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Estar vivo merece ser celebrado

Por Paola Cándido.- Franco vivía en el séptimo piso de una de las torres y estaba acostado cuando voló todo a su alrededor. Aturdido, alcanzó a vestirse y a poner a salvo a una vecina. Anteanoche se reunió con sus amigos y su familia para festejar que estaba vivo.


franco

Franco Jariton estaba acostado, medio dormido, cuando un zumbido lo aturdió por completo. No se podía mover, hasta que pasaron unos segundos y voló de la cama. Lo que sigue, casi sin palabras. Franco vivía con su novia en el séptimo piso uno de los módulos del complejo de Salta 2141, que explotó el martes pasado por un escape de gas. La contracara de esta tragedia es este joven de 33 años. Una luz en la oscuridad que anteayer se reunió con familiares y amigos para celebrar el hecho de “estar vivo”.

“Hay que aprovechar cada día de la vida, cada minuto, nunca se sabe lo que realmente puede llegar a pasar. Yo me iba a levantar como cualquier día normal y pasó esta desgracia”, resumió el joven con lágrimas en sus ojos.

Franco hace tres meses que dejó su trabajo pensando que iba a ser más fácil poder conseguir otro. Sigue en la búsqueda de un empleo y le faltan tres materias para recibirse de ingeniero químico.

“Tenía escombros encima mío y me los empecé a sacar de a poco. Estaba en calzoncillos y descalzo. Me levanté y estaba al borde del precipicio, no tenía paredes y me quedé abajo del marco de una puerta pensando que era un terremoto. Me asomé por la ventana y abajo estaban mi mamá y mi novia. Empecé buscar y encontré un pantalón, medias, zapatillas, los lentes que estaban intactos y el celular que no paraba de sonar: tenía 40 llamadas perdidas de familiares y amigos”, relata, consternado.

El joven explica que los que más salieron beneficiados fueron los que estaban acostados, porque los que estaban parados la onda expansiva los tiraba al vacío.

Franco reaccionó después de unos minutos que había desaparecido el edificio donde vivía y en medio del caos fue hasta la otra habitación de su departamento donde escuchó gritos de auxilio. La voz le resultaba familiar pero no distinguía de dónde venía. Era de su vecina Norma.

Su colindante estaba debajo de los escombros. Franco estuvo una hora tratando de sacarlos para rescatar a Norma que se salvó gracias a que una reposera y una madera estaban sobre su cabeza. Norma estuvo internada y ya fue dada de alta. “Sólo” tuvo una fisura en la cabeza y golpes en la pierna. Su vecina lo llamó para agradecerle y le dijo que era su “ángel”.

Franco esperó tres horas para ser auxiliado, mientras su mamá Eugenia y su novia esperaban la acción de los rescatistas.

“Esto es como una película. Festejamos la vida y estoy feliz de estar rodeado de gente querida y que quieran ayudarnos, vamos a salir adelante. Momentáneamente vamos a vivir con familiares para ahorrar plata, porque no nos podemos poner en gastos pasando por este momento. Ojalá en unos meses o en un año podamos rehacer de nuevo nuestra vida”, concluyó.

Franco estuvo en la antítesis de la vida el día en que esta tragedia se enseñoreó sobre nuestros ciudadanos, demostrando que podía adueñarse de vidas inocentes. Franco es el ejemplo hecho carne.

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