El Hincha

Fútbol y dictadura

El Torito Aguirre, el goleador canaya asesinado hace 43 años por la Policía en una comisaría

Lo detuvieron por una denuncia falsa, lo torturaron y lo fajaron tanto que murió en la celda. Lo cierto es que es el único caso de un futbolista asesinado por fuerzas de seguridad durante la última y sangrienta dictadura. Y que mucho tuvo que ver con su final su condición de negro y peronista


Foto gentileza Radio Gráfica.

La ciudad vive tiempos violentos y en las crónicas policiales aparecen muchas veces mezclados los nombres de los clubes de fútbol por casos que los vinculan con las barras bravas. Los jugadores ya casi no son de las instituciones. Cuando hay una transferencia, generalmente al club no le queda nada y los porcentajes se dividen entre oscuros representantes. Pero hubo una larga época en la que no fue así. En los años 40, por ejemplo. “Eran años en los que Central Córdoba andaba muy bien y formó grandes cuadros. En esa década transfirió a muy buenos jugadores, pero hay un caso muy llamativo que es el de Humberto Fiore, que fue vendido a Newell’s, y el Torito Waldino Aguirre, que fue a Central. Con la plata que entró por la venta de ellos dos, se pudo comprar la sede social donde ya estaba ubicado nuestro club, en Avenida San Martín. Pero no sólo eso ató su destino, sino el hecho de que ambos tengan un final trágico en sus vidas”, dice el periodista Julio Rodríguez, el mayor historiador de los charrúas que tiene este planeta.

A la anécdota la recordó en Facebook este miércoles Santiago Garat, que también es periodista pero antes que eso es “de Central y peronista”, en un nuevo aniversario de la muerte del Torito: “Un día parecido a este, pero de 1977, la policía asesinaba en una comisaría al goleador canaya de la década del 40. Dicen en Tablada, donde nació y tiró sus primeras gambetas, que con la plata de su pase, Central Córdoba compró su sede de San Martín 3250. Otros recuerdan que en un clásico le mostró los testículos a la tribuna de mujeres de Ñul y hay quienes aseguran que era el ídolo del Che Guevara. Dicen también que la yuta lo detuvo por una denuncia falsa y que lo torturaron y lo fajaron tanto, que murió en la celda. Lo cierto es que es el único caso de un futbolista asesinado por fuerzas de seguridad durante la última y sangrienta dictadura. Y que mucho tuvo que ver con su trágico final, su condición de negro y peronista”.

Julio Rodríguez recuerda ahora el final de Fiore, también trágico, unos años antes que el de su compañero Aguirre. “Jugó mucho tiempo en Newell’s, después anduvo por Tigre. Y cuando se retira, va a trabajar a la Usina Sorrento. En 1958, muere ahí en un accidente de trabajo”.

Aguirre, asesinado un 28 de octubre del 77, había sido figura en Central Córdoba, donde reemplazó a un ídolo como Capote de la Mata. Fue una gloria de Arroyito y metió 61 goles oficiales, el primero de ellos el día de su debut, contra Platense en el 41. Jugó también en Racing y en Huracán. Pero en esa época no era fácil hacer una diferencia como futbolista. Y pasó los últimos días de su vida en un tranvía abandonado en Tablada, en la calle Necochea y Centeno.

“Al morir tenía 57 años, pero parecía veinte años mayor: el alcohol lo había derrumbado y vivía de la mendicidad y de los recuerdos de su gloria de veinte años atrás. Pasado y presente contrastaban como mundos opuestos en la vida del Torito. La gente lo reconocía por la calle y lo saludaba; él aprovechaba para pedir unas monedas. Evocaba sus goles favoritos y, cuando no estaba demasiado ebrio, los representaba ante sus interlocutores. “Recibí el pase frente a Marante y De Zorzi –contaba sobre un partido entre Central y Boca–. Levanté la pelota sobre sus cabezas y me filtré entre ellos. Vacca salió del arco y también se la hice pasar por encima”. El Torito cerraba los ojos y rememoraba el estadio en silencio, hasta que la pelota traspasaba el arco y la tribuna estallaba; y cuando los abría veía la pobreza y la miseria que lo rodeaban”, escribió Osvaldo Aguirre, brillante pluma de notas policiales, en una nota que lo evocó hace unos años.

Según lo que se pudo reconstruir de aquella noche, “cuando lo llevan a la Comisaría 11ª, es golpeado como se golpeaba a los presos comunes en aquellos días. Tanto que lo terminan asesinando. Lo mataron por morocho, pobre y alcoholico”, dijo Julio Rodríguez el año último en nota del sitio Radio Gráfica. En esa misma publicación, el historiador charrúa anticipaba que para el 24 de marzo de 2020 se venía pensando entre canayas y charrúas hacer un homenaje conjunto al Torito, por ser “el único caso de un futbolista asesinado por fuerzas de seguridad durante la última dictadura militar”. El acto no se pudo hacer, porque pandemia mediante, no hay fútbol oficial desde mediados de marzo. Pero la memoria insiste y acá está su historia. Para el próximo 24, seguramente, se lo podrá recordar en la cancha, como él hubiera querido.

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