De todas las imágenes que me dejaron los once mundiales que viví (especie de agujas de un reloj retrospectivo que en lugar de minutos y horas marcaron largos períodos de cuatro años). me gustaría recordar una de las primeras: la del jugador de Zaire Albert Mwanza Mukombo, único culpable del frustrado intento por llenar el álbum de figuritas de 1974.
Sepp Maier, Johan Cruyff, Franz Beckenbauer, el Ratón Ayala… todos nombres que me hubieran provocado una derrota digna y ocupaban su lugar en el álbum. El único rebelde, la difícil, Mukombo.
No hubo manera. Nadie en San Jorge, ciudad de unos 20 mil habitantes, vio nunca jamás esa traicionera figurita. Tal vez algún Mukombo haya quedado dormido en el kiosco. Frente a la sospecha, y ya en la desesperación, mi viejo tomó coraje y compró una caja repleta de sobres. Estaban casi todos, menos él. Nos rendimos.
Llegamos a creer que era un fantasma. Pero no. Ciertamente era el marcador lateral izquierdo de Zaire, actual República del Congo, uno de los seleccionados más flojos que alguna vez disputó un Mundial. Fue titular en los tres partidos del primer representante del África negra en mundiales de fútbol, en los que cayó sucesivamente 2-0 ante Escocia, 9-0 contra Yugoslavia y 3-0 frente a Brasil. Medía 1,64 y descendía de las tribus de pigmeos mbuti, como la mayoría en ese plantel.
Fue, no tengan dudas, el más buscado de aquel álbum de figuritas, el segundo en la serie Panini que llega hasta nuestros días. Y amargó la vida de miles de niños que soñaban con llenar el álbum y canjearlo por una pelota N°5, generalmente ovalada y de muy mala confección, pero premio al fin.
El “arruina-sueños-infantiles” era líder en el equipo al que llamaban Los Leopardos, y jugó en la selección entre 1967 y 1975. Murió joven, a los 55 años, en un país donde la expectativa de vida apenas supera los 50.
De lo futbolístico de aquel mundial recuerdo poco, tal vez porque los horarios de la escuela no me dejaron ver los partidos por TV, o quizás sea un mecanismo de defensa para quitar de mi retina los cuatro goles que nos hizo Holanda. O, lo más probable, el trauma Mukombo llegó más lejos de lo que yo pensaba.
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