Coronavirus

Pandemia

“En la historia de las epidemias, nunca tuvimos una fuerza científica tan importante como hoy”

Oscar Bottasso dirige el Instituto de Inmunología Clínica y Experimental en Rosario y es investigador del Conicet. En esta nota analiza el coronavirus en relación a otras pandemias que sufrió la humanidad a lo largo de la historia


El médico Oscar Bottasso, egresado de la Universidad Nacional de Rosario hace más de 40 años, es tal vez de las personas que más ha estudiado sobre enfermedades infecciosas en el país. Dirige el Instituto de Inmunología Clínica y Experimental en Rosario y es investigador tanto del Conicet como de la UNR. Cursó estudios de postdoctorado en París y en programas de la OMS y es además un apasionado lector de la historia de la medicina. En entrevista con Vale Doble (Sábados 9 a 11, por Radio UNR) ubicó la experiencia del coronavirus en relación a otras epidemias que sufrió la humanidad.

—Para quienes no estamos acostumbrados a leer sobre la historia de las epidemias, ¿qué es lo primero que deberíamos saber en este contexto?

— A mí lo que me llevó a la historia de la medicina fue la investigación. Y te permite poner en contexto, saber adónde estás parado y te planta mejor para encontrar las respuestas. Para empezar, hay una historia no escrita en el paleolítico y el neolítico. Pero cuando la humanidad empieza a escribir, la primera gran pandemia es la Plaga de Justiniano, en el siglo VI. Se dio en el Imperio Romano de Oriente, con Bizancio, cerca del año 550. Pensemos en la población de esa época. Roma de Occidente había caído y esa parte del mundo estaba ocupada por los bárbaros. Y se dan, durante doscientos años, dieciocho oleadas de epidemias sobre las cuales hay registro.

 

—¿Hay alguna hipótesis de cómo esa epidemia llegó a difundirse masivamente?

—Sí. Estamos hablando de la época de Carlomagno y se calcula que murieron 25 millones de personas en esa región. La infección vino probablemente desde África, porque había una ruta comercial desde el sur africano, que pasaba por la India y llegaba a Bizancio que era adonde había pobladores con alto poder adquisitivo. O sea, la ruta del virus seguía el recorrido de los mercaderes. Y según se escribió, había gente que se tiraba de los acantilados, se suicidaba para no pasar por la situación de enfermarse y tener que morir sin un tratamiento clínico.

—En el recorrido histórico, ¿qué vino después?

—El segundo gran brote del que existe registro se da en 1347. Ese sí, sabemos que viene de China y de Mongolia, de la Ruta de la Seda. Quien nos dio una buena mano fue Marco Polo, que fue a la China y vio que allí existía la pólvora. Y se le ocurrió que podría servir para impulsar unas grandes bolas pesadas y de ahí salió el cimiento para inventar el cañón. También vio los fideos y se imaginó lo que podría pasar si los amasaban con trigo y así nacería la famosa pasta italiana. Pero también, los motivos originales de esos viajes estaban en poder conseguir las sedas que demandaba la elite veneciana. En aquel momento, Venecia era el centro comercial más importante de Europa. Y la República de Venecia llegaba hasta Chipre, pasando por todo el Adriático. Esa ruta que venía de Oriente tenía un primer parate en Crimea, adonde había una colonia de comerciantes italianos. Era la época del Ghengis Khan y los mongoles, que atacan a los italianos en Crimea y se quedan allí. De ese combate, queda como resabio la peste. El transmisor de la bacteria era una pulga, que podía alojarse tanto en ratas como en personas. En aquel momento, recordemos que no había las condiciones de higiene que hoy busca tener la humanidad, sino que en general adonde había humanos, también había ratas. Esas pulgas pasaron de las ratas a las personas. Y con las personas viajaron por el Mar Negro, el Egeo y subieron por el Adriático hasta llegar a Venecia. De ahí se propagó la peste por toda Europa.

—El coronavirus se tomó más seriamente en 2020 cuando empezó a expandirse por el norte italiano. Esa misma región entonces, ya padeció hace muchos siglos esta peste de la época de Marco Polo.

—Sí. Y tuvieron otra que quizás fue peor, en 1630. En Mantova había muerto el Duque de Gonzaga. Y entonces, se disputaba la herencia del Ducado, en un sitio donde había riqueza, arte, al lado de un río. Entonces, empiezan a merodear por allí varios ejércitos. Van los españoles, franceses y alemanes. Estos últimos parece que tenían la peste. Y pierden la disputa por la zona de Mantova, pero la parte del ejército que queda con vida, al regresar a Alemania pasa por Milán, que en ese momento tenía 130 mil habitantes. Producto de los contagios de esa enfermedad, se muere en un año la mitad de la población milanesa. Venecia la sacó un poco más barata. Era todavía la ciudad más próspera de la región, por el comercio que tenía. Con 143 mil habitantes, en poco tiempo mueren más de 40 mil. Bolonia, Ferrara, Turín, toda esa zona padecieron miles de muertes. Y se supone que fue el inicio del fin para la era de apogeo veneciana. El 40 por ciento de la población, murió por el virus.

—Hoy quedan los relatos periodísticos de lo que sucede con el coronavirus, ¿lo que pasaba entonces cómo queda registrado?

—Había de parte de la población de esos años un acostumbramiento horrible a eso que pasaba. Ya en el siglo XIV habían tenido miles de muertes. El Decameron, de Bocaccio, sucede cuando es la peste en Florencia. Y en los escritos se habla de gangrenas, del espanto de la muerte y cómo se daba.

—¿Cómo ubicarías a la pandemia de hoy respecto a estas otras que sufrió el mundo?

—Siempre se sabe que los patógenos siempre están tratando de quedarse y si uno le cambia los nichos ecológicos, ellos saben ubicarse y sacar provecho de eso. La última epidemia que tuvimos, por ejemplo, fue en 1920, con la gripe. Mató a cincuenta millones de personas, que serían hoy unos 250 millones. En ese momento, no había mucha ciencia para combatirla. Pero hoy, tenemos una fuerza de choque científica brutal para ir al frente. Yo digo esto, leyendo sobre la historia: el 7 de enero se identificó una nueva cepa de un virus, para el que hoy a seis meses estamos con fase 2 de una vacuna. Eso nunca había pasado. Para ponerle el broche a esto, se deben desarrollar buenas terapias anti virales y una vacuna que confiera la bendita inmunidad de rebaño, que estimo sucederá el año que viene. Pero si uno ve lo que ha ocurrido, le hemos puesto bastante vallado y no deberíamos llegar a la gravedad de lo que la Gripe Española y otras que anteriormente vivió la humanidad.

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