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Francisco se tomó un descanso

En su segundo día en Río, el pontífice reposó y utilizó la red social Twitter para comunicarse. Una multitud participó de la apertura de las jornadas en playa de Copacabana. El jefe eclesial retomará actividad hoy: visitará santuario de Aparecida.


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En su  segundo día de visita a Río de Janeiro, el papa Francisco eligió ayer la red social Twitter para comunicarse con los fieles de todo el mundo que siguen llegando a esa ciudad brasileña para participar de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que contempló por la tarde una multitudinaria misa de apertura en la playa de Copacabana. Francisco tiene previsto visitar hoy el mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, dedicado a la virgen negra patrona del país.

“La Iglesia es joven y esto se percibe muy bien en la JMJ.  Que el Señor les mantenga siempre a todos ustedes jóvenes de  corazón. #Rio2013 #JMJ”, escribió Jorge Bergoglio desde la residencia Sumaré, donde cumplió una jornada de descanso tras su  llegada a Río.

Más temprano, el Papa había agradecido el “cálido” recibimiento que tuvo por parte de los jóvenes que invadieron las calles de la “ciudad maravillosa”.

“Gracias. Gracias. Gracias a ustedes y a las autoridades por haberme dispensado una acogida tan cálida en tierra carioca.  #Rio2013 #JMJ”, posteó más temprano, y generó 3700 retweets en la  cuenta oficial en español @pontifex_es.

Francisco, de 76 años, rezó una misa en una capilla de la residencia de Sumaré, en las alturas de Río y rodeada por la selva tropical atlántica, y tomó helado en el desayuno, informó la prensa local.

En tanto, miles de peregrinos de todo el mundo, y más  de 40 mil de la Argentina, siguieron arribando a Río, que amaneció muy nublada y con fuertes ráfagas de viento que hacían presagiar la llegada de lluvias.

Los peregrinos argentinos conforman la delegación inscripta extranjera más grande de la JMJ, según informó durante una conferencia de prensa la encargada  de la logística de la Jornada, Shaine Machado.

La Jornada tiene actualmente 350 mil  inscriptos oficiales, y Argentina aporta a ese número con 23 mil  personas, a las que se deben sumar aquellos que llegan a Río de Janeiro por fuera de la delegación oficial.

Además, se explicó que los peregrinos llegan desde 175 países  de todo el mundo, siendo en su mayoría mujeres, que suman el 56  por ciento de los inscriptos.

Después de la delegación argentina siguen en importancia la de Estados Unidos con más de 10 mil inscriptos y la de Chile con más de 9 mil.

La seguridad bajo la lupa

Las autoridades analizaban ayer las fallas de seguridad que permitieron que a su llegada, el lunes pasado, el Papa fuese cercado en su automóvil por una multitud, y por otro lado, el estallido de violencia tras una manifestación cerca de la Gobernación.

El coche de paseo quedó atrapado tres veces durante varios minutos en el tránsito, mientras una multitud en delirio le tiraba regalos por la ventanilla y hasta lo tocaba para desesperación de sus guardaespaldas, generó cuestionamientos sobre el operativo de seguridad.

Las autoridades admiten errores de comunicación entre diferentes organismos encargados de seguridad, y la alcaldía de Río dijo que el chofer del automóvil se equivocó en el recorrido.

La secretaría de Seguridad para Grandes Eventos –dependiente del Ministerio de Defensa–  sostuvo que el propio Papa pidió al chofer disminuir la velocidad para saludar a la gente.

“No hay que dramatizar lo que sucedió. Todo salió bien, nadie fue allí para hacer daño al Papa”, indicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

“El secretario del Papa me confió que estaba asustado, pero que el Papa permaneció muy sonriente”, añadió.

Hechos de violencia

Anteayer, poco después de la reunión del Papa con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, sede de la gobernación del estado de Río, centenares de manifestantes que protestaban  contra el gasto público de 53 millones de dólares que implica su visita y la JMJ, fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y chorros de agua. Tres personas fueron heridas, incluido un fotógrafo de la AFP que recibió un bastonazo de un policía en la cabeza. Ocho personas fueron detenidas.

El  obispo de San Pablo, Odilo Scherer, afirmó ayer que los costos de la JMJ en  gran medida “son solventados por los participantes” y negó que las  protestas callejeras que se dieron estén dirigidas contra el Papa.  Según entiende el obispo, están  relacionadas con la política local, al tiempo que sostuvo que el  gobierno brasileño “hace mucho para incluir, y aún queda mucho por hacer”.

Llegada papal y entretelones políticos en el Palacio de Guanabara (Por Ignacio Zuleta / Enviado Especial)

El palacio de Guanabara, donde tiene sus oficinas Sérgio Cabral, gobernador de Río de Janeiro, se convirtió en un laboratorio de la política brasileña y hasta de la política de la región con el papa Francisco como protagonista.

Brasil esta viviendo una enorme conmoción en su estructura política y Dilma Rousseff enfrenta la bronca de la gente. Los dos VIP que se organizaron en ese palacio alrededor de la visita papal dieron cuenta de esa realidad y de una obsesión que colmó al gobierno brasileño: que la visita del Papa termine por distraer la mirada de esa crisis política que le complica el futuro a la presidenta.

En ese contexto, Rousseff invitó al Papa a realizar una alianza entre Brasil y la Iglesia para combatir las desigualdades en el mundo. “Sabemos que estamos ante un líder religioso sensible y atento a las ansias de nuestros pueblos por justicia social y oportunidades para todos. Luchamos contra un enemigo común: las desigualdades en todas sus formas”, aseguró.

Francisco respondió a su turno que “para tener acceso al pueblo brasileño hay que entrar por el portal de su inmenso corazón”. “Permítanme que llame a esa puerta. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: a Jesucristo”, aseguró. También pidió garantizar los derechos de los jóvenes como “seguridad y educación”. “Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio, seguridad y educación”, enumeró.

Los minue que incluyó la bienvenida administraron gestos y acercamientos con Francisco con precisión quirúrgica. En el saludo inicial (bajo una carpa de plástico) se alineó al gobierno de Dilma, y en una franja aparte los cardenales y obispos que llegaron desde Roma con el Papa.

En otra línea lograron su lugar Daniel Scioli, el gobernador carioca Cabral y los empresarios invitados.

La espera del Papa en el palacio de Guanabara tuvo dos momentos clave. Todo el gabinete de Dilma fijó la vista en los monitores que devolvían el recorrido que Francisco hacía por la ciudad a bordo de un modesto Fiat Idea que ni siquiera contó con levantavidrios eléctricos en las puertas traseras; todo por elección papal. En parte de ese itinerario no aparecía público en las veredas, una exigencia del gobierno local que nunca anunció el recorrido y lo cambió al último momento por consideraciones de seguridad.

Pero hubo sorpresa en los brasileños cuando detectaron por las mismas cámaras que Francisco, con la ventanilla baja, le hablaba a su chofer pidiéndole que cambiara el camino hacia una zona donde hubiera gente. Fue entonces cuando apareció la zozobra de quienes lo esperaban en Guanabara.

El segundo momento de atención se vivió cuando el Papa llegó a esa sede. Salió Dilma a recibirlo y luego hubo sobrio discurso de la presidenta y curiosidades. Por ejemplo, la visita del actor estadounidense Martín Sheen (muy popular el Río de Janeiro por estos tiempos ya que filma allí una película); mientras todos cuidaron la vestimenta con traje y corbata, él optó por jean y zapatillas.

Hubo una protagonista inesperada del acto: mientras Rousseff hablaba apareció una rata de importante tamaño que recorrió el escenario de punta a punta. El roedor tuvo su ovación y se retiró en medio de carcajadas.

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