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El vértigo político del 9 de julio

En su libro, el historiador Gabriel Di Meglio intenta que los lectores se metan en la cabeza de los protagonistas de la Declaración de la Independencia para entender cómo pensaban algunas situaciones de las que todo el mundo hoy conoce los resultados.


“Me interesó reconstruir el dramatismo del 9 de julio que, en realidad fue un momento más de un año, 1816, que está cargado de conflictos y de mucho vértigo político”, expresa Gabriel Di Meglio, actual director del Museo del Cabildo de Buenos Aires, conocido presentador de Canal Encuentro para programas de historia y autor del libro 1816: La verdadera trama de la Independencia, un texto que analiza lo que aconteció hace 200 años en estos territorios. Según la perspectiva del investigador del Conicet, en 1816 se vivió una crisis política constante y por eso en su libro buscó mostrar una sincronía entre lo que pensaban distintos personajes históricos y la recepción que tenían distintas noticias en las diferentes geografías de lo que entonces eran las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Durante su estancia en Rosario, para brindar una conferencia en el Instituto Galileo Galilei, el historiador reflexionó sobre las diferencias entre el 25 de Mayo y el 9 de Julio, además de los debates de 1816 que ponían en tensión las disyuntivas sobre si era mejor una autonomía o la independencia.
Acerca de por qué eligió hacer un libro sobre 1816, Di Meglio apuntó: “Me interesaba la idea de contar lo que había pasado en 1816 y me interesó hacer un análisis sincrónico fuerte. Algo que me parece muy difícil en historia es probar cómo transmitirle los hechos a los lectores del presente, cómo hacerlos meter en la cabeza de la gente de la época histórica. Es como la metáfora futbolística del «diario del lunes», que nadie sabe cómo va a terminar el partido pero el historiador sí. Lo difícil es ver cómo meterte en la situación de los protagonistas históricos, cómo pensar como ellos algunas situaciones que vos ya sabés de qué manera van a terminar. Nosotros ya sabemos que San Martín cruzó los Andes y tuvo éxito, pero ellos no sabían”.
Sobre qué acontecimientos marcaron el año 1816, el historiador señaló: “Lo que me parece muy interesante sobre 1816 es la crisis constante que se vive, como fue 2001, como fue 1989, como en 1930. Son momentos en los que parece que todo está en entredicho y se viven momentos muy dramáticos. Otra cosa que tiene 1816 es que hay muchos personajes muy importantes, muy taquilleros, que participan, todos narrando al unísono. Está San Martín, Belgrano, Artigas, Andresito, Azurduy, Pueyrredón. Todos, a diferencia de 1810, salen a escena al mismo tiempo. Eso es lindo para una narración porque es simpático. Al mismo tiempo, desarrollo las historias de muchos personajes que hoy no son tan conocidos como el riojano Castro Barros, que es un personaje fundamental y, salvo la calle que lleva su nombre, nadie lo conoce. También me gustó meter cuestiones de las que yo más sé, que son los sectores populares, personajes populares como los esclavos o los desertores, entre otros. Me pareció interesante poner estos personajes en un libro de historia política que tiene a los dirigentes de la época. Además de eso, me pareció interesante plantear los distintos escenarios que eran importantes en esa época y ver qué pasaba en el mismo momento en lugares distintos. Por ejemplo: qué pasaba en Asunción del Paraguay, qué pasaba en Buenos Aires, qué pasaba en la Liga de los Pueblos Libres. Es como sacar una foto de 1816 en los distintos escenarios y ver qué cambia a medida que pasa el tiempo. Cuando llega una noticia a un lugar, qué está pasando en otro rincón del ex Virreinato. Me interesó reconstruir el dramatismo del 9 de julio de 1816, que está cargado de conflictos y de mucho vértigo político”.
Sobre por dónde pasaba el debate político y el rol de San Martín apurando la declaración de la Independencia, Di Meglio expresó: “San Martín insiste mucho para que haya independencia, sobre todo porque nosotros conocemos sus cartas a Godoy Cruz diciéndole que lo hagan ya. Lo interesante de lo que pasó en Tucumán es que a todas las historias nacionalistas clásicas liberales, revisionistas o marxistas les interesaba ver el hecho de que el proyecto de Mayo de 1810 abre un camino autonomista y un camino independentista. Estas son dos tendencias políticas que están en entredicho. La autonomía significaba claramente dejar de depender de España, es decir, tener un autogobierno y manejar tu propia economía bajo la corona de España, que es un proyecto político muy parecido al Commonwealth que tienen australianos y neozelandeses con Inglaterra. El proyecto de Mayo era: «Queremos garantizar estos territorios para el rey de España pero queremos dejar de depender de la metrópoli». Hoy nos cuesta mucho hacer una distinción entre el rey de España y España, pero ellos estaban pensando en una monarquía federal. Ya Mariano Moreno, dentro de la Primera Junta, plantea que no basta con eso porque como América fue conquistada por la fuerza el sentimiento de los americanos es terminar con esa dominación”.
Las diferencias entre 1810 y 1816, la tardanza para la declaración de la Independencia, Di Meglio la explica del siguiente modo: “Lo que pasa entre 1810 y 1816 es que estas dos tendencias se debaten. Todos quieren un autogobierno pero eso no implica que un Estado esté separado de todo, también puede ser dentro de una monarquía. Cuando en 1814 Fernando VII sale de su cautiverio y recupera el trono, es el rey quien no quiere negociar ningún cambio y considera en rebeldía a todo aquél que se oponga a su proyecto político. Eso hace naufragar ese proyecto autonomista y, de hecho, a los representantes de esa salida política, Belgrano y Rivadavia, que habían ido a negociar eso a Europa. A Belgrano y a Rivadavia les dicen que vayan a negociar la independencia de este continente o la libertad civil de estas provincias. Eso significaba elegir nuestras propias autoridades pero que el rey siga siendo el símbolo de unión. Porque la monarquía era algo eterno, nunca habían vivido por fuera de ese sistema. Lo interesante es ver cómo naufraga ese proyecto”.

El debate y después

“Para 1815, la posibilidad de negociar alguna otra alternativa era nula. Además, la situación era bastante dramática porque el rey empieza a reconquistar, con el apoyo realista local y las fuerzas que mandan de Europa, gran parte de sus colonias en América. Para 1816, no hay parte de América que no haya sido reconquistada salvo Buenos Aires y gran parte de la actual Argentina. Los políticos de Mayo lo saben perfectamente pero no saben cómo va a terminar la película. Además de que la Santa Alianza en Europa condena cualquier gobierno surgido de la revolución, tienen un problema grande por la economía destruida por la guerra y, además, están divididos entre ellos. Hay que recordar que está la Liga de los Pueblos Libres, que arma un proyecto confederal paralelo al de las Provincias Unidas pero, incluso, dentro de este espacio político hay provincias que abandonan el proyecto de Buenos Aires, como Córdoba o Salta. Desde estos lugares les dicen a los porteños que no les van a hacer caso en lo que digan y, por eso, el Congreso independentista se hace en Tucumán”, expresó Di Meglio, y continuó: “Ese es el contexto. Los congresistas saben que van a declarar la independencia pero lo que no saben es cómo va a ser el país que van a crear, si va a ser una república o una monarquía, si va a ser centralista o federal, o cómo se van a elegir a los gobernantes. Todo eso se debate y por eso es fascinante ese momento. Se discute si va a haber cabildos abiertos para una forma de democracia directa, o si va a haber un sistema representativo. Todo eso está en diseño y es más complicado que declarar la independencia que es acordada muy rápidamente. Lo único que complica es el hiato que se produce entre que declaran la independencia de España y llegan las noticias de que los portugueses están invadiendo Montevideo. Por eso me interesa ver lo sincrónico. Por eso, cuando están por invadir la Banda Oriental liderada por Artigas, los congresistas analizan eso y agregan al acta de declaración independentista que pretenden ser libres de la dominación española y de toda potencia extranjera. Eso lo hacen para evitar que algunos piensen que se quieren vender al rey de Portugal”.

Cuando Belgrano se volvió monárquico

Di Meglio sostiene que Belgrano fue uno de los principales motorizadores de la Independencia, pero cerca de 1816, frente al panorama europeo, se convirtió en monarquista. “Con respecto a la bandera creada por Belgrano, el celeste y blanco es claramente un símbolo de independencia. El Triunvirato (gobierno porteño), que era autonomista y no iba por la independencia, le dice a Belgrano que guarde esa bandera porque es un gesto claro de independencia”. Sobre la participación de Belgrano en 1816, el historiador recordó: “1816 fue un año muy desgraciado para Belgrano, porque regresa a Buenos Aires después de una misión fallida a Europa. Allá buscan a un rey europeo y pretenden que el hermano de Fernando VII sea el monarca Borbón del Río de la Plata. También tratan de evitar que haya una expedición militar contra el Río de la Plata y Rivadavia se queda trabajando en eso. Cuando llega acá, Belgrano se hace monárquico. Hay una frase suya en una reunión secreta del Congreso de Tucumán en la que dice que en Europa se acabó la moda «republicana» y ahora se impuso la monarquía. Él, que hasta ese momento había sido un ferviente republicano, se vuelve monárquico con la idea de que la monarquía va a generar reconocimiento externo y además unión en un momento de anarquía. Ahí es cuando arma el proyecto de tener un rey inca”. Belgrano ya había entrado en desgracia.  Di Meglio sostuvo: “El gobierno porteño lo mandó a reprimir a los santafesinos, que incluía Rosario donde había creado la bandera. Cuatro años después, dice: «Acá no nos quiere nadie, esto es un país enemigo». Él estaba al mando de un ejército porteño. A Belgrano lo hacen prisionero sus propios soldados y lo mandan como un paquete a Tucumán. No llega allí heroicamente. Es complejo porque él figuraba como uno de los nombres para ser electo director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata por el Congreso de Tucumán, pero esta deshonra de no poder ponerle orden a su tropa, lo baja políticamente. Aun así, como es un político y un hombre muy respetado le van a dar el mando del Ejército del Norte, pero es un ejército que deja de pelear en la Guerra de la Independencia para convertirse en una especie de policía que se encarga de reprimir conflictos locales en 1816”.

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