la dirección correcta del proceso de curación. “Lo último que se resuelve es el síntoma, pero desde el comienzo del tratamiento el ánimo es otro y esos cambios emocionales marcan que el proceso se está dando correctamente”, subrayó.

“A veces –continuó– pasa lo que se conoce como agravación homeopática, en pacientes hipersensibles o por dosis demasiado altas de medicación”.

La relación médico-paciente

Un posgrado de comunicación médica organizado en conjunto por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la Universidad Católica Argentina (UCA) abordó el desarrollo de habilidades comunicacionales en los profesionales de la salud.

Actualmente los medios de comunicación constituyen una de las principales fuentes de información en temas de salud para el público general. Sin embargo, numerosas encuestas revelan que el contacto directo con los profesionales de la salud a través de la consulta médica sigue siendo el medio más confiable para la mayoría de la población. No obstante, los pacientes exigen obtener más información y una atención más personalizada.

“Este posgrado aborda una temática muy recurrente para los médicos. quienes actualmente se enfrentan a nuevos retos relacionados con la calidad de la atención de sus pacientes. Paradójicamente en la era de la información, los profesionales de la salud disponen cada vez de menor tiempo para dedicar a la educación de sus pacientes como resultado del sistema actual de atención ambulatoria que, en general, demanda el desarrollo de la práctica médica en varios centros de salud a lo largo de una jornada”, expone Diego Ruiz, Director de Marketing del área farmacéutica de Novartis Argentina, empresa auspiciante de este posgrado.

Sin embargo, no sólo de tiempo y de demanda de información se trata: son muchos los fenómenos que están transformando estas relaciones. Como explicó el doctor Carlos Benjamín Álvarez, decano de la Facultad de Medicina de la UCA : “Desde siempre, frente a la enfermedad se han planteado dos problemas. Por un lado, las pasiones, los sentimientos y las emociones que se generan en el grupo social entre sí y con el enfermo, y por el otro, el problema científico referido a la naturaleza y el mecanismo de la enfermedad. Ambas situaciones hacen sin lugar a dudas al tipo de formación de los médicos, que en general se centra en el problema científico, dejando de lado la atención del aspecto espiritual de las relaciones”.

A esta problemática histórica de la formación profesional de los médicos, se debe agregar actualmente el uso de las nuevas tecnologías que, según explicó Álvarez, han irrumpido en las relaciones de los profesionales con sus pacientes.

“Sin negar la tremenda importancia de la tecnología en la sobrevida hoy alcanzada, podemos decir que su utilización se ha hipervalorado y sobreestimando, llegando a desnaturalizar en ciertas ocasiones la esencia del acto médico y por ende la relación médico paciente”, reflexionó el académico.

Frente a estos nuevos desafíos, se hace necesario repensar, entre otras cuestiones, el uso de las nuevas tecnologías en las relaciones entre médicos y pacientes.

Ante todo, la salud mental

“Creo que la salud mental, el psicoanálisis ocupa un gran espacio en la terapia médica, como así también las medicinas alternativas como opción para algunos pacientes que quieren además de la eficacia de la medicina clásica gozar del bienestar general”, había explicado Presman a este medio durante la presentación de su libro y agregó: “La salud mental no se limita a un órgano, al cuerpo en sí, sino que transfiere la esfera del lenguaje del cuerpo y la condición social. Siempre digo que la historia clínica debe incluir la patobiografía del paciente y entender que el síntoma es literatura escrita en el cuerpo. Clásicamente decimos que el cuerpo habla cuando no habla la palabra. Uno pone en el cuerpo el síntoma que no se establece en el lenguaje oral”.

Cada charla que refiere a su libro, Presman la comienza con las preguntas casi sin respuesta que tiene el leiv motiv de esta obra: ¿Cómo nos enfermamos? ¿Por qué nos enfermamos? ¿Para qué nos enfermamos? Su autor no tiene esas respuestas y afirma que se debe buscar en cada paciente, que son individuales y ninguna se parece. “Es imposible que hoy se haga una tomografía de la preocupación, un electroencefalograma de la tristeza, un análisis del desamparo. Para conocer qué le está pasando a la persona que llega al consultorio hay que recurrir al lenguaje, recuperarlo como herramienta esencial de la relación entre médicos y pacientes. Al fin y al cabo es la palabra, con su enorme potencial de causar daño o alivio, la única capaz de introducirse en la intimidad del enfermo”, sostuvo.

A su vez, Presman se mostró firme al señalar que cada consulta, más que una historia clínica, es una novela personal y única; que las crisis enferman tanto como los virus y las bacterias; que un abrazo puede ser el mejor de los calmantes. Y desde el prólogo mismo advierte que la diferencia entre Dios y los médicos es que Dios no se cree médico.

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