El ministro de Economía, Axel Kicillof, destacó ayer que tiene “muy buena relación” con su potencial sucesora por el espacio oficialista, Silvina Batakis, y que comparte con ella “una mirada similar de las problemáticas económicas”.
En un reportaje concedido a la agencia Noticias Argentinas, el titular del Palacio de Hacienda defendió el swap con China, criticó pronósticos fallidos de economistas, y habló de inversión extranjera e inflación.
—Mario Blejer, economista ligado a Scioli, dijo que la Argentina debería arreglar su frente externo cuanto antes porque está llegando tarde a la fiesta del financiamiento barato. ¿Le cayó mal ese comentario?
—Nosotros no pensamos que endeudarse sea malo. Creemos que el crédito externo y el interno son resortes y palancas siempre y cuando se vuelquen a la mejora de la infraestructura, del aparato productivo, de la capacidad exportadora, de la productividad y la competitividad de la economía. Para lo que no sirve el endeudamiento, sea caro o barato, es para entrar a la bicicleta financiera como ocurrió en la fase neoliberal. No hay que dejarse confundir con las tergiversaciones mediáticas y hay que escucharlo a Scioli, que ha designado a Batakis como su (eventual) ministra.
—¿Qué le pareció su designación?
—Tengo una relación personal muy buena con Silvina. La provincia de Buenos Aires también está gobernada por el FpV y en ese sentido hay una gran coordinación. La verdad es que hay una mirada similar de las problemáticas económicas.
—Mientras se llevaba a cabo el Coloquio de Idea en Mar del Plata usted asistió al Congreso de Economía Política en el Centro Cultural de la Cooperación, que algunos medios calificaron de contracumbre.
—Es un Congreso que se viene organizando hace mucho tiempo por parte de la Universidad de Quilmes y el Centro Cultural de la Cooperación. No vinieron oradores empresarios. Se presentaron 96 trabajos de economistas. Un solo trabajo de esos tiene más contenido que muchas de las intervenciones que me pareció escuchar en Idea.
—La oposición dice que ustedes se van a retirar del gobierno con pocas reservas en el Banco Central y que las que van a quedar tienen poco respaldo porque corresponden al swap con China. ¿Cómo evalúa esas denuncias?
—Es una burrada. Las reservas se cuentan según un manual que es del FMI, que dice que los swaps se computan como reserva en todos los países del mundo. Lo que pasa es que para los que hacen esa crítica, si es con Estados Unidos entonces son reservas, y si no es con Estados Unidos –y es con cualquier otro país al que le quieren dar la espalda porque querrán volver a las relaciones carnales–, no son reservas. Se ha perdido un pequeño capitulo que es que China es hoy la segunda potencia del mundo. Si les molesta la moneda china, que se vayan mudando de planeta.
—¿En cuánto tiempo cree que se puede lograr una inflación de un digito?
—Me gustaría encuadrar el tema. El año pasado decían que lo que iba a pasar en la Argentina era que iba a haber recesión, caída de la actividad, cierre de empresas e industrias, desempleo, y colateralmente tarifazo e inflación. Había montones de papagayos que en 2014 decían que la Argentina iba rumbo a la hiperinflación, para meterle miedo a la gente, y para tratar de conseguir que el gobierno torciera su rumbo. Para ellos, el año pasado la inflación anual iba a ser del 40, 50 o 60 por ciento, y ahora están diciendo tímidamente que es del 25. O sea que están hablando de una desaceleración de 25 o 30 puntos de inflación de un año a otro. ¿Por qué no reconocen esto? Porque eso se hizo sin ajuste presupuestario y sobre todo sin bajarle los sueldos a la gente que es lo que quieren hacer ellos. El trabajo de regulación y acuerdos de precios surtió un efecto que muchos no se esperaban, y que se puede seguir generalizando. Lo que se ha hecho es darle más transparencia a la fijación de precios.
—¿A qué atribuye la suba de precios?
—Para que lo entienda todo el mundo: en una economía en crecimiento –como la de ahora–, si la demanda de un producto aumenta y no alcanza la oferta, se puede o bien invertir más para producir más o bien subir los precios de esos productos. Si además los que manejan la producción de esas unidades son tres empresarios, se ponen de acuerdo y listo. Y si además después los venden cuatro o cinco supermercados, se ponen de acuerdo y listo.
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