Que Estados Unidos debe esforzarse para ser campeón en Juegos Olímpicos o Mundiales dejó hace rato de ser una novedad. No alcanza con figuras de segundo orden o jóvenes, y a esta altura tampoco basta con estrellas en ascenso. El básquet Fiba creció a tal nivel (ayudado también por los jugadores que van a la NBA) que ya no hay partido fácil desde las etapas eliminatorias.
Estrellas con ganas de trabajar, entrenadores que conozcan el juego Fiba, humildad, son los componentes necesarios hoy en día para recuperar el verdadero mote de Dream Team, perdido desde hace tiempo, cuando Argentina golpeó no sólo una vez sino un par de veces y allí comenzó la humanización de los que parecían Dioses del básquet.
Estados Unidos no es un desastre, que quede claro, pero mientras no concurra con todo su potencial, correrá los riesgos lógicos de cualquier seleccionado: se puede ganar o perder. Más si no tenés pivot dominante o si su trabajo defensivo deja que desear. Pero Estados Unidos tiene un extra que le juega en contra: la camiseta exige ser campeón siempre. Algo que, salvando las distancias actuales de expectativas, también le sucedió a Argentina en la búsqueda sin éxito de la plaza mundialista primero y olímpica después.
En ese cuadro de decepción tras el cuarto puesto y las tres derrotas en el Mundial de Filipinas, Indonesia y Japón, Estados Unidos reaccionó rápido y formuló su deseo de formar el nuevo equipo de la Redención, algo ya elaborado después de los fracasos olímpicos y mundialistas de 2002, 2004 y 2006.
Y quien se puso el saco de la responsabilidad fue el Rey LeBron James, quien mostró no sólo intenciones de estar en París, sino que comenzó a invitar amigos con apellidos ilustres: Stephen Curry, Kevin Durant, Anthony Davis, Jayson Tatum y Draymond Green.
Devin Booker, Damian Lillard, De’Aaron Fox, Bam Adebayo y Kyrie Irving asoman también en la lista que lanzó a redes el periodista Shams Charania.
El plan oculto, dicen, es convencer al MVP de la NBA, Joel Embiid de ponerse la camiseta de Estados Unidos, en lugar de la de Francia. El pivot de Filadelfia 76ers, nacido en Camerún, tiene triple nacionalidad y puede ser elegible para representar tanto a su país natal como al norteamericano o europeo.
En los Juegos Olímpicos Estados Unidos patinó muy pocas veces y suma 16 oros, los últimos cuatro de forma consecutiva desde que la Generación Dorada le ganó en semifinales para luego coronarse ante Italia.
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