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El nuevo orden y la paz personal

Por Carlos Duclos

El nuevo orden, este que la humanidad transita desde hace algunas décadas y que se ha desenfadado en el presente, tiene diversas aristas. Podría decirse que en sí mismo coexisten, la risa y el llanto, la pena y la felicidad, el agobio desfallecido y extenuado, y la fuerza, el vigor arrollador del crecimiento. Este nuevo orden, que tanta prosperidad y mejoras ha traído en ciertos aspectos, es un desvergonzado, un insolente en muchos casos.

Hoy, esa insolencia de la que se habla y que indigna puede verse en todo lugar y a cada rato. Camina por la calle en la cerviz baja de un jubilado, que después de toda una vida de esfuerzo, sacrificio y trabajo, debe andar a cuestas con mil necesidades y otras tantas penas. Camina en esos jóvenes de cabeza gacha, que al salir a golpear puertas para dignificarse como seres humanos a través del trabajo encuentran un “no” como toda respuesta. ¿Vale la pena seguir? ¿Para qué si el lector sabe de cuántas injusticias atentan a cada momento contra la paz del corazón? Desocupados, subocupados, asaltados por los delincuentes comunes, pero también por los representantes del Estado que jamás se sacian y que a la inutilidad que los caracteriza para aplicar políticas eficaces, la reemplazan con esa maldita costumbre de recurrir a la exacción del bolsillo del contribuyente.

Con todo, el ser humano no puede rendirse a la injusticia, al sometimiento y abuso que ejecuta el nuevo orden y sus servidores. “Tengamos tan sólo paciencia, vendrá, tiene que venir, el tiempo sagrado de la paz perpetua”, decía Novalis.

Esto de la paciencia del filósofo y poeta alemán, no es nada más que un concepto sobre la fe. Permítanme que recuerde que en ocasiones el ser humano, ante el primer tropiezo, prefiere abandonar la lucha. En los últimos días una noticia propicia este comentario. Es el caso del cartonero argentino, Juan Ramón Núñez, de 35 años que fue premiado por el príncipe Carlos de Inglaterra por llevar adelante un emprendimiento exitoso. El premio se denomina Emprendedor del Año y consiste en el otorgamiento de más de cinco mil dólares. ¿Qué hizo este señor para merecer el reconocimiento? Creó una radio comunitaria llamada FM La Milagrosa, que transmite desde Ciudad Oculta, villa 15, del barrio porteño de Lugano. En realidad el mérito está dado por todo aquello que tuvo que sortear Núñez para llegar al objetivo fijado. Quedó huérfano siendo pequeño, a los 23 años quería tener un estudio radial, estaba ahorrando y su esposa, con quien tenía dos hijos, falleció de un paro cardíaco. Al poco tiempo, sufrió un robo y le llevaron todo el dinero que había logrado juntar; este hecho le produjo un infarto. ¿¡Difícil no!? Con el tiempo conoció a su actual mujer y con cuatro chicos se trasladaron a Buenos Aires, que era el lugar donde él quería fundar su emisora. Decidió para lograr el propósito salir a “cartonear”. Hoy el premiado recuerda que hizo cuentas y calculó que si con el cartón de dos semanas se compraba una computadora, en dos años podía tener la radio armada. En el año 2007, al fin, cumplió su sueño, comenzó a transmitir y el medio de comunicación fue un éxito. El nuevo orden es insolente, sí, pero a pesar de todo, de las propias personas depende, muy a menudo, la paz que trae el propósito alcanzado.

 

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