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El hombre que sabía demasiado

En "Conocer a Perón. Destierro y regreso" el militante peronista y artífice de la vuelta del líder justicialista al país, Juan Manuel Abal Medina, es un testigo único de una etapa dramática de ese movimiento político y cuenta de primera mano hechos inéditos y determinantes de la historia argentina


“No había nadie en la historia del antiperonismo que pudiera significar tanto como Aramburu. Fue él quien derrocó al General, el que se robó el cuerpo de Evita, el que fusiló y asesinó y, para colmo pretendió armar una salida política para domesticar al peronismo y fantasear él mismo con ser una especie de Perón. Era demasiado”. Este párrafo puede leerse al comienzo de Conocer a Perón. Destierro y regreso, el libro escrito por el militante político Juan Manuel Abal Medina, en un intento de reivindicar políticamente el secuestro y fusilamiento del general Pedro Eugenio Aramburu en 1970, llevado a cabo por una célula comandada por su hermano Fernando Abal Medina, uno de los fundadores de la organización armada conocida como Montoneros, muerto algunos meses después en un tiroteo con fuerzas policiales en un bar de la estación bonaerense de la localidad de William C. Morris.

Este punto de partida permite ver que el autor no dejará temas candentes y polémicos de ese periodo del peronismo sin tocar, siendo consecuente con una mirada ejercida por quien participó y fue testigo de sucesos claves como la fallida vuelta de Perón a la Argentina en 1972, y, sobre todo, por quien tuvo una destacada actuación para calmar los ánimos entre los sectores peronistas que ya comenzaban a enfrentarse en lo que sería una escalada de violencia con consecuencias devastadoras para el propio movimiento.

Sobre el connotado hecho del fusilamiento de Aramburu, que fue uno de los parteaguas de la historia argentina, Abal Medina cuenta una charla que sostuvo con su hermano Fernando, quien sería el ejecutor de la muerte del militar que había dado derrocado mediante un golpe al gobierno peronista en el 55, donde le confiesa que “matar es terrible”, para poco después referir una versión de Norma Arrostito, miembro de la organización y partícipe del secuestro, en la que dice que quien dispara cuatro tiros sobre el general golpista, rezaba de rodillas todas las noches por el mismo Aramburu y su familia. Algo que puede entenderse fácilmente por el origen religioso de la mayoría de los dirigentes fundacionales de montoneros como Gustavo Ramus, Mario Firmenich, Carlos Capuano Martínez y el propio Fernando Abal Medina, pertenecientes a la Acción Católica o a la Juventud Estudiantil Católica, vertientes en las que el mandato sacrificial tenía gran contundencia junto a cierto mesianismo cuyo horizonte incluía dar la vida por una causa. Por supuesto que en esta etapa eran las ideas de los curas tercermundistas las que anidaban sobre aquella base de raíz católica.

De todos modos, lo que surge de la lectura de Conocer a Perón, escrito en primera persona es que la postura de Abal Medina en relación a Montoneros es bastante ambigua, porque por momentos parece comprender algunos de los objetivos de la organización, al punto de arriesgar la versión sobre que si su hermano no hubiera muerto, la ruptura y la confrontación con Perón no se hubiera producido. Pero por otra parte, dice haber sido amigo cercano del Secretario General de la CGT de ese entonces, José Ignacio Rucci –en la foto de la tapa del libro puede verse a Abal Medina al lado del dirigente gremial y unos centímetros más allá a Perón y a Héctor J. Campora apenas el líder justicialista pisó suelo argentino–, a quien no mucho después asesinaría un comando montonero endilgándole el mote de “traidor” al movimiento obrero.

Abal Medina asistió al velatorio de Rucci en un momento muy álgido de las relaciones de Perón con Montoneros, donde sin que hubiera todavía certeza total, todo el espectro político, el periodismo y la opinión pública veían las manos de la organización armada detrás de ese crimen. Seguidamente, el autor grafica el sacudón emotivo que significó para Perón el asesinato de Rucci de este modo: “Perón me abrazó. Tenía los ojos nublados. Nos dejaron solos, y lo primero que me dijo fue: «Me mataron a mí… Peor: mataron a mi hijo». Y con un repentino endurecimiento de sus facciones agregó. «Son unos criminales, unos criminales….». Le respondí: «Sí mi General. Eso son»”. Y agrega también sobre ese hecho decisivo en el curso de los acontecimientos que se sucederían dentro del movimiento peronista: “Sobre Perón, el asesinato tuvo un efecto demoledor, y no dudo en afirmar que colaboró con el deterioro de su salud. Fue mi impresión y después me lo corroboró el doctor Jorge Taiana. El General quería mucho a Rucci. Pero además Rucci había sido inflexible en su verticalidad y clave para garantizar su regreso”. Para un poco después señalar, casi como en un diario personal, que le resulta difícil continuar escribiendo sobre el tema.

Son varias las páginas que ocupa para desarmar los argumentos empleados por Miguel Bonasso en El presidente que no fue, el libro dedicado a la figura de Héctor J. Cámpora que escribió el exmilitante montonero y periodista. Allí apunta que la renuncia del elegido presidente en 1973 para permitir una nueva elección sin Perón proscripto, estaba pactada de antemano y era indeclinable, y había ocurrido en el preciso momento en que el líder justicialista lo nombró candidato sin mediar ningún documento escrito, ni menos público. Estos momentos históricos tuvieron en el autor de este libro, un testigo preferencial dado el lugar de ubicuidad ocupado en la relación con Perón y por la confianza que este último le dispensaba en todos los asuntos políticos, factótum además de su retorno al país tras 17 años de exilio. Con el rigor de haber estado allí cuenta por ejemplo cómo Perón se ofuscaba con Cámpora por los giros en sus discursos, que sonaban cada vez más radicalizados, y lo que el líder en realidad buscaba era atraer los votos más moderados a partir de la figura de “su” candidato.

Así, en la lectura de Conocer a Perón, publicado en la colección Espejo de la Argentina, de la editorial Planeta, se tendrán unas precisas postales y testimonios de esos tiempos urgentes donde se definía una matriz de la Argentina que vendría, con su sino siniestro de desapariciones, torturas y muertes. Conversaciones entre el escritor Leopoldo Marechal y Fernando Abal Medina vinculadas al secuestro y muerte de Aramburu; detalles sobre el sangriento enfrentamiento entre sectores de derecha e izquierda peronistas en Ezeiza; el crimen de Rucci como preanuncio del poder adquirido por el inefable José López Rega e Isabel; negociaciones trasnochadas entre Montoneros y sectores gremiales, van surgiendo de los 27 capítulos cortos, complementados al final con anexos, también muy cortos, de distintos autores, incluidos, entre otros, el propio Perón, Antonio Cafiero y Leopoldo Marechal. De Conocer a Perón entonces puede decirse que es un libro que no deja de interpelar a una etapa intensa y determinante del peronismo, útil tal vez hasta para pensar en que se ha convertido hoy esa entidad política con sus variopintas expresiones.

 

 

 

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