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Empaquetame un cuartito de amor


La arrogancia del calendario se impone nuevamente sobre nuestros días, hoy obliga simular felicidad y festejar el amor. Mucho rojo y muchos corazones. Mucho chocolate y bombón derretido por los 30 grados de calor (la patada al hígado será inevitable).

Desde tiempos inmemoriales se viene instalando una noción de amor romántico bastante cuestionable. Este ideal va ganando terreno en nuestro cuerpo, en nuestra mente y se rinde al “y de golpe un día de suerte se me hizo conocerte”. Nos venden la idea del héroe o heroína emocional que nos rescata de una vida de mierda: todo son risas, caricias, canciones de Eddie Sierra y colores pastel; hasta que despertamos del ensueño atropellados por la realidad de otro sábado en penumbras y sin compañía (¿cuál sería el problema?)

El 14 de febrero te permite ver una foto completa de lo peor de la cultura contemporánea: la comercialización descarada del afecto y la inmortalización de estereotipos románticos atávicos. La mujer sumisa, delicada, incluso frágil; esperando ser cortejada por un empresario portentoso, y elegante que nos viene a completar.

Se juega con la ilusión de un “ya va a llegar” y se estrella en la onceava sesión de terapia tratando de entender porque quedamos varados con Penélope tejiendo una bufanda que quizás use el gato para jugar.

El amor (de San Valentín) no es ciego.

Es un amor rudo, clasista, racializado, joven, hetero, capacitista, gordofóbico, capitalista. Pero ¿quién se preocupa por eso cuando podemos estar rodeados de peluches que dan alergia, de rosas que largan olor fétido porque se pudren al rato, de cenas que se enfrían en pro de sacar la foto perfecta para las redes?

Las expectativas románticas de San Valentín y los estándares poco realistas que fogonea, pueden exacerbar la tristeza, la ansiedad, incluso la depresión. Esta narrativa, replicada por algunos medios de comunicación y por la publicidad, suele retratar al amor como algo que sólo es válido entre personas que cumplen con ciertos estándares y excluye a aquellos que no encajan en esos moldes. ¿Cuántas personas gordas viste en una publicidad de San Valentín?, ¿cuántas personas con discapacidad?, ¿cuántas personas trans?, ¿Cuántas…

¿Qué mejor manera de celebrar el amor que siendo extorsionados por el “capitalismo romántico”? El consumismo exacerbado y los gestos grandilocuentes, dejan a las claras que el festejo está más orientado a la mercantilización del imaginario amoroso que al amor per se.

Este tributo al nefasto imaginario de felicidad eterna, pone de manifiesto la ruina y la decadencia de la meta nauseabunda que perseguimos hipnotizados: encontrar pareja como sea.

Por estas (y otras cosas más) odio este día de mierda.

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*Licenciada en Ciencia Política (UNR), militante por la diversidad corporal, anticapacitista, docente de Problemáticas de la Discapacidad, Sociología de la Discapacidad, y de Metodologías en la UGR, trabajadora en la Secretaría de DDHH de la UNR. Columna de opinión “Cuerpas mutantes”. Miembro fundacional de IG: @alicya.para.iberoamerica (Asociación por la liberación corporal y alimentaria para Iberoamérica). IG: romina.sarti

 

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