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Reflexiones

¿Eliminar el cepo es torpeza o genialidad?

Para algunos es producto de la fantasía del macrismo, de que con el sólo hecho de llegar al poder nos inundarán de dólares. ¿Alguien los ingresaría sin saber cuál es el plan? Se puede jugar con algunas hipótesis: supongamos que el actual gobierno deja en las arcas del BCRA 20.000 millones de dólares, y que la Base Monetaria más Letras, actualmente en 769.000 millones de pesos, se incrementa en 200.000 pesos adicionales para financiar el déficit fiscal del año 2015. Bajo esta hipótesis meramente ilustrativa, la Base Monetaria Amplia ascendería a 969.000 millones de pesos, y un tipo de cambio de convertibilidad plena, del ciento por ciento, ascendería a 48,45 pesos por dólar. En el caso extremo de que el Banco Central debiera asistir una corrida bancaria, este valor sería aún mayor, aunque esta posibilidad es hoy prácticamente nula debido a la holgada liquidez que denota el sistema bancario. Obsérvese que con 31.000 millones de dólares de reservas y la Base Monetaria Amplia actuales, la misma relación hoy se reduce a sólo 24,80 pesos por dólar, y a sólo 14,58 pesos si se renovaran indefinidamente las Letras. Por otra parte, no necesariamente se requiere de una convertibilidad plena para sostener una paridad cambiaria. Por un lado, porque siempre existe una mínima demanda transaccional de billetes y monedas en poder del público, y por otro lado, porque el BCRA tiene instrumentos como para esterilizar el nivel actual de Letras, de 317.000 millones de pesos, o incluso de cifras mayores, dependiendo de la confianza. De este modo, de 48,45 pesos por dólar podríamos bajar rápidamente a 15 pesos por dólar, como para encontrar un nuevo equilibrio políticamente más amigable.

Como se ve, tenemos un amplísimo rango como para adivinar un nuevo dólar de equilibrio para el próximo 11 de diciembre. Y cabe aclarar que cuanto más alta sea la expectativa respecto de ese número más va a influir económicamente sobre el presente gobierno, y más va a influir electoralmente sobre el aspirante al próximo gobierno. De todos modos, lo más importante es distinguir que este equilibrio es sólo monetario, y para que sea consistente y duradero debe conformar un equilibrio general, un plan integral. Esto significa que el tipo de cambio resultante o elegido debe satisfacer por lo menos dos condiciones más:

– En primer lugar, debe ser al mismo tiempo compatible con un equilibrio fiscal, el que a su vez requiere de otras subcondiciones:

  1. Debe ser logrado con una presión impositiva razonable, sin que se asfixie al sector privado, que en definitiva es el que sostiene al sector público.
  2. La presión impositiva resultante debe ser suficiente como para financiar el gasto social actual, aun cuando ello implique postergar inversiones o endeudarse. Luego, el crecimiento y el desarrollo económico sostenido equilibrará estos desajustes y distorsiones heredadas.
  3. Indefectiblemente debe eliminarse la totalidad de los subsidios, por razones fiscales y de precios relativos, especialmente a la energía y al transporte, lo que deberá ser compensado de alguna manera de modo que no sufra el salario real una caída abrupta. Aumentar gradualmente las tarifas sería contraproducente por sus resabios inflacionarios en el tiempo, con su consecuente conflictividad salarial y social.
  4. Como no quedarán recursos públicos para inversión física, destinados en exceso a satisfacer gastos sociales, deberá incentivarse la inversión privada.

– En segundo lugar, debe asegurar una mínima y razonable rentabilidad empresaria, con competitividad externa. Eso quiere decir que el nivel de los salarios en dólares debe ser acorde con la productividad local.

En definitiva, el nuevo tipo de cambio deberá satisfacer simultáneamente el equilibrio monetario, el equilibrio fiscal y el equilibrio privado real, lo que en su conjunto debe redundar en un plan consistente y duradero. De este modo, anunciando un plan integral, lo que es esencialmente una decisión política, el cepo puede ser levantado de un día para el otro, permitiendo el libre acceso al mercado de cambios oficial. Algunas medidas deben ser simultáneas e inmediatas, y otras pueden desarrollarse gradualmente. Pero lo más importante es la consistencia técnica y fundamentalmente la vocación política.

Por último, merece destacarse que como consecuencia de la escasez de recursos fiscales y la elevada demanda de prestaciones sociales, la nueva economía debe ser de inversión y de ingreso de capitales más que de consumo y rentas por mejora de los términos del intercambio, como ocurriera durante la última década. Bajo ese contexto el sistema financiero y el mercado de capitales tendrán un rol fundamental, por lo que deberán ser regulados y controlados celosamente para evitar traumáticas reversiones ante cambios en el contexto externo o en la credibilidad interna.

 

(*) Economista

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