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La “Máquina de Dios” recreó instante siguiente al Big Bang

Por primera vez se llevó a cabo un experimento de estas características, récord en la historia de la ciencia.

Científicos de diversas nacionalidades –incluidos varios argentinos– a cargo del mayor colisionador atómico del mundo, denominado la “Máquina de Dios”, consiguieron desencadenar ayer, en las instalaciones subterráneas bajo la frontera franco-suiza, choques de partículas generadores de una energía récord, para recrear condiciones similares al instante posterior al estallido del Big Bang, la explosión que dio origen al universo.

El acelerador de partículas atómicas construido en Suiza, el mayor experimento internacional que busca reproducir las condiciones del universo cuando era nuevo, logró así sus primeras colisiones en una prueba que resultó “definitivamente exitosa”, según el equipo argentino que lidera la física platense María Teresa Dova.

“Hoy tuvimos colisiones en las energías más altas que el hombre nunca alcanzó”, anunció a la prensa Dova, en el departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata.

Al igual que los físicos de todo el mundo, Dova junto a los físicos Martín Tripiana y Fernando Monticelli, pasó la noche interconectada con el Centro Europeo de Investigación Nuclear (Cern, por sus siglas en francés) de Ginebra, a la espera de que ocurriera el choque, tras la aceleración de partículas en un circuito de 27 kilómetros por los que circulan los haces.

“Cuando se produce la colisión, se obtienen partículas de alta energía y, por el principio de Albert Einstein, toda la energía se convierte en masa, que es colectada por el detector del cual nosotros tenemos que seleccionar los datos que tengan interés físico”, dijo a Télam la investigadora platense.

Los datos se colectan a través del detector Atlas, un gigante de 25 metros de alto y 46 de largo que cuenta con cien millones de canales electrónicos para transmitir la información. Esos datos relevantes podrían informar de la existencia de la partícula de Higgs, un elemento hasta ahora teórico, que explicaría la masa de toda la materia.

“Esto es física en acción, el inicio de una nueva era, con colisiones de 7 TeV (teraelectronvoltios)”, explicó, a su turno, Paola Catapano, científica y portavoz del Cern, al dar parte del experimento.

“Es un momento fantástico para la ciencia”, señaló el director general del Cern, Rolf Heuer, en una videoconferencia desde Japón, apenas conteniendo su emoción.

Los vítores irrumpieron en las salas de control cuando los detectores del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en francés) o “Máquina de Dios” marcaron el choque de unos billones de partículas subatómicas a una velocidad inédita, en un tercer intento que resultó exitoso.

“Estamos una milmillonésima de segundo después del Big Bang”, señaló a la AFP otro vocero del Cern, James Gillies.

“Es realmente un momento muy emotivo”, afirmó Steve Myers, director de aceleradores y tecnología del Cern.

“Vimos verdaderos fuegos artificiales, muy diferente de lo que habíamos visto antes”, expresó por su lado Fabiola Gianotti, portavoz del detector Atlas.

“Pronto podremos dar una respuesta a algunos de los grandes enigmas de la física moderna como el origen de la masa, la gran unificación de las fuerzas y la presencia abundante de materia oscura en el universo”, precisó Guido Tonelli, vocero del detector de partículas masivas y efímeras CMS, que utiliza una tecnología diferente a la de Atlas.

“Puede ser que estemos en el umbral de una nueva visión del mundo”, como sucedió hace un siglo con la teoría de la relatividad de Albert Einstein, opinó por su lado Jurgen Schukraft, quien investiga los primeros instantes del universo hace 13.700 millones de años.

“Con certeza estaremos repitiendo la hazaña varias veces en la semana que viene y durante el año”, señaló Myers, que comparó el experimento con el lanzamiento de dos agujas desde lados diferentes del Atlántico, con la esperanza de que choquen.

La nueva etapa, llamada “Primera Física”, supone el comienzo de una serie de millones de choques similares durante un periodo de 18 a 24 meses.

El LHC, que se encuentra en un túnel de 27 kilómetros de largo instalado en la frontera entre Francia y Suiza, se detuvo pocos días tras su inauguración en 2008 y estuvo 14 meses en reparaciones. Sin embargo, tras su relanzamiento en noviembre de 2009 el colisionador –que costó unos 3.900 millones de euros (5.250 millones de dólares)– realizó varias hazañas sin precedentes.

Un mes más tarde había alcanzado ya una potencia jamás vista de aceleración de haces de protones, de 2,36 TeV, permitiendo el choque de más de un millón de partículas. Ahora, tras alcanzar los 7 TeV, superó en tres veces y media la potencia máxima de su competidor, el Fermilab de Chicago, Estados Unidos.

Ahora, científicos de todo el mundo procesarán y analizarán los datos en una gigantesca red de computadoras, buscando evidencias de un eslabón perdido conocido en la teoría como el bosón de Higgs, comúnmente llamado la “partícula de Dios” –la que explicaría por qué las cosas tienen masa–.

“En este tipo de física, lo importante de observar nuevos fenómenos es recoger estadísticas”, indicó la científica Despioja Hatzifotiadu, y agregó: “Nos dará una idea de cómo fuimos creados en un comienzo”.

El experimento podría también esclarecer la “materia oscura” y la “energía oscura”, materia invisible que podría explicar un 96 por ciento del cosmos. Aun así, el LHC actualmente funciona sin desplegar todo su potencial, pues está diseñado para producir choques a una velocidad de 14 TeV, o un 99,99 por ciento de la velocidad de la luz, que podría alcanzar en 2012.

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