Ciudad

En el banquillo

Hubo contradicción sobre el estado de las pruebas

Quienes manipularon la muestra de sangre, que no pudo analizarse, dieron versiones diferentes en el juicio por las muertes de Emiliano Cáceres y Facundo Aguirre.


El camino de la prueba de sangre fue el eje de la tercera jornada de juicio por las muertes de Emiliano Cáceres y Facundo Aguirre. Esa prueba, adulterada según las familias de los jóvenes fallecidos, es una de las formas más fehacientes para definir el estado de embriaguez o no de Federico Gómez, acusado de manejar alcoholizado y por eso provocar el siniestro en el que murieron Cáceres y Aguirre. Los testigos de ayer fueron el enfermero encargado de la extracción de sangre y orina; el empleado médico de la Policía; y el bioquímico de Medicina Legal, a cargo de procesar las extracciones. Los testimonios coincidieron en cómo se desarrolló el procedimiento la mañana del 22 de febrero. La prueba de sangre, sin embargo, fue el núcleo de debate: el enfermero aseguró haber extraído entre 2 y 3 centímetros de sangre, mientras que el bioquímico afirmó que el tubo de ensayo tenía apenas un milímetro y por eso la prueba no pudo ser analizada. El martes, el por entonces comisario de la seccional 14ª, deslizó además que en el Heca le habrían extraído a Gómez sangre y orina. Aún nadie pudo constatar eso. Las familias de Emiliano y Facundo llevan adelante otra causa contra la Policía provincial por incumplimiento de deber de funcionario público. Aseguran que hubo una serie de irregularidades en los procedimientos para beneficiar al imputado. Entre ellas, la alteración de las pruebas de alcohol en sangre y orina.

El primer testigo que declaró ayer fue el enfermero de Medicina Legal, quien hizo la extracción de sangre y orina ese domingo de febrero de 2014. El enfermero fue claro y, por pedido de la fiscalía, querella y defensa, reiterativo: la extracción fue de dos o tres centímetros de sangre. Y destacó que en treinta años siempre sacó la misma cantidad. Según su relato, la extracción a Gómez fue pasado el mediodía, en la comisaría 14ª. Ahí mismo rotuló el frasco y como el laboratorio estaba cerrado, lo guardó en la heladera de Medicina Legal. No recuerda en detalle a Federico, mucho menos si le habían sacado sangre antes. Sí afirmó que no había nadie en la habitación más que ellos dos. El lunes a las 8 llevó las pruebas al laboratorio, donde fueron recibidas en conformidad. Cinco meses después, le avisaron que la muestra de sangre era insuficiente. “Yo dije que no podía ser”, atestiguó y aclaró que fue la primera vez en su carrera que le objetaron la cantidad de sangre extraída.

El camino de la prueba termina en el bioquímico de la fuerza policial, jefe del laboratorio y el que recibió las muestras para analizarlas. Dijo que la persona que analiza las pruebas es, además, la única que rompe los precintos de seguridad, descriptos por el testigo como una suerte de cinta adhesiva. El profesional manifestó que las muestras no habían sido violentadas y el precinto estaba intacto. Sin embargo, aseguró que la cantidad de sangre era de menos de un milímetro, o sea, insuficiente para ser analizada. El informe escrito por el profesional y presentado como prueba ante el juez José Luis Suárez refleja que la sangre no pudo ser procesada. Sobre la orina, el examen de alcoholuria arrojó que tenía 0,330 por ciento de alcohol. Si bien deslizó que es probable que fuera etílico, esto es por consumo de bebidas, explicó que existen otras razones por las que se dé este resultado.

El médico policial fue el segundo en testificar y el primero que vio a Federico Gómez la mañana del 22 de febrero de 2014. Ese día estaba de guardia y recibió un llamado a media mañana para constatar el estado psíquico y las lesiones externas del imputado. El médico llegó a la comisaría 14ª pasado el mediodía. Antes había ido a pedido de sus jefes al Heca, pero Gómez no estaba allí. En la seccional constató que el joven no tenía lesiones visibles, ni estaba privado de razón, lo que no significa que no haya estado bajo los efectos del alcohol. Luego solicitó la extracción de sangre y análisis de orina que hizo el enfermero y primer testigo.

Los familiares de Emiliano y Facundo señalaron que la imposibilidad de analizar la sangre es una de las mayores irregularidades en la investigación. Los testigos coincidieron que esta prueba es una de las formas más certeras de constatar el estado de embriaguez e insistieron con que debe hacerse lo antes posible, porque el paso del tiempo afecta los resultados. Esto es importante ya que la única extracción de sangre y orina constatada en el juicio se hizo al mediodía. Habían pasado 6 horas del siniestro.

La Fiscalía y la querella sostienen que Federico Gómez estaba alcoholizado al manejar su Fiat Uno Blanco ese domingo de febrero. Señalan que no respetó la velocidad máxima al descender del puente que conecta con la autopista Rosario-Córdoba. Esto llevó a que perdiera el control del auto y colisionara contra un camión estacionado por Pellegrini pasando Provincias Unidas.

Desde la defensa de Gómez, en tanto, rechazan que el joven hubiera estado alcoholizado o que condujera a más velocidad de la permitida. En cambio, señalaron que hubo elementos extraños que llevaron a la tragedia: un camión que iba “a paso de hombre” por el carril izquierdo del viaducto llevó al joven a pasar por la derecha; un badén en la bajada del puente hizo perder el equilibro del vehículo y, por último, un camión estacionado en un espacio donde no está permitido contra el que se estrelló.

Gómez, por entonces de 18 años, manejaba su Fiat Uno blanco junto a Emiliano Cáceres Ferreyra y Facundo Aguirre, ambos compañeros del Colegio Jesús de Nazareth. Volvían de una fiesta en Funes cuando al bajar del viaducto Che Guevara chocaron contra el camión que estaba estacionado. Emiliano y Facundo murieron en el lugar.

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