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Entre las víctimas, un prestigioso geólogo al que ya había golpeado la tragedia

Eduardo Musacchio tenía 70 años y una exitosa trayectoria como investigador y profesor. Premio de la Asociación Paleontológica Argentina, el brutal crimen de su hijo en 2009 conmocionó a la opinión pública.

Eduardo Aldo Musacchio, una de las víctimas del accidente aéreo ocurrido en la provincia de Río Negro, era un prestigioso geólogo de 70 años que en la actualidad dictaba clases en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, de Comodoro Rivadavia.

Becado de la Universidad de La Plata, donde obtuvo su Doctorado en Ciencias Naturales y Geología, contaba en su currículum con numerosos postgrados en áreas de Micropaleontología, Estratigrafía e Ingeniería en Petróleo. También obtuvo una beca de la empresa YPF.

Sus pergaminos académicos incluían un Postdoctorado en Geociencias y Micropaleontología en la alemana Universitat Kiel. Fue profesor en la Universidad de La Plata, en la brasileña “Júlio de Mesquita Filho” de la ciudad de San Pablo, y en la Harvard Business School. En 1975 obtuvo el Premio Anual de la Asociación Paleontológica Argentina.

Además publicó numerosos artículos en revistas científicas y colaboraciones en distintos libros.

Su apellido ya había estado ligado a un hecho trágico, ocurrido en 2009, que conmocionó a la opinión pública: el asesinato de su hijo Sebastián.

El joven de 22 años había viajado como mochilero al norte del país y su cadáver apareció, desmembrado y calcinado, en las ruinas arqueológicas catamarqueñas de El Shinkal.

Por un hecho fortuito, su cámara fotográfica permitió descubrir a su asesino por una serie de imágenes tomadas en el lugar de los hechos, en las que aparecían dos baqueanos que habían estado con el joven.

Siguiendo esa pista, la Policía logró hallar a los sospechosos para interrogarlos: finalmente, uno de ellos confesó y acusó al otro de haberlo matado de un palazo en la cabeza.

En 2010 se llevó a cabo el juicio en el que ambos fueron considerados “coautores” del homicidio y recibieron la pena de prisión perpetua.

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