Caren Tepp fue la presidenta de la Comisión de Feminismos y Disidencias del Concejo Municipal durante sus dos primeros años de funcionamiento. Este ámbito de trabajo del legislativo local fue creado en diciembre de 2019 por iniciativa de Ciudad Futura, partido político al que pertenece Tepp, desde donde entendieron que “las instituciones en el siglo XXI tienen que expresar la diversidad y la pluralidad de sujetos políticos y sociales, de luchas, de reivindicaciones que se van plasmando desde afuera de esas instituciones”. La Comisión transitó sus dos primeros años en pandemia, y eso le impuso un funcionamiento virtual y una agenda atravesada por la coyuntura. Trabajan en contacto permanente con más de 120 organizaciones y colectivos de la sociedad civil, para nutrir la agenda de debate legislativo de Rosario. En diciembre pasado, la Comisión se fusionó con la de Derechos Humanos, la concejala Norma López asumió la presidencia y Tepp pasó a ocupar el cargo de vice.
–¿Por qué consideraron necesario crear una Comisión de Feminismos y Disidencias?
–En diciembre de 2019 había claramente una cuestión histórica de revolución que se venía gestando en las calles y en los distintos territorios, que daba cuenta de la necesidad de que las instituciones se hicieran eco, así como lo habían hecho los gobiernos ejecutivos a nivel municipal, provincial y nacional, de poder tener un espacio que ponga en las agendas de las instituciones eso que se venía plasmando desde las calles. Desde Ciudad Futura entendíamos que el momento en que se ponían en consideración nombres propios para decidir quiénes iban a ser las autoridades del Concejo, era necesario también pensar reformas más institucionales. Entre otros proyectos, propusimos la creación de la Comisión de Feminismos y Disidencias. En años anteriores ya había habido algunos proyectos para crear una Comisión de “Género”, o “de la Mujer”, que no prosperaron y que nosotros recogimos. Lo que hicimos fue presentar una resolución para la modificación del reglamento interno qué creara una comisión nueva que se denominó Feminismos y Disidencias.
La elección del nombre no fue azarosa. Hicimos una difusión grande respecto de por qué llamarla de ese modo. Para nosotros, las instituciones en el siglo XXI tienen que expresar la diversidad y la pluralidad de sujetos políticos y sociales, de luchas, de reivindicaciones que se van plasmando desde afuera de esas instituciones. Creemos que en la forma de nombrar las instituciones no se debe tratar de traducir en términos técnicos lo que se está dando en las calles, sino intentar ser un reflejo de eso, para que la propia sociedad pueda reconocer esos ámbitos como propios y, así, contribuir a achicar la brecha que muchas veces existe y que cada vez se profundiza más entre la política, lo que pasa dentro de las instituciones y los palacios, con lo que pasa afuera. Es el único ámbito del que tenemos registro en Argentina que tenga este tipo de denominación y no la de “género” o “mujeres”; que exprese dentro de la institución el nombre de los colectivos cómo se nominan en las calles.
–¿Hubo algún ruido respecto del nombre que se le asignó a la Comisión?
–Como se dio en medio de otras discusiones, como la elección de las nuevas autoridades, no se debatió demasiado respecto del nombre. Sí después, en el propio ámbito de la Comisión, por algunas inquietudes de las concejalas que la integraban y por algunas propuestas de las organizaciones que conforman el Consejo Asesor, nos dimos el debate. No tanto por el término “feminismos” sino por “disidencias”. Desde el colectivo de personas LGTBIQ+ hubo un intercambio en torno de sí tenía que llamarse “disidencias” o “diversidad”. Entonces, en el marco del Consejo Asesor, lo que hicimos fue generar una reunión especial abierta para que todos, todas y todes puedan expresar su opinión, su mirada, acerca de por qué uno u otro concepto. Con la concejalas resolvimos tomar ese debate como insumo, es decir, que sean los colectivos y personas de los colectivos de la diversidad los que den el debate y que nos sirva a nosotras para discutir si es necesario un cambio en la nomenclatura de la Comisión o si dejarla cómo está. Sí bien no hubo unanimidad dentro de los colectivos y de las organizaciones, sí hubo una mayor propuesta de sostener el concepto de “disidencias” y por eso creo que después ninguna concejala propuso o sostuvo la necesidad de cambiar el nombre de la comisión.
–La Comisión siempre estuvo integrada exclusivamente por mujeres
–Somos siete miembros concejales, como el resto de las comisiones, y en particular está integrada íntegramente por mujeres. Creo que hubo una priorización de las distintas fuerzas políticas de elección de las compañeras mujeres para integrarla. Es un espacio fundamentalmente para las mujeres y las disidencias que, de manera protagónica, tenemos que habitar ese lugar institucional, darle forma, marcar las prioridades. Porque el objetivo de la Comisión y de todas las concejalas que la integraron esos dos primeros años, fue no solamente hacer que sea un espacio desde donde se incorpore a la agenda de la ciudad las reivindicaciones, las luchas y los deseos de nuestro movimiento, sino que también pueda ser un espacio donde contribuyamos a construir una política mucho más basada en esta idea de feminización o despatriarcalización de la política, de muchos modos de hacer política que tiene el propio Estado y la política tradicional. Para nosotras eso también se plasmó en una forma de trabajo más colaborativa, de cooperación horizontal, que tenemos en el propio Movimiento de Mujeres y Disidencias.
Además, por fuera de las concejalas que la integramos, entre los propios trabajadores y trabajadoras que llevan adelante el funcionamiento más ordinario de la Comisión, también resolvieron no trabajar tanto por la jerarquía del propio estatuto sino poder hacer un trabajo más horizontal y colaborativo entre ellos y entre ellas. Y eso estuvo buenísimo, porque de alguna manera va generando una forma distinta de hacer las cosas.
La Comisión tiene, dentro del cuerpo de trabajadores, a dos compañeras mujeres cis y tuvimos como objetivo que se pueda cumplir con el cupo laboral trans, que ya lo tenemos aprobado por ordenanzas pero que todavía no se había aplicado dentro de la planta de los trabajadores municipales del Concejo. El objetivo fue que dentro de la Comisión pueda haber una persona del colectivo travesti trans de la ciudad, y para eso trabajamos con toda la metodología y todo el proceso de selección que ya tiene la Municipalidad, dónde también participan las organizaciones, para que en base a los perfiles que nosotras estábamos buscando pudieran sugerirnos personas que hubieran pasado por todo el proceso de selección para que integren estos lugares dentro del Consejo. Así es que se incorporó un compañero varón trans que trabaja en la Comisión desde la planta del Estado.
–¿Cómo fue el trabajo de entrar en contacto las organizaciones de la ciudad?
–Cuándo creamos la Comisión se creó también un Consejo Asesor, un espacio de participación más activa de las organizaciones y de los colectivos de la sociedad civil, entendiendo que Rosario es una de las ciudades que más empuja las luchas feministas en nuestro país. Que Rosario sea una de las pocas ciudades que tiene hoy mayoría de mujeres en el ámbito legislativo, que la mayoría de nosotras presidamos nuestros propios bloques o espacios políticos, e incluso muchas de las comisiones del Consejo Municipal, no es un proceso natural, sino producto de esa lucha que tienen las organizaciones y los distintos colectivos en Rosario. Por eso desde el primer momento nos pareció que la Comisión tenía que tener un diálogo permanente con esas organizaciones, para nutrir la agenda de debate de la Comisión. Dentro de todas estas organizaciones y colectivos hay compañeros, compañeras y compañeres muy formados en cuestiones de género y de diversidades en distintos ámbitos de participación. Queríamos abrirles las puertas de la Comisión, poner en debate con las organizaciones los proyectos legislativos que veníamos debatiendo o que veníamos presentando.
Lo que hicimos fue generar un espacio que se juntó todos los meses desde marzo del 2020 y en el que se anotaron para participar más de 120 espacios de la ciudad, de organizaciones políticas, sociales, territoriales, de militancia barrial; las comisiones de género de los clubes, de los sindicatos. Hay una participación muy amplia y diversa y se generó un verdadero ida y vuelta. No buscamos reemplazar ni competir con espacios que ya tienen su propias dinámicas, como el Comité Feminista o la Coordinadora del Orgullo, sino por el contrario poder generar otra dinámica anclada en la en la producción legislativa y la construcción de políticas públicas en la ciudad.
–¿Qué implicó que los primeros años de funcionamiento de la Comisión fueran en pandemia?
–Los primeros seis meses de la Comisión todos los temas tuvieron que ver con poder entrar en diálogo con el Comité Feminista que se fue creando desde las organizaciones de mujeres y del colectivo de la diversidad para atender las principales urgencias, sobre todo el aumento de los casos de violencia de género en el ámbito más privado o doméstico y la imposibilidad de esas mujeres de no poder salir a hacer la denuncia. En ese sentido se articuló con el Ejecutivo la creación de un canal de WhatsApp para poder hacer las denuncias y comunicarse con el Teléfono Verde a través de otro medio. En ese momento se planteó la posibilidad de la creación de un código verbal sí estabas sufriendo violencia de género cuando ibas a hacer alguna compra. Se trabajó mucho en al articulación con los poderes Ejecutivos municipal y provincial para la reapertura de los centros territoriales de denuncias, porque muchas mujeres iban a la comisaría del barrio y las misma policía repetía las violencias mandándolas a portarse bien a su casa. También se articuló para que la Municipalidad disponga de algunos móviles de la GUM para hacer los traslados que las mujeres necesitaban para hacer las denuncias en un contexto en el que el transporte público estaba de paro. Fueron meses donde se recrudeció la violencia de género y además los mecanismos e instituciones que habíamos creado en los últimos años para poder atender y acompañar esas situaciones estaban cerrados. Se trabajó también en la creación de un Registro de las organizaciones que acompañan este tipo de situaciones. Además, los refugios de mujeres estaban colapsados, entonces se gestionó con hoteles y hostels para que puedan ser espacios que brinden esta posibilidad a quienes estén atravesando una situación de violencia más extrema y que puedan tener un lugar donde ir.
En paralelo fuimos nutriendo la agenda legislativa con proyectos que venían en el temario del Consejo pero que no estaban priorizados en las otras comisiones. El más importante fue la creación del protocolo de atención de situaciones de violencia de género en el ámbito municipal. Llevaba más de dos años dentro del Concejo sin tratamiento y en la Comisión, en la segunda mitad del primer año, ya nos pudimos poner de acuerdo, sancionarlo como ordenanza, y que no sea un protocolo sólo para el Concejo sino para todos los trabajadores municipales. Y además, que esté pensado para que cualquier persona en la ciudad que sufra violencia de género por parte de un trabajador municipal en el desempeño de sus funciones pueda recurrir a la activación de este protocolo.
–¿Por qué decidieron que a partir de diciembre pasado la Comisión se fusionara con la de Derechos Humanos?
–Lo consideramos porque en la Municipalidad, en el ámbito Ejecutivo, la Secretaría de Género está vinculada con la de Derechos Humanos. Las dos comisiones tenían temas que se tocan en muchos aspectos, hay cosas que se trabajan en conjunto. La idea fue fusionarlas para que trabajen de manera conjunta, que sea la Comisión de Feminismos, Disidencias y Derechos Humanos, manteniendo por separado los dos Consejos Asesores: por un lado el de Feminismo y Disidencias, y por otro el de Derechos Humanos.