Ciudad

Entre el derrumbe y el humor

Agobiado porque no detienen la construcción de una torre lindera que daña su casa, un hombre tuvo una particular idea: colgó desde su ventana un gran letrero acusando al municipio de “no hacer nada”, provocando la atención de los transeúntes.


La historia tiene algunos ingredientes propios de un hecho que se repite seguido a la par del llamado boom de la construcción en la ciudad. Pegado a una vieja vivienda ubicada en Vera Mujica al 800 comenzaron a construir a mediados del año pasado una lujosa torre que tendrá 12 pisos. Desde el inicio de la obra la casa lindera comenzó a dañarse; no aguantó la edificación sobre su medianera y en paredes y techos comenzaron aparecer, de a poco, las rajaduras. El caso continuó, también, por el camino habitual; las denuncias cruzadas entre el damnificado y la constructora en el municipio y la Justicia por los presuntos perjuicios. Hasta allí, lo normal. Sin embargo, el propietario de la inmueble dañado no quiso quedarse allí y decidió actuar entre la bronca y con humor. Es que como el Ejecutivo y también desde Tribunales se niegan a frenar los trabajos (el afectado viene buscando que cesen) el hombre se cansó y decidió colgar desde sus ventanas del primer piso que dan la calle dos telares con leyendas que abren a quienes por allí pasan su fastidio. “Destruyen mi casa y la Municipalidad no hace nada”, reza uno de los letreros, para sorpresa de quienes transitan la zona.

Fernando R. cuenta su historia sin pausa. El hombre habla rápido, y mucho. Desde que nació, hace 55 años, vive en calle Vera Mujica al 800. El inmueble (de dos plantas y una amplia terraza), recuerda, fue construido por su propio padre hace 90 años. Según el hombre fue una de las primeras casas en levantarse en la zona. Hace un tiempo Fernando tuvo que vender la vivienda de la planta baja por lo que hasta hoy sólo habita (junto a parte de su familia y demás personas) el primer piso.

Con todo, con el llamado boom de la construcción ese sector del macrocentro de la ciudad (como todos, en rigor) comenzó a revalorizarse y a ser apetecible para inversores inmobiliarios. Fernando relata que dio cuenta que pegado a su vivienda iban comenzar a construir una torre (el edificio se levanta justo en la esquina de Córdoba y Vera Mujica) a mediados del año pasado, cuando emisarios de la constructora junto con un escribano se acercaron a hacer fotografías del lugar. Al  poco tiempo comenzaron a cavar para hacer los subsuelos donde irán las cocheras y así, dice Fernando, aparecieron las primeras rajaduras en su casa.

Así, y luego de que esa situación comenzara a agravarse y (siempre según su versión) de que los soportes de madera que la constructora colocó en el interior de su casa (tras la puerta de acceso) para apuntalarla se “cayeran todo el tiempo”, Fernando acudió a denunciar la situación, primero, a la Defensoría del Pueblo, y luego a la Dirección de Obras Particulares del municipio. Sin grandes novedades, el hombre llevó el caso a la Justicia. Sin embargo, y tras lograr inicialmente parar la obra, hace algunas semanas desde Tribunales autorizaron la continuidad de los trabajos.

“Nunca me había pasado esto. El tema no es sólo la destrucción que provocan. Sino además hay otras cosas. ¿Sabés lo que es tener gente (por los obreros que trabajan en la construcción lindera) a las seis de la mañana tomando mates en la terraza de mi casa. O también, verlos colgados de un andamio a la altura de la ventana de mi cocina y de una de las habitaciones. Están adentro de mi casa prácticamente”, señaló indignado el damnificado, marcando una incomodidad que, en rigor, padecen muchos vecinos colindantes a obras en construcción.

Lo cierto es que el hombre, ya agobiado por la situación, decidió llamar la atención de una forma muy peculiar. Así es que avanzó con una especie de escrache público a la constructora y el municipio. A quienes hoy transitan (ya sea en vehículo o a pie) por Vera Mujica y Córdoba no les pasa desapercibida la postal que entrega el frente de la casa de Fernando. Allí, sobre sendos retazos de tela que cuelgan de cada una de sus ventanas del primer piso, el hombre dejó brotar con inscripciones toda su bronca.

“Destruyen mi casa y la Municipalidad no hace nada”, reza una de las leyendas. Fernando no anda con demasiadas vueltas para justificar su idea. “La verdad que me hinché las bolas. A pesar de que el municipio tiene peritada mi casa, no pasa nada”, explica, por si hiciera falta y sin agregar más.

En tanto, el otro mensaje es también tan explícito como el anterior. Fernando contó que hace unos días el “ingeniero de la obra” le advirtió que el desarrollador era “un tipo muy poderoso”, por lo que le recomendaba  “no meterse” con él. “Así, dije yo, ahora eso lo voy a escribir bien en grande y frente a mi casa para que lo sepan todos. Por lo que agarré e hice un cartel textual de lo que me habían dicho”, explica Fernando. De esta forma, hoy también puede leerse frente a su casa la frase tal cual se la expresaron: “El ingeniero dice no te metás con la constructora que son muy poderosos”. El damnificado cuenta entre risas que tras ese episodio el ingeniero en cuestión no apareció más por su casa. “Le dio vergüenza”, relata entre risas, esas que al menos por un rato le permiten olvidarse de sus penurias.

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