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El Hombre y el Árbol

Por: Rabino Shlomó Tawil

El Decimoquinto día del mes judío de Shevat o coloquialmente Tu Bishvat ( este año  en el calendario gregoriano Sábado 30 de enero), es conocido como el año nuevo de los arboles , tiene algunas implicancias legales y es la costumbre judía de comer frutas en este día.. Dado que la Torá (el pentateuco) asemeja al hombre con el árbol(deutoronomio 20:19) por lo tanto debemos sacar lecciones para la vida del hombre.

Hay árboles y árboles. Hay árboles que dan frutos y árboles que no los dan… Hay árboles altos y majestuosos, como los cedros del Líbano, y los hay tan pequeños y humildes como el espino. Hay árboles ruidosos con el viento y hay árboles silenciosos. No existen dos árboles completamente iguales.

Hay hombres y hombres. Los hay con buenas acciones, los que brindan frutas jugosas y hay quienes viven tan solo para sí mismos, no dan frutos. Hay hombres orgullosos y arrogantes y hay otros humildes y modestos. Hay hombres que desean hacer sentir su peso y son ruidosos y hay otros que realizan sus tareas silenciosa y calladamente. No hay dos hombres iguales.

Cuando Di-s le habló a Moisés por primera vez, no lo hizo desde un cedro llameante, o desde una palmera, sino de un espino ardiente. De este modo Di-s enseñó al primer pastor de Israel que es necesario buscar el llameante espíritu divino en los corazones de los humildes de su futuro rebaño. Di-s no se encuentra entre los orgullosos y los arrogantes (Talmud Sotá Cap. 1).

La rosa es la suprema entre las flores y la uva entre las frutas, pues de ella sale la bebida más antigua y noble del hombre – el vino. La rosa crece en el espino, y la uva en la insignificante viña. ¿No nos ha dado aquí Di-s una lección de humildad?

¿Conocen la historia de Rabí Shimón ben Eleazar y el hombre feo? :

Rabí Shimón terminaba de graduarse en la Yeshivá (academia) del famoso Rabí de la Mishná, Rabí Meir. Regresaba él a su ciudad natal donde lo aguardaba una gran recepción. Rabí Shimón debió sentirse muy orgulloso y alegre, pues cuando un hombre extremadamente feo lo saludó, no devolvió el saludo. Por el contrario se burló del pobre hombre por su fealdad.

Enojado, el hombre replicó:

-Vé y dile al amo que me creó -refriéndose a Di-s cuan horrible es su obra.

Rabí Shimón se dio cuenta entonces de su error y rogó al hombre que lo disculpara. Pero el hombre se negó a perdonarlo Por todo el camino lo siguió Rabí Shimón, suplicando su perdón, tratando de persuadirlo para que lo perdonase, pero ni aun así estaba el hombre dispuesto a olvidar lo ocurrido.

Cuando llegaron a la ciudad, una multitud se encontraba frente a sus portones para darle la bienvenida al gran estudioso.

– ¿A quién os habeis reunido para honrar? -preguntó el hombre feo.

-Al gran Rabí Shimón, que está detrás de ti. -le respondieron.

– ¿A él? -preguntó el hombre con sorpresa-. Ojalá que no haya muchos como él en Israel.

Rabí Shimón contó entonces a los pobladores de la ciudad el triste episodio ocurrido, y les pidió que intercedieran en su nombre. Sólo entonces consintió el hombre feo y lo perdonó.

Ese día Rabí Shimón predicó en su sermón: “El hombre debe ser siempre flexible como un junco y no duro como un cedro. Pues por más fuerte que sople el viento, el junco lo se agitará de un lado a otro, y eventualmente se enderezará. Pero el cedro, ni bien el viento comienza a soplar fuerte, es arrancado de cuajo, y no se enderezará nunca más.”

Un árbol que crece junto a las aguas, cuya raíz es larga y desarrollada, es el símbolo del cual se valieron nuestros Sabios y Profetas para describir, a menudo, al hombre justo y piadoso. Las raíces son el símbolo de su estabilidad, del buen carácter. El fruto representa sus buenas acciones Las ramas son su descendencia.

Muy pocos árboles, y quizás ninguno, estén totalmente en perfectas condiciones. Generalmente hay una que otra ramita seca, o alguna hoja marchita o marcada por el paso de un gusano hambriento. Pero mientras sus raíces son buenas y sanas, el árbol también lo es. El jardinero sabe cual árbol está en buenas condiciones y cual no, y qué es lo que debe hacerse en cada caso.

Igualmente, hay muy pocos hombres perfectos, y Di-s (el jardinero) sabe como tratarlos.

Rabí Eliezer ben Tzadok dijo: “¿A qué se parecen los justos en este mundo? A un árbol que se alza en un lugar limpio, mientras que una de sus ramas se proyecta sobre un lugar sucio. Cuando esta rama es cortada, todo el árbol se encuentra en un lugar limpio. Del mismo modo, Di-s limpia los pequeños pecados de los justos mediante sus sufrimientos en este mundo, preparándolos así para la perfección del mundo venidero.

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