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Ciencia y Tecnología

“El mar es fundamental para saber la evolución del clima”

Un oceanógrafo dice que el estudio permite predecir las condiciones climáticas y el aumento del nivel de océanos.


Según un trabajo publicado recientemente por la revista Nature, un grupo de investigadores de Harvard, encabezado por la física Carling Hay, ha advertido que el crecimiento del nivel del mar se ha acelerado alcanzando los tres milímetros al año entre 1993 y 2010. “Leí el artículo de (Carling) Hay”, sostiene el oceanógrafo argentino Alberto Piola, en diálogo con El Ciudadano; y amplía: “Los nuevos resultados parecen consistentes. Habría que esperar, de todos modos, unos días, para acceder a las conclusiones de otros expertos”. Alberto R. Piola es licenciado en oceanografía y profesor titular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires (UBA). También se desempeña como director de Investigaciones en el Servicio de Hidrografía Naval y es investigador principal del Conicet. “Prefiero esperar las conclusiones de los expertos en el subtema”, aclara el especialista. Según Piola, existen varios de ellos, con alto nivel académico, en el país.

Argentina, con su perfil agroexportador, se focalizó, desde antes incluso de su organización nacional, en priorizar la producción de productos primarios en la Pampa Húmeda. El nuevo granero daba de comer al mundo e incrementaba los ingresos.

Consecuentemente, daba sus espaldas al océano. “Durante más de 200 años hemos vivido orientados hacia las actividades agropecuarias”, afirma Piola, mientras sostiene que la riqueza del país estuvo siempre ligada al campo.

El artista John Berger, desde otro lugar, afirma que todos los ríos corren para llegar al mar del que todo provino. Tal vez por eso sea menester preguntar si debemos estudiar el mar.

“En realidad, la motivación de estudiar el mar”, responde Alberto Piola, “está ligada a varios procesos que son de importancia global. Uno de ellos es el clima. Sobre todo, los factores que lo condicionan. El mar es indispensable para mantener el sistema climático del planeta. El agua tiene una alta capacidad calorífica, la mayor parte de los cambios de temperatura del sistema, en realidad, están almacenados en el cambio de la temperatura del mar. Cuando queremos entender la evolución del clima a largo plazo, allí el mar pasa a ser fundamental. Si no podemos predecir cómo va a evolucionar el mar, es casi imposible predecir cómo va a evolucionar la atmósfera”.

—Además de éste, y sin desconocer su importancia, ¿qué otros motivos tiene el hombre de ocuparse en estudiar el mar?

—El clima es muy importante. Lo menciono primero porque el futuro de la humanidad depende en gran medida con la forma en que lo estudiemos e intervengamos sobre él. Todo va a depender de cómo sepamos adaptarnos a los cambios climáticos. Por otro lado, estudiar el mar, nos ayuda a determinar los contenidos químicos de la atmósfera, en la que aumentan los niveles de los gases que generan efecto invernadero, sobre todo el dióxido de carbono. El mar en esto juega un rol importante ya que el 30 por ciento del dióxido de carbono que está en la atmósfera y que hemos introducido desde el inicio de la Revolución Industrial está almacenado en el mar. El mar ha ido amortiguando su efecto en la atmósfera.

—¿Como si fuera un gran filtro?

—Sí. Exactamente. Y, además, un reservorio. El carbono forma parte de la materia orgánica de las células de las plantas del mar. Forma reacciones químicas en el agua de mar. No todo es beneficioso para el océano desde este punto de vista, ya que esta alteración química está produciendo otros fenómenos ligados a los cambios químicos. Es lo que llamamos acidificación del océano. El mar está evolucionando hacia una condición que puede ser menos apropiada para la vida de algunos organismos. No debemos olvidar que el mar es, además, fuente de alimentos.

—El océano ¿sería la extensión de la Pampa Continental en otro medio?

—Y, sí. El océano brinda “servicios” al hombre que son parecidos. Las diferencias creo que están en lo que para el común de la gente no es bien conocido: cómo están distribuidos los desiertos y los bosques en el mar. Pero están y bien claramente definidos. Hay lugares donde el mar es muy rico y otros donde el mar es más “desértico”, en relación al nivel de plancton y de la presencia de las diferentes especies que habitan el lugar. Por otro lado, existen en el mar nutrientes como en el campo: fosfatos y nitratos que sirven para enriquecer el campo y que el productor agrega ala tierra para hacerla más productiva. En el mar, en cambio, esos nutrientes tienen que llegar en forma natural a la zona precisa donde se produce el crecimiento de las plantas. Y allí adquieren importancia las corrientes marinas para que arrastren esos nutrientes nuevos, a las zonas donde se los necesita. Como ocurre con la corriente de las Malvinas, en el borde de la plataforma continental argentina, convirtiéndola en una zona muy rica. En el Mar Argentino hay otros factores que influyen en el traslado de los nutrientes como son las mareas de gran amplitud que se producen en la Patagonia, encargadas de llevar los nutrientes a la superficie. También hay un gran aporte de nutrientes al mar en las desembocaduras de los ríos.

—Las corrientes marinas ¿inciden?

—Sí. Porque redistribuyen los nutrientes y especies que no tienen capacidad de natación. La palabra plancton quiere decir “arrastrado por la corriente”. Las corrientes son las encargadas de redistribuir el plancton en el mar. Se trata de una redistribución heterogénea. Hoy disponemos de satélites que nos permiten observar la distribución de clorofila en el mar. Hay lugares en los que se da una gran concentración. Son lugares ricos. Y hay lugares en donde las concentraciones son muy bajas. Todo esto por las corrientes que favorecen la vida en algunos lugares.

—Argentina ¿tiene tradición marítima?

—Argentina tiene una larga historia de investigación marina. El conflicto con Gran Bretaña nos impide trabajar en ciertas áreas.

—¿Ni siquiera ustedes, los científicos?

—Así es. En la zona de exclusión no nos está permitido ni siquiera a los buques de investigación. Allí hacer un trabajo implica tener que pedir permiso. Y, como se comprenderá, nadie va a sentar el precedente de pedir autorización para entrar a su propia casa. De todos modos, disponemos de otras herramientas con las cuales evaluar el sector del mar que nos interese, como ser los datos satelitales que nos brindan una información extraordinaria sobre el mar. También disponemos de modelos numéricos. Son simulaciones de corrientes marinas y de los procesos químicos y biológicos del mar utilizando una computadora para hacer las simulaciones. Es una herramienta que nos ha permitido ir avanzando en nuestro proceso de investigación. Con la evolución y el aumento de la capacidad de las computadoras se ha registrado un gran progreso en las últimas dos décadas.

—¿Por qué se dedicó al estudio del mar?

—Siempre que me preguntan por qué me incliné hacia el estudio del mar, respondo que cuando comencé mis estudios en la universidad me resultaba apasionante la física. Sobre todo porque me permitía entender cómo funcionaban las cosas. Pero, al mismo tiempo, me gustaba el mar. La confluencia de esos dos intereses me empujó al mar y tomé el camino de la oceanografía cuando descubrí que existía la carrera en el país. A partir de allí se incrementa en mí el primitivo interés en el mar. Por otro lado es apasionante. Si tuviera diez veces que tomar la decisión, creo que las diez veces la tomaría nuevamente en la misma dirección. Disfruto de cada momento en que estoy haciendo mi trabajo. Disfruto estar en contacto con el mar. Para mí es una forma de alcanzar la felicidad.

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