La Cazadora

#CapacitacionesYa

Juan Machito Perdón

La actitud homodiante del conductor Flavio Azzaro en su programa matutino de CrónicaTV y el trato que brindó a su compañera de piso ponen nuevamente de manifiesto la urgencia de que la Ley Micaela desembarque en los medios de comunicación


Por La Cazadora

La polémica que desató en redes el conductor Flavio Azzaro luego de hacer intervenciones nefastas cuando trataban el caso del ataque incendiario homoodiante del Maricafé, del barrio porteño de Palermo, no hacen sino volver a poner sobre la mesa la necesidad de implementar la ley Micaela en medios de comunicación. Y es que después de burlarse de la comunidad LGBTIQ+ en televisión nacional, después de restarle importancia a un ataque con claros tintes homodiantes, después de quitarle valor a lo que intentaba decirle su compañera al insistir en que revelara ante cámara cuáles eran sus preferencias sexuales y con que mostrara su tatuaje al mejor estilo corte de pollera de Tinelli, Azzaro brindó unas confusas disculpas al aire donde se puso a sí mismo en lugar de víctima incomprendida diciendo que sólo quería saber si a él, como hombre cis heterosexual, lo dejarían entrara a un bar inclusivo. Sin embargo, y seguramente sin darse cuenta, él mismo dejó en claro la urgencia de implementar capacitaciones en materia de género: “Yo por ahí soy un tanto homofóbico y machista. Y tendría que ocuparme por cambiar. Primero porque soy un ser humano y segundo porque trabajo en un medio de comunicación”, dijo.

Azzaro comenzó la mañana del martes 18 de enero desplegando todas sus magias de machito conductor. La palabra la tenía la periodista Carolina Bisgarra, que intentaba contar lo que había pasado en el Maricafé: un bar LGTBIQ+ del barrio porteño de Palermo que sufrió un ataque incendiario homoodiante cuando dos personas arrojaron un almohadón prendido fuego contra el local. Pero Bisgarra no pudo más que expresar algunas palabras: dijo un horario, dijo dónde, dijo Maricafé, y dijo LGTBIQ+. Fue todo el despliegue que pudo darle a la noticia, porque allí comenzaron las preguntas de Azzaro, que hizo todo lo que estuvo a su alcance para desviar la atención del ataque de odio hacia sí mismo.

“Pero, ¿qué significa un café GLGTB? ¿Significa que yo no puedo ir, por ejemplo?”, preguntó Azzaro. “Es un café inclusivo”, respondió su compañera. 

“¿Pero hay cafés que no son inclusivos, que si sos gay no podés entrar, ponele?”, insistió. Y de nada sirvió que sus compañeras intentaran explicarle al aire que inclusión no significa exclusión: “Si, claro que podés ir. ¿Sabés qué pasa Flavio? Nosotros no formamos parte de la comunidad, entonces es muy difícil hablar desde afuera, cuando hay gente que forma parte y necesita hacer esa comunidad, sentirse en un lugar más cómodo y más respaldado”, intentó explicarle Bisgarra.

Pero Azzaro seguía y seguía: “Parece un poco discriminador si es solamente para ellos. ¿Yo puedo entrar, ponele? A mí me gustan las mujeres”. 

“Si, quedate tranquilo que podés”. Así Bisgarra intentó cerrar el tema y volver al policial. Pero Azzaro… “A vos Caro te gustan los hombre o las mujeres”; “Dudaste! Es una pregunta muy fácil”; “A mí me gustan las chicas, y Juan Pablo Guerri. Ahí me meto en el QQBCHATPHPU”; “A ver ese tatuaje que tenés ahí, ¿qué dice?”; “¿Vos te crees que la gente está preguntando si pasó algo con lo del almohadón? La gente quiere saber qué dice tu tatuaje”. Una atrás de la otra.

Qué dice con lo que dice

En sus intervenciones Azzaro hizo dos cosas: primero, burlarse de la comunidad LGTBIQ+; segundo, incomodar, faltarle el respeto y ningunear a su compañera de trabajo.

Las siglas LGTB no son desconocidas para la sociedad argentina. Los debates sobre los distintos tipos de violencia que sufre el colectivo y las luchas por las reivindicaciones de sus derechos, que han quedado plasmados en algunas leyes, circulan con fuerza en los medios, por lo menos, desde la sanción del Matrimonio Igualitario en 2011, y mucho más desde la masificación del movimiento feminista desde el primer Ni Una Menos de 2015. Sin embargo Azzaro nunca las mencionó correctamente. Dijo GLGTB, dijo QQBCHATPHPU, dijo PAL NTSC (sic). Se burló, literalmente, de unos de los colectivos más vulnerables. Su compañera se lo dijo con claridad al aire: “No es casual que una mujer trans tenga una expectativa de vida de 35 años”.

Azzaro, como varón cis heterosexual, tuvo el tupé de ponerse en el lugar de una potencial víctima a la que se le podría denegar el ingreso a un bar, y puso en duda que las personas les colectivo LGTBIQ+ tengan algún inconveniente con ser admitidas en “bares comunes”.

La youtuber trans Dani Díaz le respondió desde su canal con una enumeración de hechos donde eso sí ocurrió: “Son innumerables los casos de discriminación en bares de Argentina. Recordemos en 2013, que una pareja de lesbianas fue echada del bar Mirapampa de La Plata porque se estaban besando, se les acercó en encargado y les dijo que al público de ese bar no le gustaba ese tipo de exhibicionismo y que hay boliche gays donde pueden ir personas como ustedes. En 2016 en el bar La Biela del barrio de Recoleta de la ciudad de Buenos Aires echaron también a dos mujeres por darse un beso, lo que derivó en la organización de un besazo en la puerta del bar contra la discriminación. Recordemos en 2019 que otras dos chicas fueron corridas de una cervecería en Tucumán, también por haberse besado. Se les acercó un policía cuando estaban yendo al baño y les dijo que se retiren del bar por orden del encargado”, recordó, entre otros casos.

La agencia Presentes hizo un raconto de otros hechos de homoodio recientes:
-A principio de este mes el mural realizado por estudiantes del Bachillerato Popular Travesti Trans NB Mocha Celis fue vandalizado.
-En la localidad de Las Flores rompieron el cartel que anuncia el proyecto de construcción de la Plaza de la Diversidad.
-Maira Sánchez, parte del equipo de fútbol femenino de Rosario Central fue desvinculada por besarse con otra chica. Ella junto a otras integrantes del equipo denunciaron maltratos.
-El bailarín de ritmos latinos y profesor de baile Roberto Tito Costilla (27) a mediados de diciembre sufrió un ataque homodiante que le quebró la pierna.
-El primer transfemicidio del año fue el de Aldana Lorenz. Fue atacada en Santa Fe el 25 de diciembre y la justicia recién intervino luego de su fallecimiento el 4 de enero.

Un párrafo aparte merece el trato que Azzaro le proporcionó durante toda la transmisión a su compañera, Carolina Bisgarra. No sólo la interrumpió constantemente cada vez que intentaba explicar lo que había ocurrido y por qué se trataba un hecho de homoodio, no sólo la desoyó cada vez que la periodista intentaba que no se fuera tan al pasto con lo que él estaba diciendo sino que, además, al mejor estilo Marcelo Tinelli con el corte de pollerita, le exigió que revelara al aire sus preferencias sexuales y la calló diciendo que lo que ella estaba contando no le interesaba a nadie, que mejor le contara a la audiencia qué decía su tatuaje. 

Si alguien se sintió ofendido…

Al día siguiente, después de que le llovieran los cuestionamientos en redes sociales, y más por limpiar su imagen que para plantear un cambio real, Azzaro ensayó una disculpas “si alguien se sintió ofendido”, y dijo que tal vez pecaba más de porteño que de otra cosa, porque “acá en Buenos Aires no pasan esas cosas”, pese a que el ataque al bar fue en pleno Palermo.

Sin embargo, dentro de la maraña de confusión que tejió con sus “disculpas” públicas, en las que aclaró que el tema tampoco le importa demasiado, dejó algo en claro: es urgente que se implemente la Ley Micaela en los medios de comunicación.

Azzaro dijo: “No lo tome al principio como lo tenía que tomar, a veces uno se envuelve en orgullo y dice: ‘estos son unos boludos, no fue tan grave’, y quizá para el otro sí es grave. Primero para los que les quemaron el bar y segundo para las personas que sufren producto de vivir en una sociedad que, como yo, es homofóbica y machista. Y tendría que ocuparme por cambiar. Primero porque soy un ser humano y segundo porque trabajo en un medio de comunicación. Y prometo que le voy a meter más atención a estas cosas. Porque no es un tema que entienda, no es un tema que tampoco me interese mucho, pero debe interesarme porque producto de las cosas que pasaron me llegaron un montón de comentarios, insisto que en principio me chupa un huevo (…) Yo internamente sé que no tengo mala leche, pero la gente no tiene por qué saberlo. ¿Por qué la gente tiene que saber lo que uno siente cuando lo que uno está haciendo es expresarse de manera poco empática y desubicada. Lo que le llega a la gente es eso. entonces sentía que tenía que hacer un comentario”. 

Ley Micaela

La ley N° 27.499, conocida popularmente como Ley Micaela, hace obligatoria la capacitación en género para las y los trabajadores del Estado nacional en sus tres poderes, para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las disiencias. Su objetivo es transversalizar la perspectiva de género, que logre atravesar el tejido social en toda su extensión. Fue sancionada el 19 de diciembre de 2018  y obtuvo su nombre de Micaela García, una joven militante del Movimiento Evita que fue víctima de femicidio.

En agosto de 2021, tres diputadas del Frente de Todos Ayelén Sposito (Río Negro), Gisela Marziotta (CABA) y Silvana Ginocchio (Catamarca); junto con periodistas de la Red de Medios Digitales –organización con impronta federal que nuclea a medios autogestivos y cooperativos–; representantes del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) e integrantes de la fundación Micaela García, presentaron un proyecto de ley en el Congreso de la Nación que buscaba implementar la Ley Micaela en los medios de comunicación.

¿Para qué? Para que personas como Azzaro, que son formadoras de opinión por tener un lugar en un canal tan popular como Crónica TV, entiendan que con lo que dicen perpetúan las violencias. Y sobre todo, que entiendan en qué punto están siendo violentos. Porque después de todo lo que ocurrió, Azzaro ni siquiera ensayó una disculpa con su colega Carolina Bisgarra por la violencia que ejerció en su contra.

Y es que sin capacitaciones, sin que haya alguien que les marque a estos ignorantes, homofóbicos y machistas (en palabras del propio Azzaro) la violencia y el odio que instalan con sus discursos, se perpetúa el círculo vicioso de los pedidos de disculpas confusos y oportunistas, y aquí no ha pasado nada.

La ley Micaela en los medios de comunicación es necesaria, no en un sentido punitivista, pero sí  para establecer marcos normativos que frenen los discursos de odio en los medios.

Pese a todo, el proyecto de ley perdió estado parlamentario, y la Ley Micaela para medios de comunicación sigue siendo sólo una utopía que volverá a ser impulsada este año.

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