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El paso del campo a la góndola

Mario Bragachini, del Inta, estimó que para 2020 la Argentina agroalimentaria debería exportar 100 mil millones de dólares, contra los 40 mil que exportó en 2011. Explicó que para eso el país deberá trabajar para agregar valor en origen.


“La Argentina agroalimentaria puede exportar hasta 100 mil millones de dólares”, resaltó Mario Bragachini, coordinador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), al tiempo que estimó que para 2020 se llegará a esa cifra si se le agrega valor en origen a la producción primaria. Sobre esta temática se realizará un congreso desde el próximo miércoles 18 al viernes 20 en Manfredi, Córdoba.

“En 2010-11 nuestro país exportó entre manufacturas de origen agropecuario, commodities, granos y biocombustibles, 40 mil millones de dólares. Pero con un aumento de producción del 57 por ciento en granos con mayor agregado de valor en origen de estas toneladas primarias se podrá  llegar al 2020 con ventas al exterior por 100 mil millones de dólares como lo dice el plan estratégico agroalimentario”, afirmó Bragachini, coordinador del Proyecto de Eficiencia de Cosecha, Poscosecha y Agroindustria en Origen (Precop) del Inta.

Bragachini destacó que, entre otras novedades, en las jornadas del congreso convocado bajo la consigna “Integración asociativa del campo a la góndola”, habrá seis salones de capacitación con conferencias y talleres, disertantes nacionales e internacionales, más de 150 empresas para la exposición de maquinaria agrícola.

“Debemos aprovechar que somos uno de los países más eficientes del mundo para producir soja, maíz y  trigo”, dijo el técnico del Inta, y aclaró que este posicionamiento en la producción y la productividad de granos se logró debido a “los avances  tecnológicos implementados en los últimos años”.

“Así –precisó Bragachini– todo el paquete de biotecnología, siembra directa, la fertilización balanceada, la tecnología de proceso, la eficiencia de cosecha y poscosecha y la agricultura de precisión que adoptó el productor agropecuario hizo que se pueda pasar de doce horas hombre por hectárea, como promedio hace dos décadas, para producir granos hasta 1,6 hora por hectárea hoy”.

“La llave del despegue”

Para el especialista, la llave del despegue está en agregarle valor en origen a la producción primaria. Si bien “hubo un desplazamiento de la agricultura sobre la ganadería por mayor competitividad”, indicó y agregó: “Al no incrementarse el grado de industrialización de los granos, paradójicamente la demanda laboral disminuye y las poblaciones rurales no crecen proporcionalmente a esta realidad”.

Bragachini continuó: “La industrialización de los granos surge como una necesidad que junto a lo económico aliviaría muchas situaciones sociales y hasta de idiosincrasia de los pueblos. Nadie en el mundo se come en forma directa un grano de maíz, de soja o de sorgo. Sólo en el primer caso, el 1 por ciento tiene ese destino; después el resto de la producción se transforma en alimento animal y humano , en una segunda industrialización”.

Con estos parámetros, “el productor agropecuario debe integrarse de manera asociativa para realizar parte o todo el proceso en origen. El término asociativismo aparece porque todo ese proceso de integración vertical en los distintos eslabones de las cadenas agroalimentarias genera demanda de conocimiento, de tecnología y de dinero, y el pequeño y mediano productor es imposible que lo logre solo”.

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