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Escuela, memoria y celebraciones populares

La escuela no siempre fue buena anfitriona de lo festivo.

La escuela no siempre fue buena anfitriona de lo festivo. “A la escuela se viene a estudiar y no a divertirse”, es una de las frases que aún hace eco en algunas aulas. Una maestra que todavía recuerdo decía hace unos años que el estudio era algo serio como para tomarlo a la ligera. A veces los contenidos lúdicos no forman parte de los aprendizajes cotidianos, porque no se ajustan a la “seriedad del estudio”.

Sin embargo la escuela puede diseñar (y habitualmente lo hace) dispositivos de enseñanza novedosos, didácticos, abiertos y entretenidos que estimulen a los alumnos en la “seriedad del estudio”.

Algunos contenidos, que generalmente circulan por fuera de las aulas, podrían ser una herramienta eficaz al momento de conjugar el aprendizaje con el esparcimiento y los valores de la comunidad. Las Fiestas y Celebraciones Populares son un recurso auténtico para trabajar de manera trasversal y recreativa determinados conceptos como: identidad, multiculturalidad, diversidad, socialización, entorno y comunidad, entre otros.

El profesor e investigador Joan Saballs sostiene: “La razón de ser de la escuela es contribuir a la preparación de buenos ciudadanos, que los niños y jóvenes conozcan y comprendan la cultura de la sociedad en que viven y que asuman el papel de conservarla y enriquecerla, todo ello fomentando el desarrollo de las competencias necesarias para poder participar de los bienes materiales y sociales que el entorno ofrece y vivir, así, una vida digna y plena”.

La escuela podría ampliar la formación en valores de sus ciudadanos, mediante la incorporación de las Fiestas y Celebraciones Populares a sus contenidos transversales. Muchos docentes, luego de seleccionar entre la multiplicidad de contenidos los más pertinentes, los aplican en su currículo con muy buenos resultados.

Materiales no faltan. Según el Ministerio de Cultura de la Nación en nuestro país hay más de 2.700 Fiestas Populares (casi siete por día) que varía según la región del país que se aborde. Las celebraciones varían según su convocatoria y nivel de conocimiento, y van desde las más populares como el Carnaval de Gualeguaychú en Entre Ríos, hasta las menos difundidas como la Fiesta de la Gallina Hervida en Luyaba, en la provincia de Córdoba, o la Fiesta del Cine con Vecino, en la provincia de Buenos Aires.

Muchas festividades suelen estar por fuera de lo curricular, debido a que se celebran durante los meses del receso escolar (el 60% se conmemora en diciembre, enero y febrero). Sin embargo son muy útiles, aun fuera de calendario, para abordar el fenómeno de la cultura colectiva que constituye la identidad de las comunidades.

El Carnaval es una de las festividades que por muy poco quedó fuera del calendario escolar; sin embargo, es una fuente inagotable de recursos didácticos y conceptuales que tendría mucha utilidad en las aulas. A través de sus coplas y rituales podemos adquirir una visión amplia de los bienes culturales intangibles de las distintas regiones de nuestro país y la significación social y simbólica que se manifiesta a través de sus litúrgicas.

El antropólogo Javier Arévalo sostiene “La globalización, la modernidad y su lógica de la racionalidad y el mercado todavía no han ganado la batalla a la cultura popular. Transformado, reactivado o recuperado el Carnaval de nuestros días resiste, como lo ha hecho durante siglos por otras razones, los embates de la urbanización, la secularización y las agresiones de las fuerzas que propalan la uniformidad cultural”

Las fiestas populares evocan acontecimientos que se manifiestan en festejos, rituales, ceremonias y bailes; y es un recurso interesante para profundizar en la herencia cultural de cada región. Las festividades patrias y religiosas (según las escuelas) son las que habitualmente llegan a las aulas por sobre las artísticas, folclóricas y las vinculadas con la producción y el desarrollo.

En nuestro país muchas de estas festividades alcanzan un desarrollo que trasciende las propias provincias de origen. La Fiesta de la Vendimia, el Festival de Cosquín, el Carnaval de Gualeguaychú o el Festival de Jesús María se han instalado de tal manera en el gusto popular que es imposible delimitarla sólo a una región.

Santa Fe es una provincia rica en tradiciones, muchas de las cuales; son apenas conocidas en sus pueblos de origen. Sin embargo, las corrientes migratorias que surcaron nuestro territorio han regado de costumbres, tradiciones y legados a muchos pueblos y localidades de nuestra provincia.

La Fiesta del Trigo, del Asado, de la Frutilla, del Maní y del Queso son algunas de las tradiciones que se conmemoran en Santa Fe y dan cuenta del perfil productivo de la provincia. Pero no son las únicas: la Fiesta del Inmigrante, el Caballo, la Yerra y la Doma también atraviesan los pueblos del interior como legado histórico de las distintas colectividades.

Rosario también es abundante en conmemoraciones, algunas por la época del año que se celebran quedan fuera del calendario académico, pero por su envergadura suelen ser retomadas por las escuelas, entre ellas la del 27 de febrero, día de la creación de la Bandera.

Otras son menos patrias pero igual expresan el sentir artístico, folclórico y hasta económico de la región, como por ejemplo el Carnaval, la Feria de las colectividades, la Fiesta del Helado Artesanal y la Fiesta Provincial del Armado, entre otras.

En este contexto la escuela podría (de hecho lo hace) resignificar los factores patrimoniales y culturales que atraviesan a los pueblos. No se trata de anquilosarlos en el pasado porque son factores que permanentemente se reactualizan, sino de comprenderlos a la luz de las nuevas generaciones. En este sentido, la Unesco considera a estas celebraciones como parte de patrimonio inmaterial de un pueblo.

La pertenencia de los individuos a un grupo que se constituye como nación es otro de los factores que favorece la difusión de estas celebraciones. El psicólogo Enrique Pichón-Riviere sostiene que “La diferencia entre los caracteres de los distintos pueblos se gesta por un complejo proceso, en el que intervienen factores actuales e históricos. Estos trabajan hasta configurar una estructura –el carácter nacional– que tiene rasgos específicos en relación con determinado conjunto de población que participa de prejuicios, opiniones, creencias, etcétera. Esta estructura o esquema referencial tiene un estilo propio que condiciona la manera en que se efectúa todo abordaje de la realidad”.

Pichón-Riviere sostiene también que cuando los aspectos psicológicos atraviesan este sistema referencial, la opinión se transforma en una ideología que diseña una estructura que da sentido a la existencia de quien la profesa. En este marco las aulas podrían incluir la diversidad cultural que se manifiestan en las Fiestas Populares para permitir, entre otras cosas, ubicar la ideología en niveles de prejuicios tolerables que sean favorecedores del entendimiento identitario y cultural de los individuos.

En las Fiestas Populares suele manifestarse la historia de los pueblos, sus alegrías, trabajo, cultura, gestas histórica y hasta cuestiones de la vida cotidiana. Todas reflejan una parte de nuestro ser social, y forman parte del bagaje cultural e histórico de las comunidades que vale la pena conocer.

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