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Ciencia y Tecnología

“El planeta Tierra se encuentra en un punto de no retorno”

El físico Rubén Piacentini expresa su preocupación por la situación global frente a los efectos del cambio climático.


En diciembre de 2015 se realizó la Conferencia de las Partes o COP 21 de París, una cumbre sobre el cambio climático que aglutinó a jefes de Estado y representantes de algo más de un centenar de países, y que marcará un antes y un después en la lucha contra el cambio climático, siempre que el compromiso asumido por los Estados participantes vaya en dirección de realizar pasos concretos para la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera.

El “Acuerdo universal sobre el cambio climático”, que se acaba de cerrar en París, tiene como objetivo “lograr que el aumento de las temperaturas se mantenga bastante por debajo de los dos grados centígrados, y compromete a los firmantes a realizar esfuerzos para limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grado en comparación con la era preindustrial”.

El texto, que se logró después de dos semanas de negociaciones, ahora deberá ser ratificado por 55 países que generen al menos el 55 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Rubén Piacentini es doctor en Física, integrante del Instituto de Física Rosario (Ifir) y, en diálogo con El Ciudadano, va directamente al punto: “Lo que hoy enfrentamos es un calentamiento global producido por la actividad humana”.

—¿Por qué es preocupante?

—Es preocupante porque, por primera vez en la historia, somos 7.000 millones de seres humanos y en pocas décadas seremos 10.000 millones con necesidades de energía, alimentos, salud y transporte, para lo cual hay y habrá un alto consumo de recursos naturales, lo que produce un calentamiento global como no se había observado en los últimos milenios. Es preocupante porque hasta el siglo XIX la Tierra se enfriaba lentamente y, a partir de allí por la expansión universal de la Revolución Industrial, la temperatura aumentó en el último siglo alrededor de 0,6 grado centígrado, fenómeno que no había ocurrido en miles de años.

—¿Cuáles serán los efectos?

—Entre los más rápidos podemos enumerar el aumento del nivel del mar por el derretimiento de los glaciares y de los polos; ciudades costeras y países insulares ubicados casi al mismo nivel del mar están hoy seriamente amenazados. Y si no se toman medidas drásticas y urgentes, van a desaparecer.

—¿Qué opina de la declaración del papa Francisco sobre que “el mundo está al borde del suicidio” si no afronta de inmediato los problemas relacionados con el cambio climático?

—Adherimos, en general, a la declaración del Sumo Pontífice; pero, desde la ciencia, preferimos hablar de “un punto de no retorno”, esto quiere decir que si el Polo Norte, por ejemplo, pierde su capa de hielo, regresar a la situación anterior puede llevar miles de años. Con ese deshielo desaparecerán especies como la del oso polar. A su vez, el deshielo perjudica a la tundra, la zona periférica de los hielos donde se está derritiendo el permafrost (NdR: es la capa de hielo permanente en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías o periglaciares que puede encontrarse en áreas circumpolares de Canadá, Alaska, Siberia, Noruega y en varias islas del Océano Atlántico sur como las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur).

—¿Qué opinión le merece lo alcanzado en la Cumbre de París sobre Cambio Climático?

—Es la última oportunidad que tiene nuestra generación de intentar poner límites a un problema que contribuyó y contribuye a instalar, ya que el cambio climático se ha acelerado desde la década del 70 en adelante; es nuestra responsabilidad, al menos, mitigar sus efectos.

—¿Qué opinión le merece el compromiso de nuestro país?

—Quiero destacar que nuestro país va a tener que tomar medidas enérgicas. Pensemos en que la única ciudad que cuenta con una ordenanza que establece medidas para la protección de las pérdidas excesivas de calor en invierno y de las ganancias excesivas de calor en verano de las viviendas a construirse es Rosario. Esto se tiene que extender a todo el país. El código de construcción español, por ejemplo, es muy estricto al respecto.

—¿Qué medidas podemos tomar como ciudadanos para contribuir a hacer descender la temperatura global?

—Los ciudadanos debemos ser consumidores responsables e informarnos sobre el impacto ambiental que ocasionaremos con el uso de aquello que consumimos y decidir por el que impacte y contamine menos. Lo mismo cuando tengamos que elegir nuestra vivienda: en este caso, las viviendas bien aisladas son más habitables que aquellas que no lo están.

—¿Existen en el país políticas de estímulo para que se edifiquen viviendas preparadas para racionalizar el consumo energético?

—En Rosario se ha comenzado con aquellos que van a construir edificios de grandes superficies, de 4.000 metros cuadrados y, progresivamente se irán incorporando los de 3.000, 2.000, etcétera, para que en pocos años se pueda aplicar estas medidas a todo edificio.

El camino está en explorar alternativas

“Hoy en el oeste de Estados Unidos el kilovatio de energía solar es más económico que el obtenido por energía nuclear, lo que comienza a justificar las inversiones en esa tecnología”, apunta Rubén Piacentini, quien cita como ejemplo un caso que conoce bien de cerca: “En nuestro edificio del Ifir, ubicado en la Siberia, colocamos un panel solar con el que producimos el 10 por ciento de la energía que nuestro edificio necesita. Tenemos un proyecto para alimentar a todos los edificios del Centro Científico y Tecnológico y los dependientes de la UNR, en la Siberia con paneles fotovoltáicos. Con un megavatio, que representa una hectárea de paneles y tiene un costo de un millón de dólares, podremos alimentar a todos los edificios con energía limpia y el excedente de producción usarlo para cargar equipos y automóviles eléctricos. Incluso, vender energía a la EPE para su distribución al resto de la ciudad”. El físico, anticipó luego que está trabajando en la proyección del primer edificio en América Latina que va a poder medirse con sensores que marquen cuándo una puerta está mal cerrada o un aparato ha quedado prendido innecesariamente. “La ventaja de contar con ellos es que favorecerá el uso racional de la energía y su consecuente ahorro”, resaltó.

“Hubiese sido un desastre que el protocolo no se hubiera firmado” (Por Fernando Corral)

La XXI Conferencia de Partes (COP) Internacional sobre Cambio Climático, que se celebró en París desde el 30 de noviembre hasta el 11 de diciembre de 2015, coloca un hito en la historia de la humanidad con la firma de un protocolo.

“Hubiese sido un desastre para la humanidad que este protocolo no se hubiera firmado”, señala el ingeniero agrónomo Ricardo Bertolino, director ejecutivo de la Red de Municipios contra el Cambio Climático (RAMCC) y coordinador de Políticas de Sustentabilidad de Rosario, quien asistió al evento.

Los grandes generadores del efecto invernadero, responsables del cambio climático, son los países subdesarrollados y hay que hacer inversiones en ellos para que la tecnología permita obtener resultados. Se van a movilizar 100.000 millones de dólares por año para inversiones en nuevas tecnologías, procesos de implementación y transferencia de tecnologías de países desarrollados a los subdesarrollados.

Argentina aporta el 0,88 por ciento de emisión de gases al efecto invernadero, lo que la posiciona tercera en Latinoamérica después de Brasil y México, por lo que “tenemos la responsabilidad de participar activamente”, afirma Bertolino.

La intendenta Mónica Fein participó de la conferencia y, además, intervino en un encuentro de alcaldes de ciudades del mundo invitada por su par de París. Rosario está posicionada como una de las ciudades más avanzadas en estos temas.

“De nada valen las firmas de acuerdos sin el compromiso de la ciudadanía”, enfatiza Bertolino, quien ha contribuido a generar un espacio llamado Ciudadanos por el clima. Y agrega: “Queremos involucrarnos mucho más, acompañar y, si es necesario, apurar las decisiones de gobiernos municipales, provinciales y nacional para el logro de esos objetivos”.

El ingeniero Bertolino se entusiasma en enunciar que “hay nuevos paradigmas que nos acompañarán en nuestras actividades cotidianas como, por ejemplo, la generación casera de energía eléctrica; la que, incluso, se podrá compartir con los vecinos. El ciudadano podrá acceder a nuevas tecnologías que nos permitirán no depender de los métodos tradicionales y encaminarnos hacia una economía más democrática”.

“Se espera la asunción de responsabilidades en materia de energía, de consumo en general y de alimentos y del manejo de los residuos. En materia de movilidad, el ciudadano responsable debe asumir una verdadera militancia democrática, porque todo lo que hacemos repercute en nuestra vida y en la de los demás”, concluye Bertolino.

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