Espectáculos

Nuevo disco de Los Robles

“El emperador del Chaco”: cuando las raíces se expanden en inagotable búsqueda


Roki Bigiolli / Especial para El Ciudadano

Yo lo hubiese firmado como Juan Manuel Robles, dije creyéndome crítico.

Sí, pero vos no sos Juan Manuel Robles, me respondieron lapidando mi creencia.

Al recibir ese piedrazo dialéctico como respuesta entendí que no importa lo que se diga, tal vez importe más lo que se escriba.

Empiezo por aseverar que Juan Manuel Robles es un gran hacedor de canciones. Artesano y  multinstrumentista que crea con un pulso presumido y sofisticado. De a ratos cuelga su saco de frontman en la banda Gay Gay Guys  y se dedica a explorar con otros paisajes musicales.

No lo hace en soledad, invita a algunas de sus querencias a pasear con él. Juan Manuel parió Los Robles como un dios pare un monte. De ese movimiento surgen otras canciones. Los Robles es, sin dudas, una búsqueda de raigambre con lo vital. Existen dos discos firmados como Los Robles: Niño del 2018 y el reciente, al cual dedico estas palabras.

Las raíces se expanden y siguen su inagotable búsqueda

En los primeros días de junio vio la luz El emperador del Chaco. Con este nuevo disco Juan Manuel expande el ego por su árbol familiar y sus músicas. La noche que lo subió en sus redes le di play al instante; me agarró justo con la mano en el mouse y no dudé en dar click al enlace. Una bella melodía en teclas da comienzo a esta obra, suena el primer tema: “El amor no le interesa a mi jefe”.

En un repiqueteo de canzonetta clásica suenan versos que dicen: “Los impuestos que me imponen los hampones, que nos ponen, nos los pienso pagar hoy. Le estoy rindiendo tributo a cómo me siento por vos”. Juan está enojado con los desórdenes y los órdenes impuestos, está enojado con las injusticias, pero más allá de su bronca manifiesta, nunca larga los comandos del amor, esto es una característica en su obra.

Lo que sigue son dos interpretaciones de canciones ajenas que las hace propias: “Adiós hombre viejo”, de Gabriela/León Gieco y “Recuerdo de Ronda”, del cantautor chaqueño Coqui Ortiz. Juan Manuel fija posición en el mapa. Hay un ir y venir que se debate en un viaje musical por el norte de Santa Fe y la provincia del Chaco.

La incorporación de la voz de Denise Avendaño en “Adiós hombre viejo” crea un fluir amoroso a dos voces que resulta estremecedoramente dulce. Compinches y jugando. En cuanto a la versión de la canción de Ortiz, se suman el acordeón de Simón Merlo y la guitarra de Santiago Lagar creando un follaje lisérgico que da un paso más en la batalla de la experimentación con la música litoraleña. Las raíces se expanden y siguen su inagotable búsqueda.

La experimentación no cesa nunca en el transcurrir del disco

El emperador del Chaco es un homenaje a Coco Robles, abuelo de Juan Manuel. Su foto en sepia ilustra la portada, es impactante el parecido con su nieto. Roots, bloody roots. Hace unos días nos cruzamos en un cumpleaños con Manolo Robles: el padre de Juan Manuel. Cuando le comentaba mis apreciaciones entusiastas sobre El Emperador del Chaco, a Manolo le brillaron los ojos de emoción. Ahí entendí que no hablaba solo con un padre que ama a su hijo. Manolo también es un eslabón en la creación de este disco. Más que un productor artístico, yo diría: un sembrador artístico. Entonces hablábamos de los brotes.

El disco se completa con otras cuatro canciones. Todas de composición original, salvo “Romance de la canoa y río”, en donde Juan Manuel le pone música de piano a una poesía de la escritora Elsa Bornemann.  Además en “Romance…” se suma la voz principal de Ernesto Rodríguez, el acordeón de Camila De Paoli y la guitarra eléctrica de Pin Figueroa desplegando, todos juntos, un folk-rock a la mejor remembranza de Los Jaivas. El resultado es una óptima chamarrita progresiva. ¡Habrase escuchado!

La experimentación no cesa nunca en el transcurrir del disco. La posibilidad de redención se hace presente en las letras. Son elementos que lo constituyen. “Canción para nosotros dos” y “Estrella falsa” dan señal de esto. Hay permiso a las programaciones y sampleos. Los brillos son diferentes, la me-lancolía y la oscuridad no son convidados de piedra, al contrario, tienen que estar.

“Todo lo que crece es un argumento para no temer… Seguí escribiendo canciones…que te sanen. Cada uno tiene sus miserias. Ya hiciste todo el daño, ¿qué vas a hacer?”, rezan algunos versos en “Estrella Falsa”. Y al final: “Amor”. Así llegamos a la despedida. El viaje musical concluye con una plegaria sobre el mismo piano que nos recibió: “madre, abrazo, raíz, pájaro, amor”. Se desarma Juan Manuel Robles como un San Francisco de Asís punk.

Estoy convencido que El Emperador del Chaco llegó a tocar las raíces mismas de la canción rosarina de orilla. Fue en junio de 2022. Si afilás la vista vas a poder ver que están Fander y Páez con Chacho Müller y Thom Yorke, fumando un faso, mientras tiran piedras a la cascada del saladillo. Suena Los Robles.

El disco fue producido, mezclado y masterizado por Sebastián Bosch y grabado en UMA estudios y El color de la mente por Ramón Merlo y Sebastián Bosch. El arte de tapa pertenece Alejo Serrano Andino

 

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