Ciudad

En Santa Fe hay 64 chicas sometidas a redes de trata

Lo dijo Susana Trimarco, quien preside una fundación que investiga más de 500 casos en todo el país.

 trafico

El problema del tráfico de mujeres en la Argentina pareció desnudarse hace algunos años, cuando una tucumana sin más preparación que la desesperación de haber perdido a su hija en manos de estas redes, salió a buscarla. Nunca logró encontrar a su hija, Marita Verón, sin embargo logró desbaratar decenas de prostíbulos y sacar del calvario a unas 130 chicas que estaban esclavizadas. La mujer se llama Susana Trimarco, y hoy preside una fundación que lleva el nombre de su hija y que pretende combatir la trata de personas. A Trimarco le llegan casos de jóvenes secuestradas y sometidas a estas mafias de todo el país. Hay más de 500 casos, pero 64 de ellos son de la provincia de Santa Fe, lo que representa un dato alarmante. Si bien no quiere develar los circuitos que hacen los traficantes, que pasan a las mujeres de una provincia a la otra, Santa Fe y Córdoba, son lugares desde donde se elige el norte o el sur como destino, aunque en el camino prestan servicio en los burdeles locales.

“Cuando buscamos a una chica, se nos van abriendo un sinfín de circuitos porque están muy organizados (los proxenetas). Entonces, cuando uno de los secuestradores le pasa el dato a otro de que hay alguien buscando a esa víctima, se la van pasando de una provincia a otra”, explicó Trimarco a El Ciudadano.

“Nosotros (la Fundación) estamos haciendo un trabajo tremendo, ya tenemos 532 causas entre las chicas recuperadas y las que todavía no aparecieron”, aseveró.

“Uno de los últimos casos surgió cuando tres menores salteñas, de 14, 16 y 19 años, fueron llevadas desde Orán (Salta) hasta Río Gallegos donde eran prostituidas con total impunidad. Tenían documentación falsa, y cuando los delincuentes se enteraron que las buscábamos, las mandaron a Santa Rosa, a un prostíbulo cuya dueña es apodada La Turca, y de ahí a Bell Ville, Córdoba y después pasó a Marcos Juárez, también por San Jorge. Siempre se mueven por toda esa zona”, recordó Trimarco, quién se encuentra en un post operatorio en su casa ubicada en la capital tucumana.

“Tenemos detectadas varias ramificaciones, porque se van intercambiando las chicas y las cruzan con total impunidad, con DNI falsos y siempre hay alguna pata policial haciendo negocios”, resaltó.

 

Los casos santafesinos

“En Santa Fe, está el caso de las dos chicas, María Cristina Ojeda, quien todavía está desaparecida, y Romina Gamarra que hizo todas las denuncias y no le dieron protección, encima su causa quedó en la nada”, prosiguió.“ También tenemos denuncias de niños desaparecidos y de intentos de secuestro en Rafaela y en otras localidades santafesinas. Ya es hora de que la Justicia y la Policía se capacite, se actualice para poder usar la ley de Trata de Personas y brindar más apoyo a las víctimas. La Justicia tienen que tener más responsabilidad, más compromiso con estos casos para que los explotadores vayan a la cárcel. Es una vergüenza que estas jóvenes sean violadas, drogadas, golpeadas y explotadas, las destruyen psicológicamente”, remarcó Susana.

A manera de frenar la captación de mujeres, desde la Fundación realizan talleres en colegios secundarios “porque detectamos que las dos vías principales que usan los proxenetas para tener su primer contacto con las chicas es por internet y por ofrecimientos de trabajo”, agregó Trimarco. “Pero lo importante es que todos tenemos que hacer algo. Yo sola desde el 2002 hasta el 2007 pude recuperar 159 chicas que estaban distribuidas en todo el país. Estas jóvenes, muchas son criaturas, fueron encontradas porque yo seguía la ruta del secuestro de mi hija. Cada pista era una chiquita más que encontrábamos. Ya con la Fundación María de los Ángeles tenemos 532 causas en el juzgado federal como también en los juzgados ordinarios”, destacó.

En casi los 8 años que llevo esta lucha, pude clausurar 14 prostíbulos en Tucumán, adonde en la mayoría había menores con documentación falsa. Entonces por un lado, tenemos el delito de trata. Y por el otro el tráfico de droga, que siempre van de la mano”, concluyó Trimarco, que nunca cesó de buscar a su hija.

 

Casos que generan impotencia

Susana Trimarco, con la fuerza que la caracteriza y una claridad espectacular, detalló también a El Ciudadano varios casos impresionantes. De las tres chicas salteñas recuperadas, dos fueron devueltas a sus familiares a Salta con custodia, “porque siempre está el acecho de los proxenetas”, y una de las adolescentes, que tiene 17 años, quedó en Tucumán –en el hogar que tiene la fundación para refugiar a las víctimas. La muchacha no tenía a dónde ir. Estaba embarazada y su padre se negó a recibirla. Su bebé hoy tiene 7 meses.

“Estaba desprotegida, la joven no tiene madre y su familia no la quería. Entonces, nosotras empezamos a darle asistencia psicológica y la ayudamos en todo los trámites legales para que no se sienta desprotegida”, señaló Trimarco. “Ahora, la chiquita nos asiste, porque va a los talleres como ayudante enseñando a las otras víctimas para que no vuelvan a caer en engaños. Porque la mafia de estas personas sigue y el acecho también”, remarcó Susana.

Otro caso que es alarmante, ya que demuestra el grado de cinismo que llegan a tener los criminales, es el de una joven de 19 años que fue recuperada de un prostíbulo, tras deambular por varias provincias.

“Al momento de recuperarla, la chica tenía un bebé de 2 años. Cuando hicimos las pruebas para ver el estado de salud de ambos descubrimos que el pequeño tenía sífilis en la boca, lo que indica que los proxenetas lo obligaban a practicar sexo oral para sus clientes. Fue un horror, a esos delincuentes habría que pisarlos como cucarachas”, expresó en evidente conmoción por recordar esa escena Susana.

María Cristina Ojeda y Romina Gamarra son dos jóvenes santafesinas de 21 y 18 años que en agosto de 2006 lograron escapar, en Santiago del Estero, de una red de tratantes de mujeres gracias a la ayuda de un “cliente” y del padre de Romina. Fue una huida que contó con acompañamiento policial desde el destacamento de Palo Negro, en la frontera con Santa Fe, hasta la capital de la provincia donde vivían en el barrio Barranquitas, donde radicaron la denuncia. Sin protección adecuada, sin que la causa –que pasó de la Justicia Federal a la provincial– tuviera más novedad que la declaración de las víctimas, las chicas terminaron desdiciéndose de toda su historia. Obviamente, tras varias denuncias de agresiones a familiares de las chicas, incluso a sus abogados.

Comentarios