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Acciones plásticas

El presente habitado desde la memoria del pasado

La muestra "Raíces Contemporáneas. Planificar un recuerdo", de la que participan 14 artistas rosarinos con diversas expresiones artísticas, convocados por Michele Siquot y Nicolás Biolatto, habilita un espacio desde la memoria afectiva, personal y colectiva para pensar la relación con los ancestros


Maite Acosta / Especial para El Ciudadano

“Repensar de qué forma se sintieron nuestros antepasados en este territorio, el modo en que podrían haberse conformado sus hogares, cómo ubicaron sus recuerdos” es uno de los ejes que plantean Michele Siquot y Nicolás Biolatto en la muestra Raíces Contemporáneas. Planificar un recuerdo, para la cual convocaron a catorce artistas de la ciudad para habitar un espacio desde la memoria afectiva, personal y colectiva. La muestra es parte de la triada cultural que organiza la Cámara de Comercio Italiana de Rosario con el apoyo de la Secretaría de Producción, la secretaría de Cultura y Educación municipal.

El modo en que habitamos un espacio habla de la relación que tenemos con nuestro pasado y nuestro presente, cada objeto que elegimos para construir el paisaje cotidiano tiene un sentido. Tal vez la visita a esta muestra habilite una nueva mirada hacia los ancestros, tal vez podamos vislumbrar cuánto de ellos permanece en nosotros. ¿Qué es una herencia? ¿Puede ser el cuerpo de plantas del jardín de un artista? ¿El paisaje sonoro de una ciudad? ¿La huella que deja un proceso de descomposición?

El eco de las formas

“Todas las obras elegidas remiten por su materialidad, procesos y cualidades a nuestra memoria emotiva, a nuestro pasado italiano, desde una perspectiva contemporánea”, dice Biolatto. Palacio mutante fantasy es la propuesta de Andrés Yeah, una serie de ilustraciones impresas en textil y papel en las que conviven el amor por lo clásico y lo contemporáneo: la selfie en el Museo Nacional de Arte Decorativo. El espacio que aparece en estas imágenes es antiguo y dialoga con el mismo del Cidel, la casona con reminiscencias italianas que alberga a esta muestra. Cada pieza está sostenida por estructuras de madera, y en relación a esto agrega Biolatto: “Todos los soportes expositivos fueron diseñados por nosotros para cada obra; es un ejercicio que hicimos, por un lado para remitir a las estructuras que utilizan los albañiles en la construcción, tiene que ver con cubrir necesidades básicas desde el saber hacer, y por otro está presente también la proyección a futuro”. La calidez de la madera unifica todas las propuestas, así como también el ritmo generado por el rosa, el azul y el verde.

El rosa también se hace presente en las esculturas de Mariana De Matteis, que flotan en el espacio, se escurren mágicamente de sus soportes. Lo blando y lo duro, lo lleno y lo vacío juegan de un modo ambiguo, sutil y fragmentario desde la técnica del calco, esculturas en bronce de la década del 40 que son parte del acervo de obras del museo municipal Juan B. Castagnino. La distancia o cercanía para con el original se vuelve presencia fantasmagórica.

Lo hilvanado por el afecto

Los curadores de esta muestra se posicionan como artistas que generan un plan con la obra de colegas para preguntarse por las posibilidades y alcances de un legado: “Esta muestra es un plan, este plan es un agenciamiento arbitrario, como una idea de fuga posible de un territorio a otro. El recuerdo termina siendo una forma de ubicarse en un nuevo espacio y cargar con sentido esos movimientos”, amplía Biolatto. En relación a los viajes, entre Italia y Argentina en particular, la instalación de Agustín González tiene como protagonista a la historia de amor por correspondencia que tuvo su tía abuela con un italiano que conoció estando en Italia. En Las cartas de Franco el soporte que funciona a modo de cama está cubierto por un empapelado de flores de colores cálidos y sostiene las cartas reproducidas en papel rosa, cartas que forman parte de Arrivederci amor mío novela escrita por el artista en 2011. En la obra textil de María Blanco los retazos de telas, puntillas, botones e hilos se condensan en un planisferio sin divisiones que contiene personajes en tránsito, navegantes algunos, otros a pie, sin distinciones. Las embarcaciones están sobrecargadas de personas que están en el borde, ni afuera ni adentro. Son un grupo, pueden ser nuestros ancestros viajando en barco a principios del siglo pasado, podemos ser todos hoy. Este bordado, llamado Los inmigrantes, abreva en la mixtura de orígenes y culturas y refiere a la problemática de la ruta del mediterráneo.

Las obras de Román Vitali tienen como núcleo inspiracional los vínculos humanos y entre los materiales. Desde la confección de un tejido de cuentas facetadas-encastrables construye flores y cactus que remiten a las naturalezas muertas, el deterioro y a lo efímero de la belleza. También aparece la luz que opera sobre el espacio con formas lineales.

La cocina de las obras

¿Cómo desandar metafóricamente a la materia?, se pregunta Eladia Acevedo. Para ello dispone todos los elementos de trabajo en una mesa que recrea la situación de su taller. El proceso de principio a fin: conviven pruebas de artista y piezas terminadas, recortes, restos, pruebas cromáticas. El color verde que predomina alude a una representación bastante vegetal. Las tiras finas de papel remiten a las ramas, a las líneas, al pasto. “Todo lo que se necesita para enhebrar está allí, como el papel en su origen, vuelto fibra nuevamente, cortado, tensado, hilvanado”, dice Acevedo.

Paisajes interiores

Una de las escenas de la muestra vincula la obra de cuatro artistas que aportan miradas peculiares en torno a la idea de paisaje. En la obra de Gastón Herrera, el paisaje es el escenario en el que aparecen personajes o formas sugeridas por pinceladas abiertas. Estas formas bellas conllevan una amenaza latente, la presencia de alguna otra cosa. Al retomar imágenes y diseños de distintas lozas, fuentes y platos, compone situaciones que mixturan lo ornamental, formas inventadas y reinterpretaciones de obras del paisajista inglés John Constable. Las obras juegan en el límite entre el dibujo y la pintura, y el magenta y el azul de su paleta también aluden a los colores típicos de estas piezas de porcelana. El oficio de la cerámica también aparece en la serie de platos de Noëlle Lieber, cuyos dibujos aluden a un posible encuentro entre la cultura europea y la argentina.

Jardín Vanzo es el nombre de la instalación de Georgina Ricci, que pone en valor las plantas y macetas del pintor rosarino. Esta herencia fue elegida. Su interés por “rescatar el patrimonio orgánico, restaurarlo y exhibirlo al público en general” se manifestó en la carta que envió a la dirección del Castagnino en 2013. En este rincón verde Vanzo aparecen nuevamente los gatos de cerámica de Noëlle Lieber, expectantes, atentos a los “pajaritos” de Laura Glusman. Esta obra fotográfica propone inquietudes que la artista viene trabajando: la pregunta por las dimensiones de un paisaje, la imposibilidad del amor, las contradicciones del encierro, la libertad.

La marca del tiempo

Alejandra Tavolini presenta 15 obras que son parte de una serie conformada por treinta pinturas que aludían a un diploma de estudiante de un grado escolar. A la artista le impactaba el modo en que la institución escolar asfixia a las personas y le saca algo vívido a la infancia. Esta inquietud dio por resultado estos retratos que representan niños con características físicas del principio de asfixia: labios cianóticos y enrojecimiento alrededor de los ojos. Los rostros están distorsionados por cierto corrimiento de los límites que pueden emparentarse con seres espectrales.

Los paisajes pintados de Luciana Paoletti surgen de la captura de lo invisible de distintas situaciones. La artista, también biotecnóloga, utiliza técnicas de microbiología para capturar bacterias y hongos a partir de los cuales obtiene texturas y colores: biopigmentos con los que dibuja y pinta. El soporte es una gelatina con nutrientes, primero está el boceto, el dibujo, que se realiza siguiendo un protocolo experimental. Al principio no se ve, pero con el paso de los días estos microorganismos, al ser incubados, generan una imagen y antes de que se terminen los nutrientes, antes que estos microorganismos se mueran, son fotografiados.

Reminiscencias sonoras

Emiliana Arias y Carolina Mosconi hicieron un relevamiento de campanas en Rosario y las ubican en un mapa en el que incluyen aquellas que no suenan. Relevamiento para un necesario e impreciso concierto de campanas es una instalación sonora compuesta especialmente para esta muestra y permite imaginar y sentir cómo sería si todas ellas sonaran al mismo tiempo, o si no sonara ninguna.

La muestra “Raíces contemporáneas. Planificar un recuerdo” se puede visitar de lunes a viernes de 9 a 19 en el Centro de Innovación y Desarrollo Local (Cidel), en Maipú 835, hasta el próximo viernes 22, con entrada libre y gratuita

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