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Pantalla grande

Erotismo de película: un análisis y diez recomendaciones para escapar a la mirada falocéntrica

El cine puede utilizar la música, las escenas eróticas y la estética visual para expresar el punto de vista femenino. Al hacerlo, contrarrestan la mirada masculina, presentando a las mujeres como sujetos en lugar de objetos


Marie Antoinette (2006)

Por Yuliana Fuentes Fuguet

El cine es una constante búsqueda de nuevas formas y expresiones para seguir contando historias y que esto sirva para alcanzar la atención de cuanto más público, mejor.  En la industria cinematográfica y en los medios audiovisuales en general, nos han tratado de convencer de que “el sexo vende” y “el sexo mueve el mundo”. ¿Pero puede el sexo elevar el arte cinematográfico? Lo que sí es seguro es que en el cine suele predominar una visión falocéntrica del sexo. De un lado el macho fuerte que llega, penetra y cuando «se va» lo hace con la satisfacción del deber (el de inseminador) cumplido. Del otro lado el de la hembra que sucumbe a esa urgencia con una gestualidad y sonoridad (suspiros, jadeos y gritos) que dan fe del buen hacer masculino.

Cintas como The Piano (La lección de Piano), In The Cut (En carne viva) o Marie Antoinette demuestran que el cine puede utilizar la música, las escenas eróticas y la estética visual para expresar el punto de vista femenino. Al hacerlo, contrarrestan la mirada masculina, presentando a las mujeres como sujetos en lugar de objetos.

En carne viva (2003)

Para que el cine erótico goce de sensibilidad artística es necesario que esté disimulado, que sea sutil. Con este me refiero a que el cine erótico no precisa de lo explicito para estimular deseos y despertar pasiones en las personas. También es importante resaltar que la percepción de erótico es una construcción personal, lo que para mí es algo sublime y sensual que pudiera estremecerme, para otres puede ser visto como una simpleza u obscenidad vulgar y gratuita incluida únicamente para pedir atención. Algo importante es suponer al cine como una herramienta que puede educar además de entretener. Que sirva para romper con tabúes sociales.

Acorde a lo anterior, no se trata de lo que es bueno y lo que es malo. Una película erótica debe estimular el aprendizaje de la sexualidad porque es parte fundamental de la visualización de les consumidores. Hay momentos en los que es posible resaltar los estímulos visuales y otros, los valores educacionales. Así se evita esta distorsión.

Por eso el erotismo cinematográfico puede ser bueno dependiendo del mensaje sociocultural que va a emitir y en la medida en que promueve saludablemente las prácticas sexuales.

El placer femenino censurado

Las películas con la mira puesta en la sexualidad femenina a menudo han enfrentado formas de censura que prueban su carácter subversivo. Les creadores de Boys Don’t Cry (1999, Kimberly Peirce), The Cooler (2003, Wayne Kramer), y Blue Valentine (2010, Derek Cianfrance) afirman que sus películas fueron clasificadas R (que puede incluir temas de adultos, actividad de adultos, lenguaje agresivo, intensa o persistente violencia, desnudez de orientación sexual, abuso de drogas u otros elementos) por tener escenas en las que las mujeres reciben sexo oral. Tales escenas se enfocan en el placer femenino y socavan el «ser mirado» de las mujeres.

En 2021, a la serie animada para adultos Harley Quinn (2019, Paul Dini y Bruce Timm), le censuraron una escena en la que Batman le daba sexo oral a Catwoman. «Los superhéroes no hacen eso», gritaron los directivos de DC Films. El problema no era que Batman tuviera sexo, sino que residía en el acto de darle placer a una mujer, algo que algunos todavía consideran un signo de sumisión.

Harley Quinn (2019)

La escena con mayúsculas de El cartero siempre llama dos veces (basada en la novela homónima de James M. Cain), no la versión en blanco y negro de 1946, dirigida por Tay Garnett y protagonizada por John Garfield y la seductora Lana Turner, más sugerente y menos física, sino la de Bob Rafelson donde el salvaje Jack Nicholson protagoniza un encuentro sexual con la exuberante Jessica Lange con tal realismo que no solo circuló el rumor de que la cópula había sido real, extremo que ambos negaron.

El cartero siempre llama dos veces (1981)
Las recomendadas

Ahora bien, después de tanta data teórica es momento para dejarles algunas recomendaciones de películas eróticas dirigidas por mujeres.

Las vírgenes suicidas/The Virgin Suicides. Sofia Coppola, 1999. Transmite la experiencia femenina a través de una estética sonora y visual. Coppola usa una estrategia similar en Marie Antoinette (2006), utilizando un diseño abarrotado para comunicar la vida claustrofóbica de las mujeres en Versalles. La mirada masculina crea un desequilibrio de poder. Apoya un status quo patriarcal, perpetuando la cosificación sexual de la vida real de las mujeres.

El rebelde mundo de Mía/Fish Tank. Andrea Arnold , 2009. Una historia sobre la mayoría de edad y la vulnerabilidad de una niña, es un áspero retrato de una adolescente en las barriadas populares de Inglaterra, de un paisaje posindustrial, gris y desolador, habitado por personajes a la deriva.

La lección de piano/The Piano. Jane Campion, 1993. La relación entre Ada McGrath (Holly Hunter) y George Baines (Harvey Keitel) se inicia sin palabras, a través de la música, de una manera suave y contenida. Cada encuentro supone un nuevo peldaño en el descubrimiento del erotismo. A medida que ambos se van liberando de la rigidez de sus ropas, van dado rienda suelta a un deseo que vibra desde la primera mirada, que se enciende con el roce más leve y que termina desbordándose cambiando toda su existencia. Es un erotismo electrizante que te cala hondo y que despierta en les espectadores el ansia de experimentar lo mismo que están viendo en pantalla.

Titane. Julia Ducournau, 2021. El sexo, las fiestas, la maternidad y la paternidad componen un cuento de terror, violencia, reproducción, cariño y amor extremo hasta decir basta. Puede que su tramo final no resulte nada erótico, pero no cabe duda de que su secuencia inicial en esa especie de boliche de fin de la adolescencia despertará más de una respiración, hasta que la cosa se ponga sangrienta, y aceitosa.

Queen Kong. Monica Stambrini, 2016. Esta historia es una vuelta de tuerca al mito fundacional de la representación clásica de la violación/conquista que aprovecha la fantasía para plantear un cambio de rol en los géneros de sus protagonistas. Una reescritura que no puede ser más moderna y cuyo principal valor está en el misterio de su discurso de género, alejado de cualquier impostura o dogma y, por tanto, capaz de generar preguntas en vez de repetir respuestas.

En carne viva/In the Cut. Jane Campion, 2003. Es un thriller basado en la novela homónima de Susanna Moore que nos adentra en el género negro de los años ‘90 para contarnos una historia de asesinatos y violencia machista en los bajos fondos de la urbe neoyorkina. Esta historia que habla sobre el descubrimiento sexual de una mujer, está producida por Nicole Kidman. La crítica se ha limitado a resaltar su fuerte dosis de erotismo y violencia, aspecto reforzado por las connotaciones del título de la película (traducida al español como ‘En carne viva‘).

Portero de noche/ Il portiere di notte. Liliana Cavani, 1974. Esta es una historia de sumisión y desnudez del subconsciente entre una judía  y su sometedor oficial nazi. Todo se desata cuando se encuentran años después con unos roles de poder totalmente distintos a cuando ella se veía obligada a rendirse a los caprichos sexuales del oficial nazi. Sin embargo, algo ha quedado de esos juegos criminales en la mente de la víctima.

La niña Santa. Lucrecia Martel, 2004. La directora argentina aborda el erotismo divinizado con esta historia que se desarrolla a partir del despertar sexual de Amalia, la protagonista adolescente, quien es abusada por un médico de su comunidad y ella ve la oportunidad de cumplir con su deber católico salvando a su agresor del pecado y la lujuria.

Bella tarea/ Beau travail. Claire Denis, 1999. Bella tarea es la única película que vi sobre hombres hecha por una mujer y hecha con una rigurosidad formal sin comparaciones, los cuerpos como formas sensoriales. Un sargento de la Legión Extranjera en Djibouti, África, se obsesiona con uno de sus soldados más sobresalientes. El enfrentamiento entre los dos hombres se convierte en la única guerra concreta para ellos, sumergidos en los rituales cotidianos de militares en tiempos de paz.

Las hijas del fuego. Albertina Carri, 2018. Las  protagonistas de la película son mujeres y pareciera que todas pueden desearse libremente, no sólo porque nadie se los impide, sino fundamentalmente porque el requisito para encontrarse con otra no es más que la posibilidad de que ese encuentro suceda, la posibilidad de compartir el goce con otra mujer. Por otro lado, el goce sexual está absolutamente desvinculado de cualquier patrón estético de los cuerpos. Pero el tema no es la historia sino el tratamiento: de la imagen, de los personajes, de sus cuerpos, del goce sexual, del relato, y de les espectadores.

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