Economía

Panorama económico

Hay un camino hacia la recuperación de la soberanía monetaria de las naciones

El ex presidente de Brasil y confirmado candidato Lula da Silva defendió la creación de una moneda única en América latina. La idea de "Sur" es una antigua, pero vigente idea: ¿qué pude cambiar con Una sola Nación económica, con capacidades complementarias entre los países?


Rodolfo Pablo Treber

 

Fundación Pueblos del Sur (*)

 

Especial para El Ciudadano

 

En los últimos días, el candidato a presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva defendió la creación de una moneda única en América latina como herramienta para ampliar las relaciones entre los países de la región y romper la dependencia del dólar estadounidense.

Esta antigua, pero vigente idea, emerge al debate público en un oportuno escenario geopolítico de pérdida de hegemonía de la divisa norteamericana.

En el actual contexto, de claro tránsito hacia la multipolaridad, resulta conveniente y necesario para los países de nuestra América, primarizados y subdesarrollados adrede, avanzar hacia la unidad monetaria y financiera para posicionarse con fuerza ante el nuevo orden mundial en gestación, y no perpetuar el carácter dependiente de sus economías.

Sin embargo, vale destacar que la unidad debe ser en vista a un planificado desarrollo industrial en común, y no únicamente en el plano de lo estrictamente financiero y monetario, dado que de este modo los únicos beneficiados serían los países con mejores condiciones de desarrollo preexistentes, generando nuevas relaciones de dominación y dependencia, como sucedió, y sucede, en la experiencia de la Unión Europea.

En este sentido, la moneda “Sur” debería utilizarse para las relaciones comerciales entre los países de nuestra América, con el objetivo de autofinanciar los necesarios planes de integración industrial regional. A fin de no caer en la volatilidad e incertidumbre característica de las monedas de economías no desarrolladas, su respaldo de emisión debería constituirse en base a la producción de los países miembro (materias primas y principales bienes negociables). De esta manera, el valor de la moneda quedaría atada a la producción, al trabajo, y no a la especulación de los mercados financieros. Por otro lado, la relación cambiaria con las monedas nacionales debería administrarse con un tipo de cambio flotante, en base a los precios de la producción utilizada como respaldo, para evitar la competencia desigual entre los países miembro.

La moneda, y una Banca Central Sudamericana, serían una poderosa herramienta si se utiliza como banca de desarrollo para potenciar la complementariedad de las economías de la región.

Si nos permitimos espiar el futuro por una hendija diferente a las que nos ordenan, podemos ver, e imaginar, el enorme potencial de una Patria Grande unida. La característica complementaria de sus economías y sus recursos naturales, actuando en conjunto, abren la posibilidad de un desarrollo explosivo para sus Pueblos. Todo aquello que hoy, separados, nos debilita en beneficio del opresor, unidos nos fortalece y libera.

A modo de ejemplo, si YPF, Petrobras, Pemex, Ancap, PDVSA, YPFB y otras petroleras estatales se unen en una misma estrategia regional, su poder y diversidad de producción se potencia al primer nivel mundial. Planificando industrialmente el abastecimiento de sus insumos, agregarían valor técnico e industrial a su producción primaria… el mismo factor de escala se podría alcanzar para la producción de alimentos, gas, litio, y demás sectores estratégicos.

Una sola  Nación económica, con capacidades complementarias entre los países, donde la Argentina puede cumplir el rol industrial-industrializante si recupera la tradición exitosa de sus empresas estatales como modelo replicante para los Pueblos hermanos. Autoabasteciéndose en salud y educación (Cuba), alimentándose a partir de la Pampa Húmeda y superficies cultivables sumadas a su extensa plataforma marítima, con más de un siglo de abundante petróleo por delante (Venezuela), bendecida por el mayor acuífero dulce del planeta (Paraguay, Brasil, Argentina), la mayor diversidad ecológica del mundo y enormes yacimientos de minerales estratégicos (Bolivia, Perú, Chile, Brasil, Argentina), sería suficiente para sentar las bases de un futuro próspero y soberano en la región.

Lo máximo que Estados Unidos, y su capitalismo global es capaz de dar es lo que tenemos, y no alcanza para todos: el empresario privado alineado a multinacionales, el asistencialismo en reemplazo del trabajo, el consumismo de las clases medias, conviviendo con una desigualdad extrema y hambre en tierras de abundancia. Y nada más.

Pero el mundo está cambiando, el contexto geopolítico nos presenta una nueva oportunidad de animarnos a emprender un proyecto de soberanía política, independencia económica y justicia social. A nuestra Patria Grande, por su abundancia en recursos y posibilidades, le conviene el desarrollo industrial endógeno y asociado, en vez de la competencia y los mercados globales. La vía de crecimiento autónomo no puede ser la del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, instituciones todas imperialistas, golpistas y asesinas de nuestros Pueblos.

Tenemos que hacer la nuestra, construir un futuro distinto.

 

(*) fundacion@pueblosdelsur.org

Comentarios