Los policías tenían la orden de matar. El miércoles 23 de enero de 1974 cinco miembros de la Federación Argentina de Cooperativas Agrarias (Faca) viajaban hacia Colonia Caroya, en Córdoba. Querían conocer el funcionamiento de un supermercado para replicar la experiencia en Armstrong, una localidad a poco más de una hora de Rosario. En el kilómetro 674 de la ruta 9, cerca de Río Segundo, agentes de la Policía cordobesa esperaban cruzarse con un Falcon rojo. Adentro, les habían dicho, iban a ir cinco hombres de la Policía Federal.
Los cooperativistas iban en un Falcón borravino. Cuando pasaron frente al patrullero, les tiraron 172 veces. Los testigos del caso contaron que alcanzaron a gritar “paren, no disparen”, mientras decían sus nombres. “Después plantaron armas oxidadas e inventaron un enfrentamiento”, contó a El Ciudadano Malcon Perucca, nieto de Odorico Montórfano, uno de los cooperativistas asesinados.
Malcon tenía 18 años cuando descubrió que su abuelo no había muerto en un accidente de tránsito, como le habían contado cuando era chico. Se anotó en la carrera de Derecho y empezó a militar. Se dio cuenta de que los crímenes de lesa humanidad que estudiaba formaban parte de su historia familiar y seis años después empezó a investigar. Viajó a Armstrong y a Buenos Aires. Se contactó con investigadores y periodistas, con una tía de su abuelo y compañeros de trabajo de la cooperativa. También habló con nietos de los otros cuatro hombres asesinados. Malcon no conoció a su abuelo pero quería saber quién fue.
La masacre formó parte de un plan que se concretaría al mes siguiente cuando el jefe de policía cordobesa, Antonio Navarro, derrocó al entonces gobernador de la provincia Ricardo Obregón Cano. El hecho fue conocido como el Navarrazo o Contracordobazo y algunos historiadores lo consideraron una antesala de la dictadura militar de 1976.
Para Malcon la causa se enmarca dentro de los delitos de lesa humanidad y no prescribió. Después de 44 años del hecho, pide que se reabra la investigación para conseguir justicia. “No fue un error si tenemos en cuenta el contexto político y social del momento”, dijo. “Quiero que se visibilice el hecho y el reclamo por verdad y justicia”, añadió.
Un año después de aquel crimen de 1974, 12 de los 19 oficiales implicados fueron condenados a un año de prisión por exceso policial en cumplimiento del deber. Durante el juicio, el fiscal Oscar Primitivo Videla dijo que actuaron bajo un error “que los llevó a confundir la verdadera identidad de las víctimas”. El tribunal los condenó a un año de prisión por “homicidio en legítimo cumplimento de su cargo con exceso en los límites de la necesidad”. Los agentes fueron inhabilitados por cinco años y pasaron a cumplir otras funciones dentro de la Policía.
“Les compensaron el año que habían estado detenidos en prisión preventiva, por lo que después del juicio salieron en libertad. Hubo testigos y familiares de las víctimas amenazados. Fue la previa del 24 de marzo (de 1976)”, contó Perucca.
Para el nieto de Montórfano, los asesinatos encuadran en los crímenes de lesa humanidad y no prescribieron. Pide que reabran la causa, se investigue a los imputados y haya una nueva sentencia.
“Hay un asesinato por motivaciones políticas de contexto, cometido por el Estado a través de sus funcionarios públicos, los policías”, explicó Perucca y dijo que los nombres de los cooperativistas figuran en el Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado (Ruvte). “Es un crimen que lesiona a la humanidad, además de las víctimas y familiares”, agregó.
Hace dos años Malcon leyó por primera vez el nombre de su abuelo en las paredes del Museo de la Memoria. A partir de ese momento, inició una carpeta a la cual donó documentación de archivo y fotos para crear un legajo de acceso público para consultar. Para hacerlo cuenta con el apoyo de sus tres hermanos menores y de su madre, quien tenía 16 años cuando ocurrió la masacre.
“Mi mamá aún tiene la herida abierta. Lo hago por ella como una forma de reparación”, dijo y adelantó que el próximo paso es contactar más nietos e investigar a los imputados que siguen vivos.
Cuando murió, Odorico Montórfano tenía 43 años y tres hijos. Malcon no llegó a conocerlo. Quienes lo hicieron le dijeron que era una persona querida y respetada, a quien le gustaba leer. El año pasado el centro de estudiantes de la escuela Superior de Comercio puso una placa en honor al ex alumno de la institución. Malcon fue y su madre lo acompañó. En el homenaje, los estudiantes lo dejaron claro: los cooperativistas fueron víctimas del terrorismo de Estado.