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El regreso de una leyenda tiñe de belleza una isla santafesina

El Irupé, cuya flor puede superar 40 centímetros de diámetro y su fruto era comido por pueblos nativos, está frente a Rosario.


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El irupé (victoria cruziana), una de las plantas acuáticas más grandes del mundo y de extraordinaria belleza, cargada de mitos, creencias y leyendas, ha reaparecido este verano para regocijo de turistas y amantes de la naturaleza en la Isla de los Mástiles, frente a las costas de Granadero Baigorria.

La ninfácea más grande del mundo comenzó a desplegar toda su belleza en la zona de Bahía Carlota, un terreno fiscal que pertenece a la provincia de Santa Fe, “por lo que esta maravilla natural crece en un lugar público y de todos los santafesinos, que por estos días visitan ese lugar para observar su crecimiento”, se entusiamaron desde la ONG El Paraná No Se Toca.

Semanas atrás, voluntarios de la misma organización lograron fotografiar también un gato montés, una especie autóctona en peligro –perdió prácticamente todo su hábitat a manos humanas– y cuya supervivencia sorprendió a biólogos locales, aunque sigue ligada a la dificultosa conservación del ecosistema isleño.

El irupé, que en lengua guaraní significa “plato de agua”, por la forma de sus hojas, a diferencia de otras zonas de climas tropicales donde se la puede ver durante todo el año, en Alto Delta sólo aparece entre diciembre y mayo.

Los primeros pimpollos del irupé aparecerán en febrero y este asombroso espectáculo de la naturaleza atrae a turistas y amantes de la flora autóctona. “Esta es una excelente oportunidad para llegar hasta donde están los irupé, debido a que la altura del río Paraná permite el ingreso de embarcaciones menores hasta esas lagunas de aguas someras y claras donde crecen”, explicó el voluntario Maximiliano Leo, a cargo del área relevamientos de flora y fauna de El Paraná No Se Toca.

Leo explicó que el irupé está en una isla fiscal, “lo que convierte a este hecho en una maravilla natural que crece en un lugar público, pero que lamentablemente no cuenta con un plan de manejo que pueda garantizar su sustentabilidad en el tiempo”, advirtió.

En ese sentido el ambientalista dijo que esta “renovada maravilla natural que aparece en esta isla que pertenece a todos, ayude a despertar conciencias”. Es que Leo advirtió que sobre la Isla de los Mástiles hay apetencias de emprendimientos comerciales turísticos que nada tienen que ver con la conservación e incluso interés ganadero, lo que destrozaría el ecosistema que hoy hospeda al irupé y a muchas otras especies: “Además de ser el ambiente que han elegido estas ninfáceas gigantes para crecer, son lugar de cría y estación de muchas especies migratorias como el sábalo o el águila pescadora y de especies que sufren diferentes grados de amenazas como el lobito de río o el carpincho”, alertó.

Leo señaló además que el irupé es una planta acuática endémica muy presente en la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay. “La gente del norte del Delta ya está viendo su floración, que es hermosa”, marcó, y agregó que la flor del irupé tiene unos 40 centímetros de diámetro y una dulce fragancia. “Permanece abierta durante el día y al retirarse la luz, se cierra y se sumerge en el agua hasta el amanecer”, explicó.

“Es un hermoso espectáculo, y en mayo la gente que visita estos lugares donde crecen, ya sea en kayaks, lanchas o canoas, recogen las semillas de irupé que flotan como arvejas en el río, para embellecer estanques o espejos de agua en sus propiedades”, detalló.

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