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El efecto Felipe Solá

Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

“Esto es un chiquero. El Peronismo Federal quedó dinamitado. No va más”. El diputado nacional reutemista apura el café con cara de preocupación y trata de moderar los adjetivos para describir cómo quedó, desde el bloque de legisladores santafesinos, la parcialidad que integran (integraron) con el sector disidente del justicialismo.

Jorge Obeid, Carlos Carranza, Daniel Germano, Juan Carlos Forconi, Celia Arena y Walter Agosto conciben, cada uno a su manera, la renuncia de esta semana de Felipe Solá como un epitafio de lo que alguna vez se creyó un núcleo de pensamiento opositor a la locomotora imparable del oficialismo. Si bien es cierto que desde el senado Carlos Reutemann ya estaba despegado del grupo “A” de la oposición a través de la corriente Santa Fe Federal, la salida del ex secretario de Agricultura de Menem, ex gobernador de Buenos Aires que supo ser sucesivamente duhaldista, kirchnerista y antikirchnerista, puso negro sobre blanco la crisis de brújula de los que quisieron mostrarse como independientes.

Solá no le avisó a su amigo Reutemann que iba a dar el portazo antes del 23 de octubre. A pesar de que él diga que conversa con regularidad con el ex corredor de Fórmula Uno, su catarsis mediática de esta semana que termina apelando al duelo no resuelto por la muerte de Néstor Kirchner, cayó como una bomba de desagradecimiento y desubicación entre los legisladores de nuestra provincia que se referencian con el dos veces gobernador. Y ya se sabe que en ese sector ningún adjetivo se desliza si no es aprobado por el jefe. “Felipe es un cajetilla que adelantó los tiempos de lo que naturalmente iba a pasar luego de la elección nacional”, describe uno de los diputados que habla todas las semanas con el Lole. “Es un canalla al que no se puede perdonar”, dice otro de los legisladores que no admite excusa. “No me vengan con eso de que Solá adolece de peronismo agudo y que los peronistas no soportan estar fuera del poder. Es un traidor”, remata.

Carlos Reutemann dice a todo el que pueda escucharlo en privado que no simpatiza con Cristina ni con su estilo de hacer política. Para nada. Pero inmediatamente agrega “que a esta gente (sic), hoy, no hay con qué darle”. Por eso rechazó su candidatura a presidente y felicita a Mauricio Macri por haberse quedado en la Capital. Escucha con atención la descripción del futuro económico del mundo y del país que le traza Daniel Germano y concluye que el viento de cola sopla con fuerza. Su ex ministro de Hacienda cree que algunos nubarrones empiezan a aparecer para la Argentina con el precio de los comodities y una cuenta impaga demasiado alta de Europa que la economía global va a tener que pagar. Así y todo, en lo inmediato (“por los próximos 36 meses”, describe una mujer que visita el despacho del senador), es la economía diaria de los argentinos la que concentra el 50 por ciento de los votos en las urnas. “La gente no tiene entre sus valores principales la libertad de prensa burdamente atacada por un juez con oficialismo sobreactuado, que pide teléfono de los periodistas que escriben de la inflación o la inseguridad jurídica de los contratos públicos escritos a la medida de los amigos del poder. La gente valora los planes, la Asignación Universal y las cuotas que se sienten en el bolsillo del pantalón de todos los días”, grafica uno de los diputados del bloque.

Este mismo legislador cuenta que el propio Reutemann puso reparos a los cuestionamientos sobre la mitad de los votos del padrón alcanzados por la presidenta en las primarias. Esta semana, un “denarvaísta” le quiso contar que en Buenos Aires hubo muchas irregularidades. “Se robaron urnas”, dijo este dirigente, y lo ejemplificó con la aparición en Merlo de camiones del Correo Argentino truchos que, “ploteados”de azul y amarillo, pasaban a buscar las urnas luego de los comicios un rato antes de que llegaran los oficiales. “Y ahora encima quemaron los votos en un incendio accidental”, terminó por escandalizarse. El Lole, cuentan, lo paró en seco y le dijo que puede que haya habido oscuridad en la impenetrable provincia de Buenos Aires, pero “ella ganó solita y de punta a punta”.

¿Cómo quedan parados, entonces, estos diputados nacionales que desde nuestra provincia integraron el Peronismo Federal? Hasta octubre, sin problemas. “Si casi no va a haber sesiones”, dice uno de ellos. A lo sumo, algún temario consensuado y sin demasiado impacto social. En el caso del presupuesto, están de acuerdo con aprobarlo luego de la demostración del error que fue negarlo el año pasado. En general, voto por el sí. En particular, proponer cambios en lo que se pueda. “Pero sale”, confiesa el mismo hombre. ¿Ley de tierras? “Quizá. Si hasta Felipe, que fogoneaba para dilatarla, ahora propone despacho”, se ríe con rencor una mujer del reutemismo.

Luego de las elecciones presidenciales, Jorge Obeid y Walter Agosto se van de la Cámara. Los otros cuatro tendrán bloque propio y buscarán referenciar su trabajo con los temas santafesinos. Saben que no habrá amalgama con el resto del peronismo ya que las peleas y el egocentrismo de Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde harán imposible cualquier acuerdo. “Se odian. Duhalde se ve venir su fin y si no renueva Chiche, el de todo su apellido. El puntano sabe que va a tener un bloque numeroso, de entre 13 y 15 diputados, entre los de San Luis, Córdoba y alguna otra provincia. Y lo va a hacer pesar”, explica uno de los reutemistas.

Mirando hacia Santa Fe, la falta de gobierno fuerte del partido y de signos más contundentes de Reutemann enturbian las líneas de acción. Los diputados del PJ de este sector esperan tener mejor diálogo con Bonfatti, al que reconocen como menos dogmático que su antecesor. “Si hace lo que sabe, Antonio va a hacer mejor gobierno que Binner y los socialistas van a alambrar la provincia por varios años más”, diagnostica uno de los legisladores. Por fin, con el resto del peronismo local hay más disidencias que acercamientos. No olvidan que María Eugenia Bielsa desprecia al Lole (“no lo considera intelectualmente”, grafica un diputado) y no dialogan con Agustín Rossi. Quizá no se animen a confesar que en la conducción del partido vendrán caras extrañas, al menos para ellos.

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