Manifestantes de la denominada “revolución de los paraguas”, que desde hace días ocupan calles de Hong Kong, suspendieron ayer un acuerdo de diálogo con el gobierno para discutir el futuro político de la isla luego de que cientos de personas descontentas con su protesta intentaran desalojarlos a los golpes.
“No tenemos más opción que suspender el diálogo, después de que el gobierno y la policía dieran la espalda ayer a actos violentos de grupos dirigidos contra los manifestantes”, anunció la Federación de Estudiantes de Hong Kong, una de las organizaciones promotoras de la movilización.
Los choques ocurrieron en la zona comercial de Mong Konk, uno de los barrios más poblados, y en Bahía Calzada, la principal zona comercial y a la que acuden –especialmente esta semana del año, festiva en China– grupos de turistas a hacer sus compras en grandes tiendas.
Allí, cerca de mil personas cercaron a un centenar de estudiantes para exigirles, con golpes, empujones y gritos, que dejen las calles libres, y la policía intervino formando un cordón humano para separarlos pero fueron derribados. Los manifestantes denunciaron que los opositores les lanzaron botellas de agua y las autoridades “no hicieron nada”.
Los opositores a la protesta obtuvieron un éxito momentáneo al lograr reducir los campamentos de los manifestantes a 20 metros cuadrados, pero poco después más manifestantes acudieron en auxilio de los estudiantes y volvieron a tomar las calles, informó la agencia de noticias EFE.
Más temprano, el movimiento de protestas, formado por la organización Occupy Central, la Federación de Estudiantes de Hong Kong y el grupo de estudiantes secundarios Scholarism había advertido que evaluaba suspender el diálogo si el gobierno regional no intervenía para evitar más agresiones.
Las protestas, que abarcan principalmente cuatro zonas de Hong Kong, comenzaron el sábado pasado en reclamo de elecciones con candidatos no digitados por Pekín del próximo jefe ejecutivo de la ciudad, en 2017.
Dichos comicios serán los primeros por sufragio directo en Hong Kong, pero los ciudadanos rechazan la decisión de China de tener que elegir a candidatos preseleccionados por Pekín, y exigen una elección completamente libre.
Los manifestantes aseguran que muchos de los ciudadanos antiocupación llegaron desde la frontera con la ciudad china de Shenzhen y fueron enviados por el gobierno de Pekín.
En un comunicado, el gobierno llamó a la “calma” a ambos bandos y urgió a la gente que apoya el movimiento de protesta a seguir el consejo de la policía e “irse cuanto antes, por su propia seguridad, con la protección de la policía”.
Poco casual
“No es posible entender lo que sucede en Hong Kong hoy sin ponerlo en contexto, sin hacer referencias a Libia, a Egipto, a los sucesos en Siria y la decisión suicida de Estados Unidos y sus aliados, en forma contumaz de consolidar a un monstruo como Daesh, que parece hoy haberse escapado de sus manos. Es en este panorama donde se inscriben los sucesos de movilización social en Hong Kong, que hacen recordar con numerosas similitudes a lo que occidente denominó revoluciones de colores en el ex espacio de Repúblicas Soviéticas (Revolución Naranja en Ucrania, Revolución de los Tulipanes en Kirguistán, la fallida Revolución Blanca en Bielorrusia) como también la Primavera Árabe en algunos países del Magreb”, expresa el periodista Pablo Leal y argumenta que todas esas movilizaciones fueron encabezadas por ONGs y grupos de estudiantes acusados de recibir directrices de organismos extranjeros. Con un discurso homogéneo y similar en cada caso, donde apelaba a la acción directa, la no violencia, aunque la realidad distara mucho de esa pretensión, afirmó Leal.
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