Ciudad

Infraestructura y Erosión

Especialistas promueven un camino sustentable

Carlos Casali y Daniel Costa, un ingeniero civil y un agrónomo aunaron criterios para gestar un nuevo sistema de conservación de la red de senderos por la que sale la producción de los campos santafesinos a las rutas


Por Gastón Felman

A veces hay que mirar y escuchar los sabios procesos naturales porque algo están diciendo. Carlos Casali, ingeniero civil jefe de la zona Rosario de la Dirección Provincial de Vialidad, con una vasta experiencia en terreno, aprendió algo nuevo y quiere replicarlo en un hacer al que estima como sumamente valioso.

La historia comienza con una convocatoria desde la localidad de Peirano. Daniel Costa ingeniero agrónomo y productor agropecuario había acercado a su comuna una propuesta diferente para el trato de los caminos rurales.

Casali asegura que “estuve 40 años mirando sin ver la erosión de los caminos rurales”, en los últimos 5 años recorriendo la zona de La Vanguardia, Pearsons y Peirano luego de un seguimiento fotográfico de, un antes, durante y después de las copiosas lluvias y de que las cuadrillas de la comunas arreglen los “caminos rurales” y el resultado fue elocuente: erosión, depresión de los caminos, un círculo vicioso que si no se lo frena traerá graves problemas ambientales y también productivos a la Santa Fe agropecuaria.

Las zonas agrícolas de la provincia están interconectadas por estos caminos de tierra, en un sistema que une campos y pueblos y que se extiende por miles de kilómetros. Se estima que en Santa Fe hay aproximadamente 60 mil km de caminos rurales comunales y solo casi 10000 km son de jurisdicción provincial.

El actual manejo de estos caminos implica: remoción frecuente y masiva de cuneta a cuneta, ausencia de cobertura vegetal, ausencia de banquinas, desagües preponderantemente en V (más erosivo), zona de veredas (entre cunetas y alambrados) a merced del criterio de cada productor frentista. El resto de la zona de camino, es decir, calzada, banquinas y cunetas, es removido frecuentemente de cuneta a cuneta con suelos desnudos, aumentando su vulnerabilidad.

Con este sistema de pensamientos, la valoración que se hace de la gestión vial para mantener “arreglados” los caminos rurales, es la velocidad con la que acuden cuadrillas con los equipos viales (tractor y disco, motoniveladora, etc.) luego del huelleo o roturas en las calzadas, con cada lluvia, para rasgar el cuerpo de los caminos. Un trabajo maquinizado que luego del temporal remueve el suelo para alisarlo, después el agua y el viento hacen su profundo trabajo. “Si se someten estas prácticas a una evaluación de impacto ambiental seguramente no pasarán el examen” razona Casali.

Dos miradas, un mismo planteo

Un ingeniero civil y un agrónomo aunaron criterios para gestar y promover un nuevo sistema de conservación de la extensa red de caminos por la que sale la producción de los campos santafesinos a las rutas.

La mayoría de los caminos rurales están deprimidos en comparación con el nivel de los campos linderos. Los campos y los caminos linderos estaban al mismo nivel, con el correr de las décadas vemos que la mayoría están deprimidos. En el sur de Córdoba están 3 o 4 metros hundidos, ya no son caminos son canales.

Debido a las quejas de los productores una gestión comunal se la valora por el nivel de mantenimiento de los caminos rurales y se lo hace desde una impronta que tapa el síntoma, es decir, no se va a las causas del problema.

Fue así que ambos se propusieron brindar charlas en las comunas ante autoridades, productores, e ingenieros agrónomos, personal de trabajo agropecuario y personal de trabajo de los caminos: maquinistas, tractoristas; “es fundamental la presencia de los que trabajan sobre el camino y necesitan escuchar de primera mano cuál es la problemática”.

La propuesta que ideó el agrónomo Daniel Costa y a la que Casali dio una impronta vial indica trabajar los caminos de una manera totalmente diferente, primero en invierno se da forma al camino trazando un terraplén suave cóncavo, en primavera y verano, la cuneta y banquina se empastan solas, después hay que desmalezar dejando que el pasto crezca, los ingleses le dicen “cemento verde”, es lo que liga el suelo. Después de las tormentas hay que hacer microcirugía, “le decimos a los maquinistas de los caminos, una vez que tenemos un camino empastado se lo va desmalezando, después de la lluvia hay que actuar en los puntos donde hay problemas, borrando huellas y no removiendo todo el suelo como es la forma actual en donde lo dramático es que se gasta muchísimo dinero en esta metodología errada y el presupuesto no alcanza para apuntar a la estabilización de los caminos con escoria y/o piedra”.

Es decir los gastos de mantenimiento se llevan todo el presupuesto sin resolver el problema y lo agrava porque los caminos se hunden más y más. Nadie se quedó aislado sería el objetivo de las gestiones comunales pero hay que ir a más y no gastando más sino al contrario, modificar el modo de trabajar los campos para hacer rendir mejor un presupuesto que va a ser más bajo

Camino a la biodiversidad

“Estamos por presentar un proyecto de ley para que a nivel provincial se prohíba la fumigación de los caminos rurales, obviamente con sus excepciones, esto la provincia lo está aplicando en la red vial pavimentada en la autopista Rosario- Santa Fe anunciado en los carteles de Corredor Biológico camino de la biodiversidad, se desmaleza 10 metros a cada lado de borde de calzada y de ahí al alambrado crece la vegetación espontánea que favorece la formación de abejas (hoy está en peligro la polinización) y otras especies beneficiosas para quebrar de algún modo la uniformidad del monocultivo.

En definitiva, lo que Casali y Costa proponen incluye veredas que funcionen como corredores rurales o de biodiversidad que deben dejarse desarrollar con vegetación espontánea. “Son bio refugios que consumen agua y fijan el suelo. No deben ser fumigados por los productores frentistas ni removidos por organismos estatales”, si a estos corredores biológicos le sumamos los 60000 km de caminos rurales en Santa Fe y multiplicamos por el ancho de vereda (2 metros, 1 de cada lado) la provincia va a quedar interconectada con la biodiversidad en una impresionante cifra de 12000 hectáreas superando a la actual superficie de nuestros parques provinciales. “Todo esto con inversión cero, no es poca cosa”

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