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En su nuevo libro Florencia Freijo analiza el peso del deber ser en las mujeres

La politóloga habla sobre su libro "Solas (aún acompañadas)", en el que explica que la sobrecarga, la soledad y la función cuidadora son eslabones de una cadena de mandatos que pesan como carga mental y estrés


En su nuevo libro Solas (aún acompañadas), la politóloga María Florencia Freijo desarma la matriz de desigualdad de género para mostrar que la sobrecarga, la soledad y la función cuidadora son también eslabones de una cadena de mandatos, y que, junto a las barreras económicas, los estereotipos y la falta de oportunidades, consolidan la hegemonía de un sistema patriarcal que siempre juega en contra de las mujeres.

Las locas, las brujas, las que cuidan, las que compiten, las que asumen múltiples tareas: la construcción de las mujeres va pegada a etiquetas del “deber ser” (madre, hija, novia, esposa, trabajadora, amante), que nada tienen de naturales, ni mucho menos –se verá en el libro– son experiencias de unas pocas.

“La historia de las mujeres está marcada por tener un montón de mandatos que pesan como carga mental y estrés y hacen que lideremos, en todo el mundo, los índices de depresión”

Con todas esas mujeres dialoga la licenciada en Ciencias Políticas, activista y feminista, en su nuevo libro Solas (El Ateneo), donde relee en clave diferenciada la historia y la industria del entretenimiento revisando en qué momento o de qué modo se fija la división cultural que establece que ellas a una cosa y ellos a otra.

A través del título del libro Freijo deja en evidencia que las mujeres están aisladas. “Cuando analizamos a las mujeres de la historia, nos vemos aisladas, como si la historia política se hubiera construido desde la masculinidad. No hemos construido una historia de hombres y mujeres, sino que ha habido a algunas valientes, algunas destacadas, algunas”, explicó en diálogo con la agencia de noticias Télam.

Además, por el otro lado, también están solas. “Falta una solidaridad entre nosotras, tenemos la vara muy alta y nos juzgamos muchísimo. Y, además, estamos solas dentro de nosotras mismas porque nos callamos y creemos que tenemos la responsabilidad, y en el fondo estamos cansadas, sobrepasadas, creemos que tenemos que poder con todo solas y sino tampoco podemos expresarlo”, añadió la politóloga.

“En un mundo donde la matriz productiva está relacionada a la masculinidad, el éxito que ha generado que la desigualdad siga socavando nuestra calidad de vida es el considerar que las tareas domésticas no son tareas productivas”

“En todo este aislamiento histórico, cultural, personal y demás surge el estar desbordadas”, apuntó. Es por eso que en su libro aborda la carga mental como un concepto que no tiene que ver con esa mujer que puede con todo, sino como algo que cargan desde chicas. “Desde el momento en que los juguetes están relacionados a tareas de cuidado. La historia de las mujeres es la de tener un montón de mandatos que pesan como carga mental y estrés y hacen que lideremos, en todo el mundo, los índices de depresión”, explicó.

Según Freijo actualmente el movimiento feminista está arrasando con una cultura patriarcal para poner otras reflexiones sobre la mesa y aumentar la capacidad crítica de la sociedad que construye nuevas formas de vinculase. “Aunque la historia no son recortes fotográficos, hay algunos con mucha personalidad como son los #NiUnaMenos, pero también hay una cronología de las luchas que no puede obviarse”, dijo y agregó: “Por otro lado, la ruptura de lo tradicional en los medios de comunicación, históricamente concentrados en hombres y la democratización de los medios gracias a la redes sociales han hecho mucho por el feminismo. Esta cuarta ola tiene como protagonista a las redes sin lugar a dudas. Y en ese sentido hemos logrado visualizar que las grandes problemáticas por las que primero surgimos, el femicidio o la violencia física, en realidad tienen un correlato cultural: una matriz social que pone a las mujeres como ciudadanas de segunda y a los varones desde una masculinidad hegemónica. Ellos, en todo el mundo, tienen mejores condiciones de vida y, sea la cultura que sea, las mujeres estamos peor”, aseguró quien participó como escritora en el colectivo de mujeres que hicieron el libro Mujeres que transforman, experiencias que inspiran, de la Fundación Contemporánea.

“En un mundo donde la matriz productiva está relacionada a la masculinidad, el éxito que ha generado que la desigualdad siga socavando nuestra calidad de vida es el considerar que las tareas domésticas no son tareas productivas”, explicó. Y continuó: “Entonces, vamos a puestos de trabajo con paredes de cristal y las mujeres somos docentes de nivel inicial o somos enfermeras, es decir, ganamos menos. Porque lo que estamos haciendo es un trabajo vinculado al destino de cuidadora. Todos estos estereotipos y mandatos son los que después se traducen en condiciones deplorables para nosotras”.

Nuevos vínculos y solidaridad

De cara al futuro Freijo proyecta, como transformación, la creación de nuevos vínculos. “Sé que va a tardar pero ya estoy viendo los cambios. El feminismo me enseñó que la rapidez de los cambios puede ser insospechada. A veces parece que vamos muy lento, y otras, el cambio es vertiginoso”, opinó la escritora que en Solas (aún acompañadas) traza un código propio, donde aparecen estrategias como la solidaridad, algo para lo que hay que bajar la vara de análisis. “Entendámonos, démonos tregua, dejemos de criticar. El feminismo ahí tiene mucho que aprender, todavía no tiene un código propio, no puede no hablar de feminismos porque no puede representarse sino es en la heterogeneidad. Nos necesitamos muy unidas, yo prefiero hablar de feminismos dentro del movimiento porque hacia el afuera nos tenemos que mostrar más blindadas que nunca”, aseguró y explicó: “Blindadas de la cantidad de agresiones que tiene el movimiento feminista. Si nos mostramos fragmentadas es peor y confirmamos estereotipos de género, sociales, tenemos que mostrarnos como cuerpo político, que no significa como amigas ni por fuera de la disidencia. Es necesario seguir construyendo cimientos sólidos sobre una realidad histórica que tiene que dejar de negar a un movimiento de excelencia le ha dado lugares políticos y derechos humanos a las mujeres”, concluyó.

“Las redes colectivizan y democratizan el acceso al conocimiento”

“Este libro fue pensado desde la solidaridad y del nuevo pacto que tenemos que tener entre nosotras, un nuevo entendimiento entre mujeres”, definió María Florencia Freijo lo que pensó cuando empezó a dar forma a Solas, un libro que tiene mucho de sus interacciones en redes sociales, donde generó un espacio de encuentro y diálogo con sus lectoras.

“No todas van a poder a salir de esa matriz, no todas pueden, no todas quieren, pero la idea de este libro es mostrar la desigualdad que tenemos todas las mujeres. Por consiguiente, entendiendo eso, nos podemos parar desde otro lugar”, dijo a sabiendas que el enfoque es colectivo y no individual, y de ahí que en este trabajo se haya ocupado de ofrecer “datos globales para visualizar que el problema no es de una sino que es una problemática social”.

Por eso, Freijo, que trabaja como asesora legislativa y también en forma privada da charlas y clases, aseguró que no quiso hacer un libro “para que ayude a cada mujer, sino hacer un libro para que esa mujer pueda ayudar a otras”.

En sus redes, como pasa en Instagram en una clave más intimista, Freijo se concentró en conceptos tales como el de la carga mental o la crianza en soledad aún acompañadas: “Empecé a hablar de estos temas y un montón de personas se sintieron identificadas. Son conceptos que no estaban tan socializados y me parece fundamental para mostrar cuál es la condición de la mujer en la sociedad actual, incluso aunque hayamos conquistado un montón de derechos humanos, todavía nos falta muchísimo a nivel cultural”.

En ese sentido, las redes se convirtieron en el terreno de la interacción con otras mujeres. “Porque a través de las redes sociales surgen historias que me dejan pensando y permiten profundizar sobre lo que he estudiado, es un aprendizaje que hacemos de manera colectiva. En ese sentido, las redes colectivizan y democratizan el acceso al conocimiento”, concluyó.

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