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La Casa Rosada y el voto nominal

Por Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

“El único consuelo en Santa Fe es que ahí, al menos, votaron por nombres y apellidos”. El analista ultrakirchnerista apura un sorbo de café y agrega: “La presi parece que le encontró una vuelta a la derrota y dice que hay que tener confianza en que ella puede capitalizar el voto nominal y, además, también es mujer y en tu provincia las mujeres <garpan>. No sólo María Eugenia Bielsa ya está siendo medida en imagen y en proyección por las encuestadoras oficiales sino también Mónica Fein”.

Apenas una semana después de los comicios en nuestra provincia resulta imposible conocer un pronunciamiento sincero de las primeras líneas del gobierno nacional. Después de algún ejercicio de autohipnosis lanzado por Juan Manuel Abal Medina, tan impropio por su contenido como por la procedencia de un hombre de su inteligencia, o de las piruetas verbales ensayadas por Aníbal Fernández, más dedicado a entretener con sus cartas y opiniones de efecto superficial lanzadas a su antecesor Alberto para desviar la atención de los números locales, el núcleo duro que rodea a Cristina se niega a confesar lo que siente. Mucho menos a reconocer la derrota. Es cierto que el silencio del poder siempre otorga.

El mismo curador del pensamiento K que visita seguido los despachos presidenciales insiste en señalar que si es verdad que el fiel Agustín Rossi concentró más del 70 por ciento de rechazo, también lo es que el socialismo de Hermes Binner y Antonio Bonfatti recibió un estruendoso no de más del 60 por ciento de santafesinos. ¿Hubieran preferido que ganara Miguel del Sel? “Si me preguntás a mí, te digo que sí con las dos manos en el fuego. Pero no lo cuentes porque mis amigos de Carta Abierta me queman en el Obelisco”, se sonríe el veterano hombre que acompaña a los Kirchner desde la época de Río Gallegos.

Bonfatti bajo el prisma oficial

¿Qué se piensa del electo gobernador santafesino en Balcarce 50? La verdad, bastante poco. No hay demasiado espacio por estas horas para un análisis detenido. El dominó de comicios lanzado con la primera vuelta capitalina que augura otra derrota en el día de hoy, la dificultad cordobesa con un escurridizo José Manuel de la Sota que cortó casi todos los vínculos con Cristina (casi todos, pero no todos, resaltan desde Buenos Aires), impiden encontrar el momento para desmenuzar al flamante inquilino de la Casa Gris como gusta hacer al kirchnerismo.

Esta semana sí hubo varios llamados telefónicos para confirmar si era cierto que en una charla semipública Antonio Bonfatti había hecho un guiño a la presidenta para el caso de que ella llegara a una segunda vuelta con Eduardo Duhalde. Y, aunque se niegue, sí lo hizo. De ahí el ostensible modo en que el mismo Hermes Binner tuvo que salir a corregir a su sucesor, que desairó a Ricardo Alfonsín en su propio rostro cuando en una entrevista en la que coincidieron ambos titubeó sin decirle sí al hijo del ex presidente para el caso de un balotaje con CFK. Binner, cual bombero del Frente Progresista santafesino, se vio obligado a mandar su apoyo personal con sobreactuados adjetivos de admiración al líder radical, que tiene ascendiente en muchos de los legisladores que se sentarán en las bancas que controlarán los próximos cuatro años de gobierno local.

El razonamiento lo formula un funcionario nacional: “Si Bonfatti nos prefiere al duhaldismo y duda con los radichetas bien podría ser considerado un aliado potencial”. Pero para el 23 de octubre falta tiempo. Mucho más para las asunciones del 10 de diciembre, fecha en la que todo quedaría dinamitado si alguien del socialismo pretendiera judicialmente impugnar los 28 lugares que le corresponden a la lista que encabezó María Eugenia Bielsa. Para eso, hay que decirlo, hay buenas chances.

Dos mujeres

La presidenta convocó a su despacho a la hermana del ex ministro de Relaciones Exteriores. Pero también se interesó por Mónica Fein y su notable performance en la elección rosarina. Puede que haya una mirada de género en la curiosidad pero, de base, hay interés político. Cristina Kirchner supo tener una relación muy cordial en lo personal y más aceitada en lo gubernamental con Miguel Lifschitz. “Con Hermes no había feeling ni en los tiempos de la transversalidad. Con Miguel, sí. Y hasta no hace mucho ella lo elogiaba por su ejecutividad y por la elección de sus colaboradores”, resume el mismo analista enrolado en la tropa oficial.

La futura ocupante del Palacio de los Leones sabe que debe agradecerle mucho al actual intendente. Sus votos, aun merecidos desde lo personal, vienen paridos por Lifschitz, quien capitalizó los aciertos en la gestión y sorteó con maestría los menos de una ciudad que sigue dividida en dos: la próspera que mira al río y la carente que se interna en los barrios. “También es cierto que no nos ayudó nuestro candidato –analiza con tibia voluntad de autocrítica el mismo hombre K–. Es  una gran persona, gran conocedor pero no enamorador de una gran masa de votos”. Y enseguida apura un análisis que no llega a completar: “Yo no creo que Rosario haya votado al oficialismo para no cambiar. Me parece que no vio a nadie fuera del socialismo que le diera confianza para ese cambio. Si María Eugenia hubiera sido la candidata…”.

La Bielsa camina con moderación e inteligencia el momento en el que la puso su envidiable cantidad de votos. Mira con cuidado el repentino enamoramiento que le demuestran ahora algunas caras que antes no le prodigaban ni una invitación a una pieza en el minué del peronismo local. No se va a afiliar al partido. Eso es un hecho. No se va a dogmatizar en otro discurso que no sea en sus convicciones.

Todo eso se lo hizo saber a la presidenta cuando compartió la mesa del poder, acompañada por Omar Perotti, Amado Boudou y Juan Manual Abal Medina. Una fuente que dice saber lo que allí ocurrió asegura que Cristina quiso conocer el pensamiento de la ex vicegobernadora sobre la juventud política en general y sobre La Cámpora en particular. La titular del Ejecutivo admiró la ubicación y rapidez de la arquitecta para llevar la charla hacia el trabajo que les espera con miras a las primarias obligatorias del 14 de agosto. Con la sentencia de Carlos Reutemann que, otra vez saliendo del ostracismo, hizo explícita su cruda oposición al proyecto Cristina 2011, Bielsa deberá cargar en los hombros la responsabilidad de bendecir al hombre de Rafaela y al resto de la lista de diputados para “contagiarles” el poder de convocatoria.

Uno de los ministros bromeó sobre la rosarina como futura candidata a la gobernación. Otra vez no hubo respuesta de la aludida, que gambeteó con simpatía la alusión. Veremos si en quince días, cuando la presidenta y la diputada electa se vuelvan a ver las caras, puede resistir otro ofrecimiento que allí le harán.

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