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El nuevo bono de YPF y la inversión

Capitalización accionaria y búsqueda de socios comerciales es la estrategia de YPF.

Por estos días se ha lanzado una nueva emisión del Bono YPF luego de haber obtenido una gran recepción en su primera emisión en el mes de diciembre, que alcanzó un total de 10 mil inversores y superó ampliamente las expectativas. El Bono YPF se ha transformado en un elemento de importancia para incrementar los niveles de inversión en la empresa estatizada en abril del año pasado, al tiempo que significa un modo seguro de invertir para pequeños ahorristas y se propone apuntalar el sector productivo de la economía.

Junto con la incorporación de nuevos socios comerciales, se trata de una estrategia novedosa que oficia de puntapié inicial para encarar la difícil tarea de refinanciar una empresa que ha sido escandalosamente vaciada durante más de una década, a la vez que persigue como objetivo alcanzar la soberanía energética, concebida como demanda histórica de los pueblos, que en este proceso político y de la mano de la recuperación de YPF, se convierte en bandera inclaudicable.

Además de estos elementos, el lanzamiento de este nuevo instrumento financiero al mercado de capitales argentino abre líneas de reflexión en torno a los mecanismos de captación del ahorro en la economía argentina.

En primer lugar, nos remite a la cuestión de las ofertas de inversión existentes, entre las que se encuentran la colocación en plazos fijos bancarios, que arrojan en promedio un 15 por ciento de interés, y el refugio en el dólar, que actualmente, con la política cambiaria que limita la compra de dólar oficial, no hace más que fomentar la compra de dólar blue y alimenta de esta manera un mercado ilegal con recursos obtenidos, paradójicamente, en la economía real.

Con la aparición del Bono YPF, que exige un piso bajo de inversión de 1.000 pesos, y otorga una rentabilidad del 19 por ciento anual con pago de intereses mensuales y opción de retiro del capital a un año, se ha revelado que, de aquella población con capacidad de ahorro (cercana al 30 por ciento), una gran parte se inclinó por este tipo de inversión productiva, en tanto se ha estimado que la suscripción del primer bono alcanzó los 323 millones de pesos.

De esta forma, se abre una veta interesante en el mercado de capitales vinculada a la financiación de la rama productiva que ha sido poco explorada con anterioridad y que al mismo tiempo permite hacer frente a aquellas ofertas ya existentes en el mundo financiero, que implican la absorción por parte del sistema bancario de gran parte de los ahorros de la población, o en el peor de los casos, derivan en la compra de divisas fomentando así la cultura de la dólar, hoy tan difícil de desterrar.

En este sentido, la política económica se compone de una serie de intervenciones macroeconómicas que buscan acrecentar los niveles de inversión, como variable fundamental en esta etapa para sostener el crecimiento económico. La estatización de la petrolera viene a representar una medida límite luego del intento de “argentinización” con el Grupo Ezkenazi (como intento fracasado) y de las constantes presiones de funcionarios del gobierno para que su directorio reinvierta mayores porcentajes de sus abultadas utilidades. Sin dudas es una medida que recoloca al Estado no sólo como gran decisor frente a los mercados sino como administrador (con un 51 por ciento del paquete accionario) de una empresa de un sector estratégico para el desarrollo como el energético. En tal sentido, la audaz estatización de la petrolera ha permitido comenzar a aumentar la producción nacional en naftas y reducir, parcialmente, los niveles deficitarios de la balanza de pagos.

Ahora, si bien estamos frente al ansiado retorno del Estado en varios de sus sentidos, también es claro que ésta vuelta al ruedo necesariamente debe contener componentes innovadores, poniendo en práctica una serie de instrumentos de política económica que no descansen exclusivamente en la financiación del fisco nacional. Instrumentos que permitan, para el caso, reorientar parte de los recursos disponibles en la sociedad. En esta dirección, el aprovechamiento de los niveles de ahorro para el apuntalamiento de proyectos productivos resulta indispensable en el marco de una economía que no sólo buscar crecer, sino también ampliar sus mecanismos de captación de inversión así como modificar patrones culturales vinculados a la opción por el dólar.

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