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El impalpable milagro peruano

Con Alan García, Perú creció en los números, pero no se tradujo en desarrollo.

En una región donde el común denominador fue que los líderes entregaran el poder a sus delfines políticos, Alan García no consiguió siquiera postular a un candidato de su Partido Aprista en las elecciones. La corrupción y la mala distribución de la bonanza macroeconómica –denominada el “milagro peruano”–, son los principales motivos de un gobierno sin raíces.

Los datos duros reflejan a un país que se ha desarrollado a ritmo sostenido durante los últimos años a pesar de las trabas impuestas por la crisis financiera internacional. De acuerdo con la consultora Latin American Consensos Forecast, Perú tendría la tasa de crecimiento del PBI más alta de la zona, con un 6,8 por ciento. “Contra lo esperado para un gobierno de García, que fue extremadamente populista en su primer período (1985-1990), esta vez la política fiscal se concentró en generar estabilidad y facilidades para la inversión y el crecimiento de las empresas. Así, se incrementaron mucho las reservas internacionales del país, se fortaleció la moneda nacional, y se dieron facilidades para el comercio internacional (acuerdos de libre comercio)”, indicó el economista Rolando Arellano.

Pero no todos los números son optimistas. En el último sondeo de la firma CPI, la aprobación de García cayó a su más bajo nivel al ubicarse en un 15 por ciento, cinco puntos menos que en septiembre de 2010. Una popularidad insólita en comparación con las vanagloriadas cifras económicas. “Sucede que esta bonanza se ha dado por el crecimiento de los precios internacionales del gas y la minería y no tiene que ver con el comportamiento del gobierno, son sólo efectos externos”, explicó el profesor de Antropología de la Universidad Católica de Lima, Carlos Aramburu. “Además los indicadores demuestran que este bienestar no se ha internalizado”, agregó.

Los documentos oficiales evidencian que desde 2005 la pobreza se ha reducido desde el 50 por ciento al 37 por ciento, lo que se traduce en que al menos tres millones de personas habrían mejorado su calidad de vida. No obstante, en el libro “Perú, en el umbral de una nueva era”, publicado por el Banco Mundial (BM), se sostiene que a pesar de los avances, el país sigue muy atrás en materia de desigualdad respecto a los niveles de ingreso. “Así, la pobreza sigue siendo un problema particularmente grave en la zona rural, donde el 66 por ciento de la población es pobre y un tercio vive en la extrema pobreza”, subrayó el texto, conocido a finales de marzo.

La letra chica desnuda que el aumento de ganancias no se ha traducido en desarrollo, y que, por el contrario, el crecimiento ha aumentado el abismo entre las ciudades de la costa y las de las sierras, paradójicamente esta última zona minera por excelencia. “Son sólo números. El bienestar no existe para la mayor parte de la población, no existen mejoras en salud, en la educación, aquí se enriquece sólo una minoría”, afirmó a su turno el economista Luis Alberto Arias. “Aun así existe una chispa que impulsó a diferentes a crecer muchísimo como el manufacturero y el turismo”, reivindicó, no obstante.

A su turno, Aramburu evaluó que “Alan García se equivocó al pensar que el mercado lo soluciona todo. Falta que se invierta en la gente pobre, que se tenga en cuenta a los campesinos, a los habitantes de la Amazonía. No se puede hablar de crecimiento cuando faltan luz, agua e internet, entre otros servicios a la mayoría. El distrito de Huancavelica es ejemplo del abandono de las autoridades”.

Otro de los factores que jugó fuerte fueron los escándalos de corrupción en las que se vio involucrado el gobierno. El de mayor resonancia fue a mediados de 2008, cuando 16 ministros presentaron su renuncia luego que se revelaran los negociados entre miembros de gabinete y empresas petroleras extranjeras para “facilitarles” la concesión de lotes para la explotación de crudo.

“Estas últimas elecciones representan el cansancio y el escepticismo de la población sobre los partidos tradicionales que tuvieron el poder en las últimas décadas”, afirmó el politólogo Mario del Castillo. “También explica por qué el único que sube en los sondeos es Ollanta Humala. Para muchos él representa un cambio, aunque su posición de izquierda también los espanta”, afirmó. “Quien triunfe en el balotaje del 5 de junio deberá afrontarse con un panorama complicado en cuanto a gobernabilidad, porque necesitará ganarse la erosionada confianza de la sociedad. Una tarea difícil, a no ser que quien asuma deje todo como está, como siempre”, aseveró Del Castillo.

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