Política

Misión institucional y comercial

Fin de la gira de Bonfatti en Nueva Zelanda

Encuentros en dos universidades de Canterbury cerraron la misión institucional de la delegación santafesina. La última actividad oficial fue en el edificio de la alcaidía de Chrischurch.


La misión institucional de Santa Fe en Nueva Zelanda llegó a su fin este martes a la tarde con los últimos encuentros de la delegación encabezada por el gobernador Antonio Bonfatti en la ciudad de Christchurch, en la isla Sur del país.

La delegación aterrizó a las 11 de la mañana hora local en el aeropuerto y directamente se trasladó a la Lincoln University, cuyo enclave en el medio de una zona rural es un mix de edificios modernos con otros que bien podrían estar aquí o en el Reino Unido por su típica arquitectura inglesa. De hecho Christchurch es “la más inglesa de la ciudades de Nueva Zelanda”.

En la universidad, orientada a ciencias agrarias (en especial lechería), vitivinicultura y ciencias de la tierra, la delegación santafesina conoció detalles de boca de profesores y autoridades sobre el sistema de cooperación para investigar, ensayos en un campo experimental propio y transferencia a productores. La Lincoln tiene el ojo puesto en profundizar el desarrollo de la lechería en la isla Sur del país ante la imposibilidad de expandir la producción por falta de tierras en la isla Norte.

La apoyatura de este sistema de colaboración entre cooperativas, empresas regionales y universidad, solventado en parte por una tasa que pagan los productores de leche, se hizo imprescindible ya que las características climáticas y de suelos en una y otra isla son diferentes.

Los trabajos de investigación más fuertes apuestan a genética de pasturas, vacas y ovejas, nutrición animal y control del impacto ambiental de la lechería. Aquí la delegación saludó a Agustín Nervi, graduado de Economía de la UBA que estudia un doctorado en agronegocios desde hace cuatro meses.

El paso siguiente fue un encuentro con autoridades y profesores de la Universidad de Canterbury, que tiene entre sus especialidades el estudio y desarrollo de la industria forestal. También aquí se hicieron presentes la estudiante de un doctorado originaria de Cipolletti y el profesor de origen santafesino Gabriel Visnovsky.

La última actividad oficial fue en el edificio de la alcaidía de Chrischurch. Esta ciudad, la segunda del país en cantidad de habitantes, fue sacudida por un terremoto el 22 de febrero de 2012 que destruyó el casco céntrico. De más de 900 edificios que existían en esa zona, sólo quedaron en pie una decena. Los que no cayeron ese día hubo que demolerlos luego. Y aún queda un puñado de gigantes de hormigón en pie que hace dos años fueron abandonados y están a la espera de ser demolidos, entre ellos la torre de doce pisos de la Policía local.

La ciudad exuda tristeza. El centro está dominado por enormes baldíos, en varios casos manzanas completas, otras edificaciones apuntaladas o con paredes de contenedores de barcos apilados para evitar que caigan sobre la calle en caso de desmoronarse. Dos de las iglesias están medio destruidas y apuntaladas. Una tercera que se derrumbó completa fue reconstruida por un arquitecto japonés que acaba de obtener el premio Nobel y se la conoce como “la iglesia de cartón”, porque fue hecha de ese material hasta tanto se pueda reconstruir la original. En una esquina, donde estaba el edificio donde murieron la mayoría de las 160 víctimas fatales (escasas en relación al daño sufrido) hay sillas y sillones blancos vacíos, ordenados como si fuera una platea, como homenaje a los que no están.

Raf Manji, el consejero que en la actualidad ejerce un cargo equivalente al de intendente, contó detalles de la atención de la emergencia, la respuesta de los organismos de defensa civil, el seguimiento de innumerables casos de personas con depresión y necesidad de asistencia psicológica y la convocatoria a capital extranjero. Explicó que recién ahora están concluyendo la etapa de recuperación y están por iniciar la etapa de reconstrucción. Durante la charla se comentaron las catástrofes de la ciudad de Santa Fe por la inundación de 2003 y la explosión del edificio de Salta 2141 en Rosario. “Hay que ver cómo la gente cree que vamos a salir adelante pronto, pero las cosas son difíciles, son mucho más lentas. Creemos que tardaremos entre 15 y 20 años”, pronosticó Manji.

Comentarios