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Errores fundacionales del nuevo Congreso

Por: Rubén Rabanal

La nueva Cámara baja y dos pifies: la “debilidad” oficialista quedó expuesta y la oposición se olvidó de las bicamerales.
La nueva Cámara baja y dos pifies: la “debilidad” oficialista quedó expuesta y la oposición se olvidó de las bicamerales.

Las relaciones de fuerza en el nuevo Congreso, que con seguridad no comenzará a funcionar efectivamente hasta bien entrado marzo del año próximo, estarán marcadas por dos errores. Uno atribuible a cada fuerza o grupo de bloques como curiosamente se dividió el recinto de Diputados en la sesión preparatoria del pasado 3 de diciembre.

El kirchnerismo selló una nueva era al no poder evitar que la oposición tomara el control de Diputados. Pero, ante lo inevitable de los porcentajes que dejó la elección del 28 de junio, tampoco pudo disimular el efecto ante la opinión pública.

La responsabilidad de este último contratiempo recae directamente sobre Néstor Kirchner cuyas demoras el día de la sesión preparatoria les permitieron a los bloques opositores (los verdaderos antikirchneristas y los que se aliaron a ellos para facturarle al gobierno el haberlos traicionado en temas como la reforma política o el la ley de protección de glaciares) demostrar que el quórum había dejado de ser una exclusividad del oficialismo o, lo que es igual, que éste lo había perdido.

Esa acción selló el resto de la sesión, pero también abrió fuertes grietas dentro del kirchnerismo que, además de tener que resolver cómo ubica casi la misma cantidad de diputados que antes en la mitad de los cargos que hasta ahora detentaba, también debe aprender a convivir bajo un mismo techo con Néstor Kirchner.

Hasta ahora el bloque oficial se debatía entre las órdenes que le llegaban desde la Casa Rosada y la residencia de Olivos y las discusiones internas que en los últimos dos años terminaban modificando los proyectos que pedía Cristina de Kirchner, una costumbre que nunca se había dado durante la presidencia de su marido.

Esas modificaciones le produjeron decenas de dolores de cabeza a Agustín Rossi que, al comando del bloque, debió torcer la voluntad del Ejecutivo para que no se le desbandara la bancada o se le alejaran los aliados de izquierda y centroizquierda que le garantizaban el éxito en las votaciones.

Ahora Néstor Kirchner estará allí, dentro de las reuniones de bloque y en medio de las discusiones. Los efectos que esto puede producir son básicamente dos: que el bloque se encolumne tras el jefe, ante el temor de contradecirlo en la cara, o que la migración hacia la oposición que se aceleró este año conozca nuevos capítulos. Este último temor es el que no deja dormir a Rossi por estos días.

La oposición también cometió un error en la sesión preparatoria que puede resultarle caro. Cuando el radical Oscar Aguad y Patricia Bullrich por la Coalición Civica leyeron en el recinto el nuevo esquema de reparto de cargos en comisiones y vicepresidencias no incluyeron allí el reparto en las comisiones bicamerales.

El kirchnerismo aprovechó la omisión y cuando la oposición quiso remediarlo interpuso inmediatamente el reglamento alegando que éste prohibe disponer sobre esos cuerpos que incluyen a senadores y diputados durante las sesiones preparatorias.

La última palabra la tendrá el Senado, que debe elegir autoridades y pasar por el mismo debate sobre el control de las comisiones, recién en febrero próximo.

Pero hasta entonces se librará una guerra entre oficialismo y oposición más dura aún que la que involucró al resto de las comisiones. Es que en las bicamerales se centran la mayoría de los conflictos más fuertes que debe enfrentar el gobierno como el control de la inversiones y balances de Aerolíneas Argentinas, el seguimiento de la ley de Medios y hasta de los decretos de necesidad y urgencia que firme Cristina de Kirchner.

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