Región

Patronal faltó a la audiencia

Escala el conflicto en Algodonera Avellaneda, parte del grupo Vicentin que paga como La Forestal

Sólo abonó la parte salarial que aporta el gobierno nacional. Y completa con bonos por carne de Friar y aceite de la marca insignia del conglomerado. La firma, que no está concursada como su empresa madre, faltó a una cita del Ministerio de Trabajo santafesino. Los sueldos: entre 20 y 25 mil pesos


Algodonera Avellaneda, con sede en el Parque Industrial de Reconquista, es parte del grupo Vicentin y, en sintonía con las prácticas del conglomerado agroexportador que está bajo investigación judicial y lupa política, incurre en prácticas irregulares que motivaron un conflicto agudizado este miércoles: la firma no se presentó a una audiencia conciliatoria convocada por la cartera laboral santafesina por el no pago de los magros sueldos que otorga. Apenas les abonó a sus trabajadores la parte que aporta el Estado nacional a través de los ATP –Programa de asistencia de emergencia al trabajo y la producción–, y ofrece bonos por comestibles de otras empresas del conglomerado. El conflicto laboral, que lleva 17 días, se agudiza.

Son alrededor de 430 trabajadores los que mantienen una protesta con cese de actividades desde el 6 de julio porque desde hace meses no les pagan la totalidad de los salarios que, encima, son extremadamente bajos: entre 20 y 25 mil pesos mensuales. La empresa, que no está en concurso de acreedores como su controlante Vicentin, apenas cumplió con plata ajena y pública: la mitad de los sueldos, que recibe del gobierno nacional mediante los ATP. A eso, le agrega un complemento en especies: vales para carne del frigorífico Friar, propiedad del conglomerado, y aceite de la marca Vicentin.

Como La Forestal

Los trabajadores y gremios recalcaron el retroceso que ello significa en derechos laborales. Son las mismas prácticas, recordaron, que las que utilizó hasta el primer tercio del siglo pasado, también en el norte provincial, la inglesa La Forestal, la explotadora de tanino que abonó la historia santafesina con injusticias, violencia y un daño ambiental que se funda en la destrucción del 90 por ciento de los quebrachales de la región.

La representación patronal no se hizo presente este miércoles en la audiencia convocada por el Ministerio de Trabajo de Santa Fe en el marco del conflicto que la Algodonera mantiene con sus asalariados.

Los trabajadores mantienen el paro de actividades con acampe en el ingreso del Parque Industrial de Reconquista. La empresa se niega, además, a discutir una recomposición de los magros salarios, otro de los reclamos. Pagan 116 pesos la hora por turnos rotativos y sin horarios fijos, según la abogada Luciana Inés González, que representa a los empleados de la Algodonera.

El conflicto en la Algodonera es ajeno a los vaivenes judiciales y políticos que atraviesa Vicentín por el tendal de deudas financieras y a productores que dejó pese al crecimiento de su facturación y los irregulares créditos millonarios que recibió del Banco Nación durante la gestión Cambiemos.

La Justicia indaga también al conglomerado por su red de empresas asentadas en guaridas fiscales para diluir los desvíos financieros, y por la triangulación de exportaciones a través de una filial casi sin empleados en Paraguay con lo que se presume que evadió impuestos en la Argentina.

El escándalo traspasó las fronteras nacionales: parte de los acreedores extranjeros ya interpusieron acciones en tribunales de los Estados Unidos para que se ventile la ingeniería societaria armada con el objetivo de evadir obligaciones comerciales y financieras, además de tributarias.

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“Esto no tiene nada que ver con intereses políticos, ni ideológicos. Esto es otra cosa”, insistió la abogada González al ser consultada por el portal Aire Digital sobre la Algodonera.

De todo, hasta problemas entre gremios

La lucha de los trabajadores por mejores salarios, y por cobrarlos como corresponde, está atravesada además por tensiones entre gremios. La mayoría de los empleados, que estaban afiliados a la Asociación Obrera Textil (AOT) y al Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (Setia), se pasaron al Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros y Desmotadores. Es que los dos primeros, cuestionaron desde el tercero, no avalaron las medidas de fuerza y así desprotegieron a sus representados, que necesitan una asociación obrera para legitimar la protesta.

Sigue el conflicto y puede escalar

Ante esta “clausura del diálogo por parte de la patronal”, las trabajadoras y los trabajadores de Algodonera Avellaneda decidieron continuar la huelga en la planta y volver a manifestarse desde este jueves en el ingreso al Parque Industrial de Reconquista.

Junto a las delegaciones del gremio de los Aceiteros en los departamentos General Obligado y San Javier, evaluarán incrementar las medidas de fuerza. Entre las posibilidades, figura extenderlas a otros establecimientos.

Un tendal de damnificados

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El Grupo Vicentin tiene controladas a las firmas Algodonera Avellaneda, eje del actual conflicto laboral, Industrias Frigoríficas Friar, Oleaginosas San Lorenzo, Vicentin Paraguay –sospechada de ser una fachada para triangulación de exportaciones–, Vicentin Europa, Vicentin Brasil, Vicentin SAIC Uruguay –parte de los sellos offshore investigados por posible lavado y evasión– y Bodegas Vicentin, sin cerrar la lista que incluye unidades de negocios de miel, entre otros. Está asociada además en Renova con Oleaginosa Moreno –de la multinacional Glencore– y Molinos Río de la Plata –de Pérez Companc– para producir biodiesel.

Tiene una cuota de capital en la Terminal Puerto Norte, del puerto de Rosario, a través de Gustavo Nardelli, quien junto a Alberto Padoan (ex presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario) se apuntan como principales dueños del grupo.

Todas esas firmas fueron, sobre todo durante la gestión Cambiemos, fuertemente rentables. Crecieron en el reparto de la torta del negocio. La plata entraba, pero no salía del entramado societario.

Vicentin presenta una deuda que, según lo que cada uno de sus acreedores documentó en el concurso, asciende a 100.300 millones de pesos. Es el equivalente a unos 1.580 millones de dólares si se toma el tipo de cambio al momento de la verificación de deuda, de 63,4 pesos por unidad verde.

Parte de la deuda es con bancos internacionales, como el Ing Bank NV, el Tokio Branch y el Netherlandse, que en conjunto suman 215 millones de dólares.

La misma verificación de acreencias presentadas ante el juez de Reconquista Fabio Lorenzini incluye una deuda con el Banco Nación de 18.182 millones de pesos, de los cuales 5.785,4 millones le otorgó la entidad en septiembre de 2019, tres meses después de que el Grupo dejara de pagar las cuotas de créditos anteriores y cuando el entonces presidente Mauricio Macri había perdido las Paso presagiando el fin de la ambición continuista de Cambiemos.

Los otros grandes acreedores de Vicentin son ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas), por 4.930 millones de pesos, el Banco Provincia de Buenos Aires –1.814 millones– y la propia Renova que integra, con 1.346 millones que se consideran parte de los autopréstamos para dibujar la insolvencia y esconder ganancias.

El 65 por ciento de la deuda de Vicentin es con entidades financieras. El 25 por ciento, con cooperativas agropecuarias, entre ellas pequeños y medianos productores. El 10 por ciento restante, con el Estado por impagos impositivos y aduaneros.

Todo, escondido hasta ahora en la maraña de una sofisticada ingeniería societaria. “La compleja trama, la existencia de empresas controladas en el extranjero, la naturaleza rentística que denota el comportamiento de la empresa a través de la información contenida en sus balances, obliga a desplazar el argumento empresario que vincula la crisis de la firma con lo que denominan estrés financiero”, señala un informe de la Afip.

 

 

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