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Regreso a la “patria secreta”

Fernando Noy, poeta y performer, adelanta “Cómo me hice grande”

El poeta y performer Fernando Noy, referente indiscutido de los últimos cuarenta años de la cultura nacional, adelanta algunos detalles de lo que será hoy su paso por el ciclo “Cómo me hice grande”.


Nació grande y con el tiempo se volvió un niño que amó la poesía y la palabra desde siempre. Con el correr del tiempo, dejó en el recuerdo la blanca postal de su pueblo natal en Río Negro y llegó a la gran ciudad, Buenos Aires. Y allí se hizo más y más grande. Y se abrazó definitivamente a la poesía, a la palabra dicha y escrita, pero también al teatro, a la actuación, al riesgo de su inevitable “aquí y ahora”.

Rara Avis en el mundo de la cultura nacional, Fernando Noy, un sobreviviente de un tiempo en el que la palabra cultura, claramente, referenciaba otra cosa, vuelve a Rosario, su otra casa, esta vez dispuesto a contar, desde el maravilloso anecdotario con el que una y otra vez reconstruye su inabarcable recorrido, cómo llegó a ser quien es. Será en el marco del ciclo Cómo me hice grande. Los que sobrevivieron a los 27 cuentan su historia, que comenzará a las 20.30 en el bar cultural Nómade (Ovidio Lagos 68 bis), con entrada gratuita, organizado por Cardumen, productora cultural rosarina que desarrolla proyectos editoriales, audiovisuales y de formación y capacitación.

“Tuve la suerte de estar en los ejes, en el ombligo de las décadas del 60, 70, 80 y 90. Pero, además, las décadas no empiezan cuando dicen que empiezan, arrancan un poco después: el hippismo fue a partir del 65, y yo estuve ahí, entre muchachos, chicas, divinidades y excentricidades, todos en medio de la represión, y yo, que hacía teatro para niños, veía que eso me gustaba más. Y entonces, a veces me iba al Instituto Di Tella con Tanguito, y lo veía a Norberto Campos, o me lo cruzaba a Miguel Abuelo, que ahora ya son leyendas o avenidas en las calles de la eternidad. Y después me tuve que ir, y llegué a San Salvador de Bahía, y estaba comenzando el Tropicalismo, era el 75, y allí me vinculé con todos sus referentes; después volví, y a mediados de los 80 arrancaba el Parakultural, el «engrudo»; y ahora me toca esta etapa, el «grietismo», el «craterismo», pero hay que pensar que de todo cráter como de todo laberinto, y parafraseando a Leopoldo (Marechal), se sale por arriba”. Con estas palabras, Fernando Noy hace un recorte de sus años de “sobreviviente”, de testigo privilegiado, un tiempo en el que se destacó como poeta, performer, actor, cantante, escritor, dramaturgo, letrista, dibujante e intérprete. Publicó libros de poesía, de narrativa, y los imprescindibles Te lo juro por Batato (2006) e Historias del under (2015), además de sus habituales columnas en diarios y revistas, entre otras, en el suplemento “Soy” de Página 12.

“El universo poético no tiene fronteras ni tiene banderas; en las épocas de (Antonin) Artaud o (Arthur) Rimbaud, no se recuerda quiénes eran los ministros o les reyes, porque siempre las musas escapan a la patria previsible. Y si pienso en Rosario, es una ciudad que siempre fue mi «patria secreta», porque cuando en otras épocas Buenos Aires se ponía muy bravo yo «me iba del país», y me escapaba en tren a Rosario y allí estaba en paz. Rosario fue mi atalaya de descanso. Ha pasado mucho tiempo, he dormido en sus calles, Rosario tiene una parte de mí, por eso siempre vuelvo”, adelantó Noy sobre su largo vínculo con la ciudad, a la que llegó a comienzos de los 80 con sus unipersonales y, poco después, se recuerda su desembarco junto a Batato Barea en Discepolín.

“Pero eso no es todo –continuó–; también estuve en el Astengo como productor del espectáculo del Cuchi Leguizamón con el Dúo Salteño, y en ese viaje descubrí a Jorge Fandermole o Ethel Koffman, entre otros grandes artistas, y a un montón de personajes que adoro de esa ciudad y que siempre tengo muy presentes, como Cristina Prates, que es como mi Yoko Ono (risas)”.

Respecto de su primer y remoto contacto con la poesía, Noy rememoró finalmente: “No recuerdo exactamente el momento, pero fue hace muchos años. Precisamente, estoy preparando un nuevo libro que no logro cerrar; saldrá el año que viene y ya llevo seiscientas páginas, es un material retrospectivo sobre mi recorrido, es bien referencial, y lleva un epígrafe de mi adorado Pedro Lemebel (escritor y artista chileno fallecido en 2015), que dice: «No hables más Noy, escríbelo»; le hice caso, porque fue una promesa que le hice hace unos años”. Y completó: “Mi poesía arranca siendo un niño; según mamá, cuando vivíamos en el sur, en plena nieve, en Ingeniero Jacobacci, yo escribía frases extrañas, y después hacía poemas con ruiditos que eran rimas y que de algún modo se asemejaban a canciones. De allí en más, no paré de escribir; paso las noches enteras escribiendo, es mi lugar, es mi necesidad”.

Ciclo de grandes

Por el ciclo de entrevistas públicas a distintas personalidades de la cultura Cómo me hice grande. Los que sobrevivieron a los 27 cuentan su historia, organizado por la productora cultural rosarina Cardumen conjuntamente con Nómade y Caro Cle Fotografia, ya pasaron la fotógrafa Nora Lezano y el escritor Leonardo Oyola.  El ciclo propone un juego vinculado con la metáfora del “Club de los 27”, pensado como un momento de la vida que se plantea como un umbral, una etapa de maduración profesional y personal pero también de incertidumbre sobre el futuro. Cardumen es una novel productora cultural rosarina cuyo objetivo es generar contenidos y espacios de aprendizaje a partir de dos premisas: la experimentación a través de distintos lenguajes y la construcción junto con otros. De hecho, Cardumen reconoce en el territorio discursos, conocimientos e intereses para confrontarlos en experiencias culturales.

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